En una Alemania donde la tradición cervecera parecía inquebrantable, la histórica fábrica Lang‑Bräu —con 172 años de antigüedad— fue obligada a cerrar sus puertas, víctima de una tormenta perfecta: elevados costos operativos, inflación y, sobre todo, un cambio generacional que resignifica el consumo. Los jóvenes ya no beben cerveza como antes.
En un país donde el consumo per cápita alcanzó los 126 litros por persona en el año 2000, hoy apenas roza los 88, y el panorama empeora. En la primera mitad de 2025, la producción cervecera en Alemania cayó un alarmante 6,3 %.
Un fenómeno global
Pero esta abstinencia no se limita a Alemania. En otros países como España, el gigante cervecero Mahou San Miguel ya comenzó a invertir en diversificar su negocio, con opciones en el segmento del café, té, cacao o infusiones.
Al otro lado del Atlántico, el panorama es igual de inquietante. Según una encuesta de Gallup publicada en agosto, sólo el 54% de los adultos estadounidenses dijo haber consumido alcohol, la cifra más baja desde que se comenzó a registrar este dato, en 1939.
Lo más revelador es lo que ocurre con la generación más joven. Dos tercios de los adultos entre 18 y 34 años creen que incluso beber con moderación es perjudicial para la salud. La mitad de ellos ya no consume alcohol, frente al 41 % del año anterior.
¿Qué está detrás de esta transformación que tiene en jaque a la industria? Según el estudio, la creciente conciencia sobre los efectos del alcohol en la salud parece ser la causa principal. Sin embargo, algunas voces apuntan a otros factores.
Un reportaje del Financial Times sugiere que el auge de la marihuana legal y los medicamentos contra la obesidad tipo GLP-1 —que suprimen el apetito y, en algunos casos, también las ganas de beber— podrían estar jugando un papel clave.
¿Y en Chile?
Con las Fiestas Patrias a la vuelta de la esquina, la pregunta que queda abierta es cómo golpea este fenómeno mundial a los productores chilenos. Según un estudio de Activa –que se publicará el martes–, la cerveza ha perdido protagonismo en las celebraciones. En 2025, cayó del segundo al cuarto lugar entre las bebidas preferidas para Fiestas Patrias, siendo superada por el vino y las bebidas sin alcohol.
Los datos de la Asociación de Productores de Cerveza de Chile (Acechi) también confirman el declive. El consumo per cápita alcanzó su punto más alto en 2021, con 65,55 litros, pero desde entonces no ha dejado de caer: en 2024 llegó a los 54,4 litros.
“En los últimos años hemos notado un cambio muy marcado en los hábitos de consumo, los jóvenes están consumiendo de manera más consciente, valoran la moderación y al mismo tiempo buscan experiencias de mayor calidad”, reconoció la directora de marketing de Cervecería AB InBev, Camila Plass.
Sobre este punto, afirmó que “la premiumización es una tendencia donde los consumidores prefieren menos cantidad y productos de mayor estándar, con marcas que representen valores con los que se identifican”.
La ejecutiva explica que esto tiene que ver con factores culturales y sociales asociados a un mayor acceso a información sobre salud y bienestar, influencia de redes sociales que promueven estilos de vida equilibrados y también una mayor preocupación por el impacto ambiental y social de las compañías.
Pese a la caída en el consumo general, la cerveza sin alcohol ha experimentado un crecimiento inesperado, especialmente entre la generación Z. Solo en 2023, este segmento creció un 33 % en la región.
“En los últimos cinco años este segmento ha crecido de manera sostenida, con promedios anuales de doble dígito, y todo indica que mantendrá una expansión similar en el futuro, impulsada por cambios profundos en las preferencias de consumo”, dijo Plass.
Según los datos de CCU, la cerveza sigue siendo la categoría con mayor penetración en Chile para los jóvenes, incluso superando sus niveles de 2019.
Por otra parte, ven una “creciente preferencia por categorías con menor graduación alcohólica, saborizadas y listas para tomar, como por ejemplo los productos "ICE"”, contó el gerente de desarrollo comercial de la firma, Francisco Díaz.
¿Sustitución por drogas?
“No hemos observado una correlación entre la disminución del consumo de alcohol y un aumento en el uso de otras drogas entre jóvenes”, aclaró a Señal DF la directora nacional de Senda, Natalia Riffo.
Lo que sí se percibe —agrega— es una transformación en los entornos y hábitos: “Hoy existe una mayor percepción de riesgo frente al consumo frecuente de alcohol y una generación más conectada con estilos de vida saludables”.
Aun así, advierte que esto no significa que los riesgos hayan desaparecido: “Persisten contextos donde el consumo se normaliza. Por eso, más que una sustitución entre sustancias, lo que vemos es una evolución del escenario de riesgos, que nos obliga a seguir fortaleciendo nuestras estrategias de prevención”.