Chile se aproxima a una nueva elección presidencial, y con ella, emerge un clima emocional particular que las marcas no pueden ignorar. En este octubre de 2025, el ánimo ciudadano parece abrirse paso entre la incertidumbre, impulsado por una mezcla de factores que van más allá de lo político: la primavera, las Fiestas Patrias y un leve repunte económico configuran un escenario donde la esperanza vuelve a ser parte de la conversación pública.
Este contexto, aunque complejo, ofrece oportunidades únicas para las marcas que buscan conectar con sus audiencias desde lo emocional, lo cultural y lo simbólico. La primavera no solo trae temperaturas más agradables, sino también una disposición emocional distinta: más abierta, más festiva, más receptiva. Las Fiestas Patrias, con su carga de identidad y tradición, ya hicieron lo suyo, reforzando el sentido de pertenencia y comunidad, elementos que las marcas pueden activar para generar vínculos más profundos y auténticos.
A esto se suma un dato relevante: el Índice de Percepción de la Economía (IPEC de GfK) alcanzó en septiembre su punto más alto desde 2019. Aunque sigue en terreno pesimista, muestra una mejora en la confianza de los ciudadanos respecto al futuro económico. Esto se traduce en una mayor disposición a consumir, especialmente en bienes duraderos, lo que abre una ventana para marcas que puedan posicionarse como aliadas en decisiones importantes.
Sin embargo, este escenario también plantea desafíos. El proceso electoral, por naturaleza, polariza. Las marcas deben navegar con cuidado. La neutralidad ética y el foco en valores universales como el respeto, la inclusión y el bienestar colectivo se vuelven fundamentales.
Además, la saturación de mensajes en medios —entre campañas políticas, promesas y debates— exige a las marcas una dosis extra de creatividad y relevancia. No basta con estar presentes; hay que ser significativos. En este contexto, las marcas que logren leer el pulso emocional del país, que se conecten con lo que la gente siente y espera, serán las que logren destacar.
La primavera electoral chilena es, entonces, un momento de sensibilidad y oportunidad. Las marcas que sepan interpretar este clima, que se atrevan a hablar desde la esperanza sin caer en el triunfalismo, y que se conecten con la cultura y el sentir ciudadano, podrán no solo fortalecer su posicionamiento, sino también contribuir a una conversación más empática y constructiva.
