El presidente Donald Trump enumeró las tierras raras, el fentanilo y la soya como los principales temas de conflicto de Estados Unidos con China, justo antes de que ambas partes vuelvan a la mesa de negociación y cuando una frágil tregua comercial se acerca a su vencimiento.
“No quiero que jueguen el juego de las tierras raras con nosotros”, dijo Trump el domingo a bordo del Air Force One mientras regresaba a Washington desde Florida. Días antes, el mandatario había amenazado con un arancel de 100% a los envíos chinos después de que Bejing prometiera imponer amplios controles sobre esos minerales.
Fentanilo y soya
Trump también dijo que Estados Unidos quería que China “detuviera el fentanilo”, en referencia a su acusación de que Bejing no ha logrado frenar las exportaciones de la droga y sus precursores químicos, lo que agrava la crisis de opioides en el país. Otra exigencia clave fue que la segunda mayor economía del mundo reanude la compra de soya. Los tres temas, dijo, eran “cosas muy, ya saben, normales”.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, señaló que Estados Unidos y China mantendrán conversaciones esta semana en Malasia. Esto ocurrió después de una reunión virtual con el vice primer ministro He Lifeng el viernes, conversaciones que medios estatales chinos describieron como un intercambio constructivo.
Hace poco más de una semana, Trump planteó la posibilidad de cancelar su primera reunión en persona con el presidente chino, Xi Jinping, desde su regreso a la Casa Blanca, molesto por la decisión de China de imponer controles sobre las tierras raras. También declaró que el arancel de importación de 100% entraría en vigor el 1 de noviembre.
Eso amenaza la tregua comercial que expira el 10 de noviembre, salvo que se extienda. Meses de estabilidad tentativa en la relación bilateral se han visto alterados en semanas recientes, después de que Washington ampliara las restricciones tecnológicas y propusiera gravámenes a los buques chinos que entren en puertos estadounidenses. China respondió con medidas paralelas y controles más estrictos sobre tierras raras y otros materiales críticos.
Trump dijo en Fox News el viernes que el nuevo arancel sobre los productos chinos “no es sostenible”, aunque “podría mantenerse”. Agregó que tiene una buena relación con Xi y que espera reunirse con él en Corea del Sur, durante la cumbre de APEC a fines de mes. “Creo que estaremos bien con China, pero necesitamos un acuerdo justo”, afirmó.
La soya ha sido un punto de presión clave para China en la disputa comercial. El año pasado, Beijing compró cerca de US$12.600 millones en granos, pero este año la cifra ha sido cero, recurriendo a compras en Sudamérica. La frustración entre los agricultores estadounidenses —una base clave de apoyo para Trump— crece ante los precios bajos y el exceso de inventario, mientras esperan ayuda de Washington que sigue paralizada por el cierre del gobierno.
En agosto, Trump instó a China a cuadruplicar sus compras de soya. Subrayando su frustración, la semana pasada amenazó con detener las importaciones de aceite de cocina chino, acusando a Pekín de “causar dificultades a nuestros agricultores de soya”.
El tema del fentanilo ha sido visto como un posible punto de cooperación, aunque sigue siendo un obstáculo en las relaciones bilaterales. Este año, Trump impuso aranceles de 20% a todos los productos chinos debido al flujo de fentanilo ilegal hacia Estados Unidos. En junio, Beijing endureció los controles sobre dos químicos utilizados para producir la droga, pero insistió en que corresponde a Washington resolver su problema interno de drogas.
Los tres temas señalados por Trump son “altamente tangibles y resuenan entre poderosos electores en Estados Unidos”, dijo Sun Chenghao, investigador del Centro para la Seguridad Internacional y Estrategia de la Universidad Tsinghua. “Al enfocarse en ellos, Trump busca victorias rápidas y demostrables que pueda comunicar fácilmente al público, en lugar de negociaciones prolongadas y complejas que puedan modificar el modelo industrial de China”.
La respuesta de Bejing
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Guo Jiakun, respondió que “una guerra comercial no beneficia a ninguna de las partes”, y que ambas deben resolver los asuntos con igualdad, respeto y beneficio mutuo.
China ha tratado de reducir la preocupación internacional sobre sus controles a las tierras raras —esenciales para fabricar aviones de combate, teléfonos inteligentes e incluso asientos de automóviles— asegurando que las medidas no afectarán el comercio normal.
Durante las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) celebradas la semana pasada, delegados chinos dijeron a sus homólogos de distintos países que los controles más estrictos a las exportaciones no perjudicarán los flujos comerciales normales, informó Bloomberg News, citando a personas familiarizadas con el asunto.
Según esas fuentes, los funcionarios afirmaron que China busca establecer un mecanismo de largo plazo con esta medida, introducida en respuesta a las provocaciones de Estados Unidos, como la ampliación de sanciones para incluir filiales de empresas en la lista negra. Las personas pidieron no ser identificadas porque las conversaciones fueron privadas.