El debate sobre las políticas hacia los trabajadores extranjeros abierto en los últimos días por los gremios sectoriales liderados por la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) alertando un severo déficit de mano de obra, escaló a un encendido cruce de opiniones sobre las estrategias que debe adoptar el país para contener la inmigración y entró de lleno en la campaña presidencial.
La polémica está lejos de terminar, ya que la baja disponibilidad de trabajadores que advierten los privados tiene lugar en las vísperas de las primeras cosechas previstas para el presente mes y que llegarán a su punto máximo este verano en la fruticultura, que se juega su temporada 2025-2026.
El punto decisivo para el mundo agrícola tendrá lugar entre diciembre y marzo próximos con el peak de la cosecha de cereza en una superficie de 82 mil hectáreas entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos, con la meta de procesar más de 100 millones de cajas en un corto periodo para totalizar envíos por US$ 3.500 millones. “La cereza es delicada y muy perecible y si no se cosecha el día adecuado, el producto ya no sirve para la exportación al otro lado del mundo en un viaje de 25 días por barco”, subrayó el presidente de la SNA, Antonio Walker. Ese complejo momento requiere más de 200 mil trabajadores que “no somos capaces de absorber con la fuerza laboral nacional, y lo mismo ocurre para el peak de otras cosechas como uva de mesa, carozos, manzanas, peras y kiwis”, advierte el directivo gremial sobre las necesidades del agro, que el año pasado realizó envíos por US$ 13.500 millones tras un crecimiento de 7,4%, tasa 3,5 veces superior al incremento de la economía nacional.

“Sin los inmigrantes, Chile simplemente no puede cosechar, especialmente en la fruticultura que exporta US$ 8.500 millones y cuyo crecimiento es lo que más demanda mano de obra”, remató. De cara a a la temporada que viene, estima que los requerimientos serán, al menos, similares a los del año pasado, ejercicio en que la agricultura anotó un salto.
Las estimaciones de déficit de mano de obra ascienden a entre 300 mil y 350 mil trabajadores para el punto alto entre los meses de noviembre y marzo -como es el caso de la uva de mesa, cuya recolección parte en la zona de Copiapó el próximo mes y culmina en la Región del Maule hacia abril de 2026-, tanto en los productos de exportación como en los de consumo interno que se cosechan a mano como tomates, melones y sandías. “Eso requiere una cantidad de mano de obra tremenda y el trabajador chileno no da abasto”, dijo el expresidente de la SNA, Luis Mayol.
"Sin los inmigrantes, Chile simplemente no puede cosechar, especialmente en la fruticultura que exporta US$ 8.500 millones y que demanda más mano de obra”, señaló Antonio Walker, presidente de la SNA
Predominio boliviano
¿Quiénes componen la fuerza laboral extranjera en el campo?
Mientras en años pasados el arribo de migrantes haitianos cambió la fisonomía en amplias zonas agrícolas, actualmente esa comunidad ha reducido su presencia mientras subió con fuerza la participación de personas provenientes de Bolivia.
“Los bolivianos han tomado la delantera en ese sentido de la inmigración, y son bastante requeridos en el mundo del agro, donde han tenido una buena llegada”, indicó el Coordinador del Observatorio Económico Social de la U. de la Frontera, Patricio Ramírez.
Para la Coordinadora Programática de Fundación Avina, Antonia Garcés, el hecho de que los bolivianos hoy sean la principal comunidad trabajando en el agro está en sintonía con “la tendencia en el tema de la obtención de visas laborales, lo que está acompañado de política pública ya que hubo un avance de parte del Estado en facilitar todos los temas con la Visa Mercosur”.
En efecto, el acuerdo entre los gobiernos de Chile y Bolivia en torno a la Visa Mercosur con un convenio para faenas determinadas con vigencia de dos años, simplificó la tramitación –basada ahora en el carnet de identidad en vez de pasaporte-, acortó los tiempos a 15 días e hizo gratis un trámite que antes costaba US$ 150. “Ha sido una gran solución para la agricultura. El resultado es que 92 mil bolivianos han entrado con visa de trabajo este año, un gran logro en el convenio que firmamos con el Servicio Nacional de Migraciones”, recapituló el presidente de la SNA, quien destacó la cultura agrícola de los trabajadores de esa nacionalidad. Al respecto, Mayol complementó que el sector “ha ido prefiriendo la gente de Bolivia porque son muy disciplinados, cumplidores y eficientes”.
¿Cuántos trabajadores extranjeros necesita exactamente el agro?
