¿Cuánto debe subir una acción para hablar de un rally? ¿10%, 20%, 100%? Incluso 500% podría parecer suficiente. Pero lo ocurrido esta semana con Eightco dejó cualquier parámetro atrás: en menos de dos días, el precio de sus títulos pasó de US$ 1 a más de US$ 80, un salto superior al 5.000%, más que la rentabilidad de Apple en 10 años o de Nvidia en cinco. Para ponerlo en perspectiva: quien compró US$ 100 en papeles de la compañía la semana pasada, y los vendió en el máximo de cotización, habría retirado más de US$ 8.000. Todo, en menos de dos días hábiles. Una locura.
Se trata de una compañía casi desconocida, ausente incluso en los foros más activos de inversionistas en Reddit. Nació en 2022 como escisión de Vinco Ventures bajo el nombre de Cryptyde. Su negocio original combinaba tres áreas dispares: Web3, hardware de minería de bitcoin y embalajes de cartón ondulado (sí, como leíste). Ese mismo año adquirió Forever 8, una firma que financia a vendedores de Amazon y otras plataformas de comercio electrónico. Pese a esos movimientos, la acción se mantuvo estable, sin mayor interés del mercado.
Hasta ahora.
Lo que movió a los inversionistas fue el anuncio de este lunes: Eightco convocó una colocación privada por US$ 250 millones para comprar unidades de Worldcoin -el token nativo de la cadena World impulsada por Sam Altman, fundador de OpenAI-. La operación dependerá de la aprobación de Nasdaq, donde cotiza Eightco, y contempla cambiar su símbolo por “ORBS”. Además, cambiará de presidente: Dan Ives, un veterano de Wall Street conocido como uno de los pioneros en apostar por Tesla, asumirá el liderazgo del directorio.
En concreto, Worldcoin es un proyecto cripto-biométrico que utiliza reconocimiento de iris y que Altman creó en 2019. Dos años después, la compañía presentó su token WLD, concebido como un intento de construir una economía digital más integrada y accesible. La iniciativa busca además entregar una herramienta de verificación de identidad (llamada World ID) pensada para distinguir a las personas reales de los bots y de las identidades falsas multiplicadas por la inteligencia artificial.
Tendencia al alza
En simple, lo que hizo Eightco -una firma que hasta hace poco se dedicaba a empaques- fue levantar capital y reorientar su negocio hacia la compra de Worldcoin. No es un movimiento aislado. En un año especialmente activo para el ecosistema cripto, cada vez más compañías con estrategias de tesorería digital están ampliando su rango de riesgo más allá del bitcoin, apostando a tokens emergentes con la expectativa de retornos superiores.
El caso paradigmático es MicroStrategy, del empresario Michael Saylor, que dejó atrás su negocio de software para transformarse en una máquina de financiamiento destinada a comprar bitcoin. Hoy su tesorería acumula alrededor del 3% del total existente. A esa tendencia se han sumado otros nombres improbables: GameStop y hasta Trump Media han incorporado distintos activos cripto en sus balances.
¿Conviene?
Las compañías basadas en tesorerías cripto son, en esencia, firmas que concentran su negocio en comprar y mantener monedas digitales. En ese esquema aparecen empresas pequeñas y poco conocidas que, pese a operar en rubros dispares, encuentran en la bolsa una ventaja: al ser públicas, pueden acceder con mayor facilidad al mercado de capitales y levantar recursos, ya sea vía deuda o equity, para financiar estas apuestas.
En mayo de este año, la firma BitcoinTreasuries reportó que 118 compañías habían destinado parte de su negocio a la tenencia de criptomonedas. La tendencia ha generado entusiasmo, pero también críticas: hay quienes sostienen que no es razonable que una empresa cambie de manera radical su giro, usando la estructura de una sociedad listada para montarse en la ola cripto.
Más allá de las polémicas, la pregunta de fondo es si conviene invertir en este tipo de compañías. Pese a las críticas, varias han logrado sostener el entusiasmo y posicionarse como una alternativa para quienes creen en el mercado cripto. MicroStrategy, por ejemplo, ha subido 150% en el último año y más de 2.000% desde 2020. Pero el riesgo es evidente: la volatilidad es extrema, porque el activo central de estas firmas suele reducirse a una sola moneda -o a un puñado de ellas-. En ese terreno, como en el propio mundo de las divisas digitales, la clave no está sólo en qué comprar, sino en cuándo entrar y cuándo salir.