Por M. Gómez y E. Robledo
Gracias al programa de compra de divisas emprendido por el Banco Central, las reservas internacionales de Chile se incrementarán desde los US$ 28 mil millones acumulados a fines de 2010 a cerca de US$ 40 mil millones a fines de este año.
Y aunque incrementar las reservas implica que el ente rector tiene mayor liquidez, conlleva también otros desafíos a la hora de invertirlas.
“A medida que más se acumula, se corre el riesgo de concentrarse en EE.UU. y países europeos que hoy día enfrentan la revisión de sus clasificaciones. Y si bien es cierto que el dólar va a seguir siendo una moneda importante, también es cierto que los bancos centrales están comenzando a exponerse en otras monedas precisamente porque los niveles de liquidez son mucho más altos”, resume el gerente de la división de operaciones financieras del Banco Central, Beltrán de Ramón.
Y es que con un programa de compra de dólares al ritmo de US$ 50 millones diarios, parece razonable mirar también otras monedas. De Ramón dice que esa diversificación ya comenzó. “Si hace un año y medio teníamos 60% dólar y 40% euro, hoy bajamos la proporción de dólares a 50% e incorporamos monedas que se parecen bastante más al peso chileno en términos de su trayectoria: libra esterlina, dólar de Australia y dólar de Canadá”, explica.
De hecho, en el primer trimestre el patrimonio negativo del banco se redujo respecto del cierre de diciembre sólo por la apreciación de estas tres monedas, además del auge del oro. Seguir explorando en esa dirección implica mirar alternativas en Escandinavia, Oceanía y en algún país emergente.
Pero advierte que comprar estas monedas es adquirir deuda de mercados menos profundos que el estadounidense y el europeo, por lo que “al invertir en mercados más pequeños se podrían enfrentar problemas al momento de liquidar posiciones”. El dilema, entonces, es que tampoco se puede ir a invertir masivamente en muchos paises ya que las reservas deben poderse ocupar si es necesario.
“No es una pregunta sencilla de responder. Simplemente tener más fondos en las reservas internacionales necesariamente implica seguir profundizando la diversificación de monedas. Es eso lo que puedo adelantar. No hemos tomado ninguna decisión y no puedo descartar que no tomemos ninguna”, agrega De Ramón.
Buscando alternativas
Pero no sólo hay que mirar con cuidado las monedas, sino también los países. Y aunque resta dramatismo a noticias sobre EE.UU. - rebaja de S&P del outlook (“un tercio de probabilidad de recortar clasificación”) y déficit fiscal (“menor que el de Japón, como porcentaje del PIB”)-, el gerente admite que “obviamente es algo que tomamos en consideración”.
Precisa que las cifras del FMI confirman que Chile tiene una proporción en dólares en sus reservas mucho más baja que el promedio de los bancos centrales. “Es algo que evaluamos siempre, en particular si ahora tenemos más reservas. Tener alternativas siempre es sano, antes que ocurran los downgrade y con mayor razón después”, comenta.
Sobre los problemas de déficit fiscal en países de Europa, explica que ello ha motivado el concentrarse mayormente en el norte y centro del continente, con una mayor exposición en Alemania, Austria, Francia y algo en Italia y España. “Hemos ido saliendo de países A- (que es nuestro límite), de Portugal e Irlanda, porque de Grecia lo hicimos hace mucho tiempo”.
También está atento a los riesgos de mercado. “Un cambio abrupto de tasas o depreciación de monedas por supuesto que nos afecta y por eso la diversificación de monedas, instrumentos y países apunta en la dirección de tener un pool que permita compensar eventuales cambios.
Esta gestión conservadora, con una exposición bancaria que se ha reducido del 41,7% del total de activos en 2007 al 10% en 2010, rentó 0,36% anual el año pasado debido a las bajas tasas de las monedas en que invierten, rango inferior al 4% del período 2000-2008 cuando los bancos centrales tenian tasas de equilibrio.
El retorno se situó 9 puntos bajo el benchmark, “Usualmente nos va arriba, pero algunos años es más dificil”, acota el ejecutivo.