Fernando Carmona y propuestas del PC en programa de Jara: “No hay un abandono de las ideas, sino un proceso para sumar más voluntades”
El economista y exjefe programático de Jeannette Jara defiende el planteamiento de “guiar” el desarrollo con demanda interna y sostiene que las alzas del salario mínimo generan crecimiento económico.
Por: David Lefin
Publicado: Viernes 12 de septiembre de 2025 a las 21:00 hrs.

Foto: José Montenegro
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Aunque salió del comando de Jeannette Jara después de las primarias, el exjefe programático de la candidata oficialista, Fernando Carmona, sigue de cerca la campaña y se declara esperanzado en un triunfo. El economista fue removido del equipo para incorporar nombres e ideas del Socialismo Democrático para un nuevo programa que mirara más hacia el centro, con el fin de configurar una candidatura más amplia y de centroizquierda. “Es razonable y esperable para sumar más voluntades”, afirma.
Carmona es miembro del Comité Central del Partido Comunista y hace cuatro meses asumió la dirección del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), centro de estudios ligado a esa colectividad. “Estamos con harto trabajo, tratando de instalar nuestros marcos teóricos e ideas en el debate nacional, y generar puntos de referencia para ciertos actores sociales”, explica.
Su referente es el economista polaco Michal Kalecki, quien junto a otros economistas como Joan Robinson crearon la escuela post-keynesiana, que llega a conclusiones similares a Keynes, pero con una mirada marxista. En Chile, sus referentes son los economistas Ricardo Ffrench-Davis y el recientemente fallecido Hugo Fazio.
"Lo que veo es que a la economía chilena le va a empezar a ir bien y probablemente tendremos espacio para pensar en una subida de salario mínimo en esa cifra ($750 mil), pero siempre tomando en consideración su desarrollo y un debate año a año".
-¿Ve posibilidades reales de impulsar el ideario comunista en Chile desde el Gobierno?
-Creo que sí. Las propuestas en economía que hace el partido son pertinentes, pero en política uno no solo debe tener las ideas de cambio, sino también las voluntades. Tiene que haber una masa crítica lo suficientemente grande. Creo que las ideas son perfectamente desarrollables y esa masa crítica es cada vez más grande. Si estas ideas se hubieran planteado, por ejemplo, el año 2000, hubieran sido muy fuera del mainstream, muy de la izquierda extraparlamentaria. Hoy día, en cambio, son parte del debate. Pero uno no puede pretender que las ideas de un solo partido configuren las soluciones de políticas públicas. Lo que uno espera es que esas ideas formen parte de esas soluciones junto con otras. Eso se construye a partir del diálogo. Hoy las ideas del PC forman parte de la agenda de políticas públicas en mayor medida que antes. Y probablemente en la medida que esas ideas vayan mostrando la capacidad que tienen para mejorar el crecimiento económico, por ejemplo, van a ganar más terreno. Cuando la actual ministra Camila Vallejo levantó el tema de las 40 horas fue bastante criticado, pero día es una política pública. Ese es el tránsito en el que estamos.
-Pero ¿en qué consiste esa oferta que el partido hace a la ciudadanía?
-Las preguntas que se ha hecho el PC desde el inicio tienen que ver con cómo distribuyo mejor la riqueza y cierro las brechas de desigualdad a partir de una mirada sobre el mundo del trabajo y sobre las formas de producción en la economía, que permitan que los trabajadores tengan mayores ingresos en función de su trabajo. Desde que parte el partido hasta ahora eso solo ha ido en ascenso, con excepción del golpe de Estado, que retrocedió varias leyes importantes como la negociación ramal, que de a poco se han ido reponiendo en el debate.
-¿Qué piensa cuando desde algunos sectores, ahora en campaña, dicen que las ideas comunistas están fracasadas en el mundo o son “empobrecedoras”?
-Todos los sistemas políticos tienen la posibilidad de fracasar o triunfar. No depende de tu sistema de ideas, sino de cómo las implementas, la velocidad, la consistencia o lo sustentable. China es un país que se declara comunista y vemos la capacidad que tuvieron de sacar a 80 millones de personas de la pobreza, y hoy día están a punto de ser la primera potencia mundial, si no lo son ya. Es un país al que le va bien en crecimiento económico, saca gente de la pobreza y, además, nos lleva al futuro en la aplicación de ciencia y tecnología.
-¿Ese es un modelo que le gustaría para Chile?
-Es difícil, porque hay problemas idiosincráticos que no los vamos a resolver igual que ellos, pero el modelo funciona, lo dicen los datos. Solo digo que cuando se plantea que estas ideas están destinadas al fracaso, eso es mentira.
