Hasta entonces la Fed también tendrá en sus manos las cifras de empleo y el índice de precios al consumidor (CPI en inglés) de agosto. Si bien el PCE que se publicará el 29 de agosto corresponde a julio, y por lo tanto no recoge el impacto de la entrada en vigor de las “tarifas recíprocas” y otros aranceles, el índice es el insumo de inflación preferido por la Fed.
Por su metodología de medición y ponderación de los bienes y servicios, el PCE refleja con mayor amplitud los cambios de comportamiento de los consumidores y su poder adquisitivo. A diferencia del CPI, el PCE incluye a los hogares en áreas rurales y el gasto que organizaciones (seguros, empleadores, etc) hacen en nombre de los consumidores.

En junio, el PCE general alcanzó un alza anual de 2,6% tras tres aumentos mensuales consecutivos. La medición subyacente, enfocada en servicios, llegó a 2,8%, alejándose cada vez más del rango de inflación meta de 2%.
Sin embargo, como mencionó Jerome Powell en Jackson Hole el pasado viernes, la Fed está viendo un cambio en el balance de los riesgos inflacionarios y de empleo. Al afirmar que con la política monetaria en territorio restrictivo (por sobre su nivel neutral), quizás es momento de modificar la dirección de la política monetaria. Pero quizás no a la velocidad que le gustaría ver a la Casa Blanca.
Las proyecciones del mercado apuntan a un alza anual de 2,8%-2,9% en julio. Tal lectura reforzaría el argumento de cautela de la Fed, tomando en cuenta que el índice podría tener un alza mayor en los próximos meses a medida que se agoten los inventarios y las empresas se vean obligadas a reducir el impacto del aumento de arancelario en sus márgenes.
Una variación anual de 3%, o peor aún por encima de ese nivel, sobre todo en su medición subyacente, agravaría las expectativas inflacionarias, y quizás obligaría a la Fed a cambiar sus planes.
Por el contrario, una desaceleración del índice daría más argumentos a quienes restan importancia al impacto inflacionario de los aranceles, ya sea por ser limitado hasta ahora o argumentando que será un ajuste de precios temporal, para presionar por un recorte de tasas agresivo (50 puntos base) en septiembre.
La Casa Blanca estará mirando…
El informe con los datos del PCE, acompañado por cifras de ingreso y gasto personal de los consumidores, no llegará hasta el final de la semana. Antes, el mercado y la Fed recibirán nuevas cifras sobre la actividad económica.
El reporte central que capturará más titulares probablemente será la segunda estimación del PIB del segundo trimestre. No se esperan ajustes desde la primera estimación de un crecimiento anual de 3%.
Quizás sea más interesante prestar la atención a otros reportes como los datos semanales de subsidios por desempleo (jueves 28), o las órdenes de bienes durables de julio (martes 26) que podrían mostrar una segunda contracción mensual consecutiva.
Pero una cifra que la Casa Blanca estará mirando con atención son las ventas de viviendas nuevas (lunes 25). Los datos de junio confirmaron una desaceleración que se inició en enero y que ha llevado a índices de como ventas pendientes o permisos de construcción a sus niveles más bajos en varios años.
Analistas apuntan a la incertidumbre generada por las políticas de la Casa Blanca, el impacto de las redadas anti inmigratorias en la construcción y el mayor costo de materiales que está afectando al sector inmobiliario.
La Casa Blanca culpa a las altas de tasas de interés que mantiene la Fed y que -argumenta Donald Trump- es la razón detrás de tasas hipotecarias que bordean el 7% (a 30 años).
Con las elecciones legislativas del próximo año ya en la mira, la baja de las tasas hipotecarias se ha convertido en una obsesión de la administración de Trump, y uno de los principales motores de la campaña de presión sobre la Fed.
De vuelta a las tech
Pero no sólo la Reserva Federal ofrecerá nuevos posibles catalizadores para alzas en el mercado. Nvidia reporta sus resultados trimestrales el 27 de agosto después del cierre de la sesión en Wall Street. Las cifras de Nvidia tienen el potencial de revivir el repunte de las acciones tecnológicas, interrumpido la semana pasada, o de profundizar las caídas del sector. Analistas esperan que Nvidia reporte al menos un alza de 53% en sus ingresos. Cerca de nueve firmas de inversión han elevado las recomendaciones a favor de la firma. UBS ha elevado el precio objetivo de la acción a US$205, lo que supone un alza de 16% desde su precio de cierre del 22 de agosto.
Sin embargo, la tecnológica enfrenta retos políticos, en medio de las tensiones entre Washington y Beijing, y el acuerdo alcanzado con la administración de Trump de entregar 15% de sus ventas en China a cambio de una licencia para exportar.
No se menciona mucho. Pero la intervención de Trump en Nvidia y posiblemente otras empresas de semiconductores es uno de los factores detrás de las pérdidas del sector la semana pasada. El mercado querrá escuchar a Jensen Huang, mientras mantiene la vista puesta en la Fed.