Mientras Estados Unidos muestra su poderío militar en el Caribe con buques de guerra y bombarderos B-1, China libra una batalla más discreta en América Latina: la carrera por respaldar a las startups más prometedoras de la región.
Para los emprendedores latinoamericanos, la llegada de inversionistas chinos con amplios recursos en medio de una fuerte sequía de financiamiento es una buena noticia. Sin embargo, los fundadores deben ser cautelosos: en la actual rivalidad entre potencias, aceptar capital chino podría complicar su expansión hacia Estados Unidos o una futura cotización en bolsas estadounidenses.
El capital de riesgo suele operar fuera del radar, pero al hablar con fundadores e inversionistas en toda la región surge una tendencia clara: las firmas chinas están explorando negocios locales y posibles acuerdos.
Ven en América Latina una nueva frontera para la inversión en etapas tempranas, una región que, en muchos aspectos, recuerda a la China de hace unas décadas, con una clase media en ascenso, mercados listos para la disrupción y mucho por construir. A diferencia de su país, donde enfrentan competencia feroz y presiones deflacionarias, aquí el terreno está casi libre.
Gigantes como Didi Global Inc. y BAI Capital exploran silenciosamente oportunidades de inversión, apostando a que la próxima generación de emprendedores latinoamericanos produzca otro MercadoLibre Inc. o NU Holdings Ltd., los grandes éxitos tecnológicos de la región.
Didi incluso creó un brazo de inversión dedicado a América Latina, contratando a exejecutivos de JPMorgan Chase & Co. y McKinsey & Co. para identificar oportunidades, según fuentes cercanas a la empresa que pidieron no ser identificadas. Didi no respondió a las consultas enviadas por correo electrónico.
La tendencia quedó en evidencia la semana pasada, cuando la división internacional de Ant Group Co. -la fintech cofundada por el magnate chino Jack Ma- anunció una inyección de capital en la plataforma de préstamos R2, que opera en México, Chile, Colombia, Perú y Brasil. ¿El objetivo? Ampliar el acceso al crédito para pequeñas y medianas empresas.
BAI Capital, con sede en Pekín, ha invertido en la fintech mexicana Stori, además de lanzar MStar, una nueva compañía de financiamiento automotriz en México. En marzo, Tencent Holdings Ltd. participó en la última ronda de financiamiento de la fintech argentina Ualá.
Oportunidades y geopolítica
Los inversionistas chinos buscan diversificar fuera de su mercado doméstico, limitado por las regulaciones y el control estatal. En América Latina pueden aprovechar sus ventajas en inteligencia artificial (IA) y manufactura tecnológica, gracias a sus vínculos con los poderosos fabricantes de productos para marcas globales, los llamados OEM de China, para ganar terreno en nuevos mercados.
Muchos también apuntan a construir ecosistemas integrales, como se observa con la llegada de firmas de entregas de última milla como J&T Express e iMile, que atienden a minoristas chinos como Shein Group Ltd. y Temu, de PDD Holdings Inc.
Esta nueva ola de interés chino -tras el auge inicial de fines de la década pasada- ocurre justo cuando la actividad de capital de riesgo en América Latina se desplomó de un récord cercano a US$ 16 mil millones en 2021 a apenas US$ 5 mil millones en 2025, según la firma PitchBook. Este año se han cerrado menos de 600 operaciones, lo que coloca a 2025 en camino de ser el año con menos acuerdos desde 2018.
Estos nuevos inversionistas, con acceso a financiamiento barato, ofrecen un salvavidas para startups que buscan crecer, crear empleo y generar riqueza. Además, pueden transferir tecnología y conocimientos chinos que ayuden a escalar más rápido. Para muchos fundadores, se trata de una alternativa viable frente a los grandes grupos establecidos con presencia global.
Aun así, el componente geopolítico es difícil de ignorar. A medida que Washington vuelve a centrar su atención en la región, las alianzas con inversionistas chinos podrían desatar escrutinio político, poner en riesgo el acceso al mercado estadounidense o incluso complicar una futura salida a bolsa. Los emprendedores latinoamericanos deben sopesar estos riesgos antes de aceptar capital chino.
“La administración Trump observa de cerca, especialmente en tecnologías emergentes como la IA”, dijo Ramón Escobar, exdirector de Estrategia para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. “Si el capital estadounidense no se mueve rápido, los fundadores aceptarán los cheques chinos -y con el capital llega la influencia-”.
De hecho, mientras Amazon.com Inc. adquirió una participación en la empresa colombiana Rappi Inc. y, según informes, cerró un acuerdo similar con la mexicana QualityPost, el potencial de crecimiento sigue siendo enorme, y la competencia es cada vez mayor. En septiembre, Alibaba Group Holding Ltd., propiedad de Jack Ma, anunció que construirá su primer centro de datos en Brasil y expandirá operaciones en México, sumándose a las instalaciones que ya tienen Amazon, Microsoft Corp. y Alphabet Inc. en la región.
Por ahora, Washington sigue concentrado en su doble frente: la lucha contra el narcotráfico y la presión sobre Venezuela. Pero pronto, el campo de batalla geopolítico en América Latina se centrará en la tecnología: en qué protocolos de IA y semiconductores adoptan los países, qué nubes, redes y cables submarinos operan y, en última instancia, qué empresas, industrias y datos controlan.
Esa nueva fase pondrá a prueba no solo a los gobiernos latinoamericanos, sino también a los inversionistas y al sector privado.