“Hay que lograr apoyos para ganar el Gobierno”
-¿Con los cambios en la campaña de Jara se han ido diluyendo las ideas del PC?
-No creo. La orientación de las políticas sigue presente. Pero me parece súper razonable y esperable que, en la medida que se van incorporando nuevos apoyos, esos apoyos también deban sentir que el programa les pertenece, que son parte de él. Al final del día, hay que lograr los apoyos necesarios para ganar el Gobierno. Y la misma orientación que uno busca puede tener otras fórmulas. Por ejemplo, en el salario vital de $750 mil ahora se propone una arquitectura distinta, pero sigue ahí. Uno no se puede enamorar de la arquitectura de una solución.
En esto pienso como ejemplo la primera Convención Constitucional. En palabras de muchos constituyentes lo que se presentó era la Constitución más avanzada del universo. Pero si tiene un 38% de aprobación y una menos avanzada tuviera el 51%, mejor quédate con la que logra el 51% y avanza.
- ¿No hay entonces un abandono de las ideas del partido?
- No hay un abandono de las ideas, sino un proceso para sumar más voluntades. Y si esta nueva arquitectura suma más voluntades al proyecto, a mí me parece perfecto, porque de todas maneras van en la misma dirección. Ahí está la negociación ramal, el salario mínimo o impulsar gasto público... El Partido Comunista siempre tiende a pensar la política como procesos, no como una foto. No es lo que gano hoy, sino para dónde voy. Los comunistas nunca hemos querido acelerar los procesos, ni en la UP, ni en ningún momento. Los procesos sociales tienen un ritmo y hay que respetarlos.
-¿Está tranquilo con el programa que se ha ido construyendo?
-Ni siquiera tranquilo, estoy de acuerdo. No tengo ninguna contradicción.
“Mayor crecimiento sustentado en la demanda interna”
-¿Qué le pareció que el Banco Central apuntara en el IPoM de esta semana al salario mínimo y las 40 horas como una causa del mayor desempleo?
-Cuando aumentas el salario mínimo o se establecen las 40 horas, hay dos efectos que son típicos: de sustitución y de ingreso. El primero es el que nos dice que aumentan los costos laborales y uno podría preferir reemplazar trabajadores por tecnología. Pero el efecto ingreso implica que, en la medida que se paga más salario, aumenta la masa salarial, los empresarios se dan cuenta de que viene una mayor demanda efectiva, aumentan la inversión y la economía crece. Entonces, el efecto sustitución nos dice que podemos perder empleo, pero el efecto ingreso nos dice que vamos a ganar empleo por actividad económica. Y lo que muestran las proyecciones del IPOM es, precisamente, que vamos a tener un mayor crecimiento sustentado en la demanda interna, porque subieron las proyecciones de consumo privado e inversión.
-¿Las mejores proyecciones son por el alza del salario mínimo?
-En parte, sí. Creo que estamos iniciando un ciclo expansivo y eso va a traer más trabajos. Hoy estamos viendo el efecto sustitución, pero vamos a empezar a ver el efecto ingreso, que nos va a llevar a tener más empleos.
-¿Sigue defendiendo que la economía chilena puede llegar a un salario vital de $750 mil como planteaba el programa original de Jeannette Jara y que ahora se ha reformulado?
-Efectivamente hay que buscar aumentos de salario mínimo que sean aumentos en productividad, por sobre la inflación y que, además, incorporen objetivos de política pública en el sentido del mejoramiento de las condiciones materiales de las personas que ganen el salario mínimo. Y lo que veo es que a la economía chilena le va a empezar a ir bien y probablemente tendremos espacio para pensar en una subida de salario mínimo en esa cifra, pero siempre tomando en consideración su desarrollo y un debate año a año.
-A usted se le responsabilizó de la idea de generar desarrollo económico guiado por la demanda interna en el primer programa de Jara, ¿cómo tomó las críticas?
-El IPOM identifica claramente que lo que ha estado sucediendo en Chile es que tenemos mejores proyecciones de crecimiento producto de un aumento de demanda interna. Y cuando uno dice que quiere una política “guiada por” no quiere decir “constituida únicamente por”. Chile es un país pequeño, tomador de precios y abierto al mundo, y manejar el comercio internacional desde este país es imposible. Entonces, ¿qué se puede hacer? Mejorar tus condiciones de demanda interna. Las políticas públicas centrales que puede hacer un Gobierno para mejorar el crecimiento del país son gasto público, inversión pública, demanda interna, mejoramiento de los salarios… Hay que desideologizar este debate, la demanda interna no es un concepto de la izquierda, sino un concepto de la economía. Y el mismo Banco Central informe tras informe está diciendo que Chile crece por demanda interna.
