La vida altamente efectiva de Stephen Covey

Esta semana falleció, a los 79 años, el autor de uno de los libros gerenciales más importantes de todos los tiempos y el defensor de un tipo de gestión de calidad total.

Por: | Publicado: Viernes 20 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Lucy Kellaway



Uno de los trucos favoritos de Stephen Covey, descrito en “Los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas”, era imaginar su propio funeral. Él pensaba en las flores, en las caras de los familiares afligidos y en los elogios, para ayudar a infundir su hábito #2: Comenzar con un final en mente.

Para Covey, que murió esta semana a los 79 años, la escena del funeral será ahora representada en la realidad y probablemente habría sido de su gusto.

Desde el anuncio han estado fluyendo los elogios de los gurúes de la administración: Tom Peters lo comparó con Nelson Mandela, mientras Clayton Christensen, un correligionario mormón, dijo que Covey cambió su vida. Él contó una historia de cómo Covey, cuando estaba en la Harvard Business School, rehuyó el bar y se fue en cambio al parque Boston Common con una banqueta, a la que se subió y comenzó a dar un alegre sermón sobre la vida de Jesucristo.

En mi propia historia de Covey, que ocurrió muchas décadas después, el hombre seguía dando sermones, pero esta vez sobre un escenario en el hotel Grosvenor House, dirigiéndose a varios cientos de hombres de traje. Cada uno había atado obedientemente una servilleta blanca en su cabeza y fingía ser un jeque, para aprender sobre la confianza.

Ver desempeñarse a Covey cambió mi vida también, o al menos mi percepción sobre el escepticismo de los gerentes británicos. Nunca me hubiera imaginado que su mezcla de sinceridad, afán evangélico y jerga administrativa funcionaría en Reino Unido. Estaba equivocada. Sus discípulos no podrían cansarse de él.

Eso fue en 1995; en los años siguientes su popularidad siguió expandiéndose en todo el mundo. Los 7 hábitos ha sido traducido a 32 idiomas, ha vendido más de 20 millones de copias y es uno de los libros gerenciales más importantes de todos los tiempos.

La razón de por qué ha durado mucho más que muchos libros de autoayuda es que su punto central es realmente bastante bueno. Covey señaló que el éxito de todas las organizaciones depende del comportamiento de cada individuo, una idea que ahora es un lugar común, pero que fue una novedad cuando el libro se publicó en 1989. Lo que Covey estaba vendiendo era un tipo de gestión de calidad total para el carácter, como The Economist lo llamó. Evitó las pequeñas correcciones milagrosas, prefiriendo inspirarse en Abraham Lincoln y Benjamin Franklin, que favorecieron la integridad, el coraje y la paciencia.

Es una lástima que Covey no se haya atenido al estilo de prosa de sus antepasados. En cambio, dejó una mancha en el lenguaje inglés, haciendo populares términos como “win-win”, “proactivo”, “sinergizar” y “paradigma”, que lamentablemente no muestran señales de morir junto a su propagador.

Así como Covey era altamente efectivo en cambiar el lenguaje, era también muy bueno en transformar ideas en dinero en efectivo. El sitio web de su empresa de entrenamiento gerencial Franklin Covey, dice que trabaja con 75% de las empresas de Fortune 500 y que está activa en 147 países. Su lema: “Hacemos posible la grandeza”.

La fórmula de los 7 hábitos probó ser tan exitosa que Covey le sacó provecho con toda una serie de libros que la imitaron, como Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas y El 8vo hábito. También lo hizo su hijo Sean Covey, que cubrió el resto de las posibilidades con otros trece títulos, incluyendo libros de 7 hábitos para adolescentes e incluso para niños pequeños.

Así como en todo lo demás, Covey fue un reproductor altamente efectivo, que creó niños en grandes cantidades (tuvo nueve), muchos de los cuales terminaron trabajando para él. Todos sus nueve descendientes crecieron en una gran vivienda en Utah, donde la misión personal de la familia estaba escrita en un muro. Y los nueve, acompañados de nueve esposas, se reunieron en torno a su lecho el lunes; los 52 nietos de Covey también estaban cerca.

Pero, por sobre todo, él fue un altamente efectivo maestro del eslogan. Twitter ha estado vivo esta semana con sus discípulos repitiendo sus palabras. Leyéndolas, me quedé sorprendida con la extraña mezcla que conforman. Algunas son molestas. “Vive de tu imaginación, no de tu historia”. Algunas son debatibles, si acaso no completamente equivocadas: “La felicidad, como la infelicidad, es una elección proactiva”. Algunas son banales: “Vive, ama, ríe, deja un legado”. Pero algunas poseen verdadera sabiduría: “La mayoría de nosotros pasa mucho tiempo en lo que es urgente y no suficiente tiempo en lo que es importante”.

Y una me gustó tanto que me gustaría haberla dicho yo misma: “Lo más importante es que lo más importante sea lo más importante”.

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