Argentina es el primer episodio de la que podría ser un símil de Guerra Fría entre EEUU y China en Latinoamérica. La región, que hasta ahora ha logrado mantener su neutralidad, se está viendo presionada por una Casa Blanca que mira a sus vecinos con una nueva agenda.
“Argentina va a sacar a China del país”, declaró el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, cuestionado sobre la ayuda financiera al Gobierno de Javier Milei.
Es sólo el comienzo y las élites de la región no están prestando atención, advierte Francisco Urdinez, profesor asociado del Instituto de Ciencia Política de la PUC, donde también dirige el Núcleo Milenio para los Impactos de China en América Latina (ICLAC). Su nuevo libro "Desplazamiento económico. China y el fin de la supremacía estadounidense en América Latina” se basa en la premisa de que el avance de Beijing llena un vacío creado por el retiro de Washington.
En el libro, Urdinez crea un “Índice de Peso Económico” que toma en cuenta toda la actividad (comercio, préstamos, donaciones, etc) tanto china como estadounidense en la región. “Ese índice para China aumentó en 15 veces desde el año 2001. En cambio, el índice equivalente de EEUU se contrajo en 50% (...) En 12 países, que representan el 60% de la población y del PIB de la región, China ha desplazado a EEUU en su peso económico, según el índice. Con una división clara, entre una Sudamérica en la que domina China, y México y Centroamérica donde en algunos casos EEUU incluso ha aumentado su peso económico en los últimos años”, explica Urdinez en entrevista.

-¿Se traduce el mayor peso económico en influencia política?
-No necesariamente China capitalizó todo esto en, por ejemplo, soft power, o que la gente la admire más. Pero lo que sí noto es que EEUU pierde, erosiona su influencia. La gente tiene peores opiniones de EEUU como un país capaz de resolver problemas en la región. Los políticos dejan de escoger a EEUU como la prioridad de política exterior. En las Naciones Unidas y en otros organismos internacionales la convergencia de votos entre EEUU y los países latinoamericanos se reduce de una forma importante cuando China desplaza económicamente a EEUU.
-¿Crees que la Casa Blanca se dio cuenta de la influencia de China en Sudamérica, que es la parte más rica de la región en recursos naturales críticos?
-Sí, en cierta forma el acercamiento a China es funcional a que EEUU te preste atención. EEUU responde a amenazas externas y, por tanto, a veces, son necesarias estas amenazas para que la región se vuelva prioritaria. China poco a poco ha ido construyendo una red de intereses económicos; y creo que eso ha generado una alarma en Washington, donde hay una discusión muy viva respecto a si existen las herramientas para ganar influencia económica en el corto plazo porque EEUU no cuenta como China con bancos políticos.
-¿Tendremos que elegir como región?
-Jorge Heine, exembajador chileno en China y en la India, tiene un libro que discute si es factible en el largo plazo que nosotros, países pequeños de América del Sur, tengamos estas políticas de “no alineamiento activo” como él las llama. Pienso que esto es difícil de sostener. En el largo plazo la región probablemente se divida en dos grandes bloques, en dos grandes regiones de influencia.
-Lo estamos viendo Argentina. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, fue muy claro sobre las intenciones de EEUU de que Argentina desarme su relación con China. ¿Estamos entrando a una etapa en que EEUU nos va a presionar como región a decidir, a tomar bando?
-Sí. Creo que hay dinámicas de la Guerra Fría que lamentablemente se van a repetir por memoria institucional, por forma de hacer política externa en EEUU, donde se va a obligar a los países a tomar partido. Esta especie de ambigüedad estratégica a EEUU no le agrada.
Divisiones internas
Urdinez anticipa que la división también será interna, como ya se ve en Argentina, donde la discusión de la ayuda de EEUU ha alimentado la polarización política. “Creo que, si entramos en un escenario similar a una especie de Guerra Fría, por lo menos un orden bipolar, nuestros órdenes políticos, nuestros partidos, nuestras elecciones, con quién queremos estar va a ser un tema central en los debates de política exterior. No tengo duda de eso”.
A Urdinez le llama la atención que el tema esté ausente de la campaña electoral en Chile debido a la participación de Jeanette Jara. “Por ser la única y primera candidata comunista con posibilidades de ganar una elección presidencial en los últimos 30 años, yo hubiera esperado que hubiese un debate grande sobre China. No lo ha habido, me sorprende”.
-¿No crees que es una muestra de cómo nuestras élites están subestimando el escenario hacia el que estamos caminando?
-Sin duda. Yo creo que hay una falta de comprensión en la región sobre el nivel de sensibilidad, el momento histórico que transcurre. Aquí vivimos un poco ensimismados en nuestros problemas domésticos que siempre son importantes y grandes, pero hay una especie de desconocimiento o de ignorancia sobre cuán serio es el escenario de transición que estamos viviendo. Por lo menos no noto que esto esté siendo discutido en las élites políticas.
Para Urdinez, "el caso chileno es, además, crítico porque es un país que apostó, más que otros, a un mundo en el cual este equilibrio de poder entre EEUU y China era resuelto por la vía de la amistad. El modelo chileno apuesta a un mundo abierto, globalizado, de ventajas comparativas; y con el retorno de la geopolítica y de las alianzas, y de una lógica amigo-enemigo, quedamos muy mal parados y eso merece una discusión profunda a nivel diplomático, a nivel empresarial y yo tengo la sensación de que ese debate es muy superficial o prácticamente no existe”. 