“Si la meta fiscal genera un aterrizaje forzoso de la economía o recortes de gasto social, quizás no es una buena meta”
-Usted generó una polémica al afirmar que ha habido un “excesivo conservadurismo” en materia fiscal. ¿Cuál debiera ser la prioridad del Presupuesto 2026 que se presenta este mes?
-Aún no se conoce el proyecto, pero ya ha habido declaraciones de la directora de Presupuestos en algunas instancias, donde ella dice que podría haber ajustes en algún gasto social, en ciertos beneficios sociales, y se ha hablado de seguridad pública y gobiernos regionales. Uno se pregunta por qué llegamos a esto. Y lo que pasa es que queremos recortar el gasto social para llegar a una cierta meta fiscal el 2029, en este caso un 0% del PIB. Entonces, hay que preguntarse si esa meta es razonable o hay que rediscutirla. Y si definimos que es 0% está bien, veamos si no es más razonable llegar a esa meta en 2035, y que el ajuste ahora sea menor.
Y el otro criterio que se ha fijado es que no podemos pasar un límite de deuda de 45% del PIB, lo que también es una meta autoimpuesta. Pero hay personas como el expresidente del Banco Central, Roberto Zahler, que dicen que hay espacio para llegar a 50% y no pasaría nada.
-¿Propone flexibilizar la meta fiscal?
-Si la meta fiscal genera un aterrizaje muy forzoso de la economía o recortes de gasto social quizás no es una buena meta. Eso tiene que estar en el debate público, con criterio de realidad.
-La regla fiscal es reconocida internacionalmente, ¿no teme que seguir cambiando las metas o aumentando la deuda deteriore la clasificación de riesgo y lleve a mayores tasas de interés?
-Yo no estoy en contra de la regla fiscal, lo que digo que es que hay que discutir las metas que se fijan los gobiernos para esa regla. No hay que ser talibán en esto. Una tasa de deuda de 45% es bajísima y una tasa del 50% sigue siendo bajísima. Obviamente no hay que pensar en financiar gasto corriente con deuda, eso es pésima idea, pero sí se puede pensar en qué requerimientos de inversión pública urgentes tiene el país, que sí se pueden financiar con deuda. Eso tiene que estar en el debate.
En Chile, el debate económico está lleno de una visión única y cuando uno sale de eso le caen las penas del infierno. Por ejemplo, en el salario mínimo, está lleno de estudios que avanzan sobre la idea de que no necesariamente tiene efectos negativos en el empleo y puede tener efectos positivos de acuerdo con la temporalidad. Pero en Chile estamos como formateados desde las escuelas de economía con la idea de que cualquier alza al salario mínimo genera desempleo. Eso es una simplificación de la economía.
-Las candidaturas de Kast y Matthei proponen bajar el impuesto a las empresas y Jara descarta una reforma tributaria. ¿Cuál es su opinión?
-En el instituto sacamos recientemente un análisis sobre los efectos macroeconómicos que podría tener en conjunto el programa de Kast. Y vemos que si aplicamos todas las normas que él está proponiendo podríamos tener un frenazo bien importante de la economía. Su programa supone que si los empresarios pagan menos impuestos habrá más inversión, porque tendrían más plata disponible. Pero eso es muy poco razonable si se pretende bajar el gasto fiscal en US$ 6 mil millones en 18 meses. Si los empresarios ven que habrá un frenazo por el recorte de gasto, no van a invertir más, porque no van a proyectar más demanda efectiva.
-¿Y qué le parece que la candidata del oficialismo descarte una reforma?
-En estos tres últimos gobiernos hemos aprendido que las reformas tributarias discutidas como en el aire, sin un objetivo fiscal claro, terminan trabadas. Al final de lo que terminamos discutiendo es de nuestra visión sobre qué tan grande o pequeño tiene que ser el Estado, y las izquierdas y derechas tenemos visiones contrapuestas. En cambio, si fijamos objetivos y decimos que queremos más gasto fiscal para tal gasto social, es más posible lograr los aumentos de ingresos.
-¿Y hoy existe ese objetivo a financiar?
-Primero hay que saber cuál será el presupuesto. Si es demasiado bajo, evidentemente cualquier iniciativa de nuevo gasto va a implicar una readecuación del gasto o buscar algún nuevo ingreso. La regla básica es que un gasto permanente requiere un ingreso permanente. Eso es responsabilidad fiscal para mí.

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