Manuel José Yrarrázaval, el gran caudillo conservador
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 22 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.
Aunque la segunda mitad del siglo XIX fue una era del triunfo del liberalismo en Chile, los conservadores también tuvieron figuras prominentes y luchas decisivas. Entre esos hombres, Manuel José Yrarrázaval (1835-1896) ocupó un lugar destacado, y su trabajo por las libertades públicas representó la confluencia del ideario de la libertad entre los distintos grupos políticos de la época.
Yrarrázaval, siendo muy joven, decidió prepararse para el servicio público, con la convicción de que era la mejor forma de servir a la patria, y también a Dios y la Iglesia, principales motivaciones vitales del líder del Partido Conservador. Por lo mismo, viajó por Estados Unidos y Europa, donde siguió cursos de derecho, conoció los sistemas desarrollados en esos países y aprendió política y economía para volver después a Chile, donde ejerció numerosas funciones públicas al servicio de su causa.
En el país tuvo una notable carrera política, que incluyó inicialmente la calidad de diputado -aunque no destacara especialmente en la Cámara, como recuerdan los hermanos Arteaga Alemparte- y luego de senador, cargo que ejerció hasta su muerte. Además fue miembro del Club de la Unión y le correspondió apoyar el funcionamiento de diversos periódicos católicos, como El Independiente. Siempre fue un generoso sostenedor, incluso económico, del Partido Conservador.
Como señala Francisco García, Yrarrázaval fue un “apóstol de la modernización política”, lo que se expresó especialmente en la promoción de la democracia y la libertad electoral. Así lo expresó en una ocasión, “mientras no tengamos un Congreso y un Presidente elegido por los ciudadanos, no podremos saber con seguridad cuál es será la opinión sobre las más graves cuestiones que nos dividen”.
Efectivamente, tuvo un lugar destacado en medio de la polarización política que sacudió al país en 1890, y en su casa se firmó la famosa Acta de Deposición del presidente Balmaceda, que justificaba la rebelión armada contra la dictadura que comenzaría el 1° de enero de 1891. Además fue Ministro del Interior, tanto en el gobierno de Iquique durante la guerra civil de ese año, como bajo la administración de Jorge Montt, una vez concluido el conflicto, haciendo equipo con Manuel Antonio Matta, el patriarca del Partido Radical, en una alianza que parecía mostrar un nuevo e impensado rumbo en la política chilena. Sin embargo, poco después Matta falleció y la unidad conservadora-radical se acabó, dando paso a la tradicional unidad de todos los sectores del Partido Liberal.
Entre sus grandes acciones políticas se recuerda la promoción de la Ley de Comuna Autónoma, destinada a facilitar el ejercicio del poder local, así como a poner en el ámbito municipal la gestión en áreas tan diversas como la educación y el orden público o el aseo de la ciudad.
Murió en Nueva York, el 14 de febrero de 1896. En palabras de Gonzalo Rojas, “entregó su vida por Dios y por su Patria”.