La respuesta se topa con una brecha de estadísticas actualizadas y precisas del fenómeno, partiendo por variables básicas como las plazas de trabajo que genera este rubro. “Hace una década, el sector agrícola tenía cerca de 800 mil ocupados y equivalía en torno al 9% del total. Eso ha caído de manera importante y hoy los ocupados se ubican en torno a 500 mil representando poco más del 5% de los trabajadores. Es un dato en cuanto a que no hay una explosión de ocupados en ese sector”, acotó Ramírez.
A su vez, desde la SNA señalaron que el rubro genera un millón de empleos directos si se incorporan las actividades de servicio, a lo que suman otras miles de plazas laborales indirectas. “Hay estadísticas que no consideran las labores de temporada. Y el INE toma en cuenta los empleos de la agricultura primaria, pero deja fuera la cadena del campo al puerto. Por ejemplo, todos los packings donde se procesa y embala la fruta, cuyos trabajadores no están incorporados”, subrayó el timonel de ese gremio.
De ahí que resulte aún más complejo dimensionar la necesidad de trabajadores extranjeros. “¿Cuál es exactamente el déficit de la fuerza laboral nacional para abordar labores de alto requerimiento de mano de obra en agricultura? No lo sabemos. Pero para cosechar lo que Chile exporta necesitamos la mano de obra inmigrante como un complemento muy importante”, acotó Walker.
En el análisis inciden factores relevantes como el nivel de informalidad. “La tasa de informalidad es muy alta y este año bordea el 41%, lo cual es un desafío para el agro en cuanto a formalizar a sus trabajadores, tanto nacionales como extranjeros”, puntualizó Ramírez. “El agro es un sector informal y hoy esto se hace más urgente al cruzarse el tema de la irregularidad migratoria dado que hay mucha población migrante trabajando pero que en muchos aspectos se mantiene invisible”, resaltó Garcés.
Walker acotó que mientras las empresas que “producen, procesan y exportan cuentan con una estructura en recursos humanos, de un total de 140 mil productores, un 99% de ellos son pequeños y medianos, a los que les cuesta mucho el cumplimiento perfecto de la formalidad”.
Mayol añadió que en el caso de los exportadores “existen cerca de 50 acuerdos internacionales en el sector agrícola y en todos ellos se exigen buenas prácticas agrícolas y laborales. Sin su cumplimiento no se puede entrar a los países que los exigen y, además, pagan mejor, como EEUU, Europa, China y Corea".
El debate que viene
Superado el primer round por la formalización de los inmigrantes, el presidente de la SNA, instó a una “política de migraciones ordenada, segura y regular, con una ley moderna que facilite el cumplimiento”. Puntualizó que se trata de un fenómeno global que países demandantes de un gran número de trabajadores -como Nueva Zelanda y Australia- han abordado con legislaciones para “contratar mano de obra para labores determinadas, en tiempos definidos, que permite a los trabajadores venir y después volver a sus países”.
A juicio del exdirector del Servicio Nacional de Migraciones, Álvaro Bellolio, el país ya cuenta con soluciones disponibles: “la visa de trabajador de temporada es una herramienta muy potente. Permite ordenar los flujos migratorios, garantizar derechos laborales y, a la vez, dar certezas al sector agrícola, permitiendo traer mano de obra de forma temporal por seis meses al año y dura cuatro años. Y existe la visa Mercosur y se pueden usar autorizaciones de trabajo con permanencia transitoria”. Sobre esta base, el ahora director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Andrés Bello argumentó que “no se entiende por qué el sector agrícola tendría un trato especial respecto a las leyes migratorias y laborales que todos deben cumplir (…) lo que no se puede hacer es improvisar soluciones a semanas de la cosecha”.
Si bien valoró la función de los permisos de trabajo temporales, Walker enfatizó que “hay una política de migraciones con una ley obsoleta, con un tope máximo de 15% de trabajadores extranjeros; tenemos que sincerar que Chile está inserto en la globalización como país productor y exportador”. E insistió en entrar a una discusión general respecto de “qué pasa con la gente buena, honrada y trabajadora que entró a Chile antes, cuando no existía este mecanismo y que ha hecho un tremendo aporte”. Y no sólo en el agro, sino también “en un gran número de áreas como estaciones de servicio, restoranes, cuidado de adultos mayores y trabajo en casa particular”.
Así, Walker da pistas de su voluntad de seguir impulsando este debate "dejando a un lado la demagogia en cuanto a que buscamos mano de obra barata, ya que queremos buenas remuneraciones y formalidad en el empleo”. Con esa consigna, la SNA seguirá conversando con autoridades de Gobierno y parlamentarios, con una agenda que incluye una reunión con la Comisión de Agricultura del Senado la próxima semana. 