Orlando Sáenz Rojas y su “verdad” sobre Allende y el Golpe
Como director de Asimet y luego presidente de Sofofa desde 1971, este ingeniero civil no fue sólo testigo, sino que tuvo un rol protagónico como líder del empresariado confrontando al gobierno de la Unidad Popular. A 50 años del golpe, Orlando Sáenz (87) repasa en primera persona cómo se desencadenaron los hechos y revela sus conversaciones con Allende. Cree que el golpe era imposible de evitar en 1973, pero que luego Pinochet dio un golpe “interno” del cual él se distanció a partir de junio de 1974.
Por: Azucena González - foto: Julio Castro
Publicado: Sábado 12 de agosto de 2023 a las 04:00 hrs.
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Yo, que era un mocoso, levanto la mano y digo ‘nunca me tomé en serio la candidatura de este señor Allende y no tengo idea qué es lo que propone. No sé qué pretende como gobierno. Me gustaría discutir una vez que haya leído algo respecto a lo que propone. He visto que en la calle están voceando las 40 medidas, un folletito que vendían. Propondría que hagamos un intermedio para comprar el librito, leerlo y después sentarnos a opinar’. Lo hicimos.
La conclusión, digo, ‘estoy absolutamente convencido de que esto es un desastre’. El gobierno de Allende iba a ser un desastre para Chile. Pero, por otro lado, yo decía ‘este señor ha ganado leal y limpiamente. Tiene un mandato y ese mandato le da derecho a desarrollar el programa que propuso, me guste o no. Aunque crea que es un programa malo para Chile, le reconozco el derecho a desarrollar su programa’.
Se empezó a ir la gente del país, a ver autos botados camino al aeropuerto porque la gente caminaba hasta el terminal para tomar un vuelo y olvidarse de Chile. Era una histeria. Yo lo encontraba irracional. Uno tiene que quedarse donde las papas queman y luchar por sus ideas. Abandonar a su patria por miedo es algo que no me cabe en la cabeza.
Primera reunión con Allende, en Guardia Vieja
Yo era uno de los 21 (directores). En la mesa de Asimet, cuando recibieron la invitación, la actitud era desconocer el triunfo: ‘No es presidente, ni va a ser, porque va a haber un golpe militar, un complot, no va a asumir, hay que hacer todo para no legitimarlo todavía’. Estaba prohibido decir el Presidente electo, había que decir el senador Allende.
Entonces, cuando Asimet recibió la invitación, empezó la duda ‘¿vamos o no vamos?’. Al final alguien dice ‘mandemos a alguien que no signifique nada, A uno de nosotros que no tenga cargo’. Me mandan a mí, el más joven, recién llegando.
La expropiación
Pero tenía un problema de sede: dónde iba a ser celebrada. Precisaba un gran salón para los plenarios. Empezó la fiebre del gobierno por terminar el edificio Diego Portales.
Desesperadamente llamaron a propuesta pública. Una de obras civiles y una para la placa, que era la estructura metálica enorme puesta encima. La propuesta era leonina en materia de plazos y no se presentó nadie (para la placa).
Entonces, en un discurso mío, me reí de las palabras de él y dije ‘¿por qué no le preguntan al Presidente por qué va a tener edificio Diego Portales, si no fuera porque dos empresas chilenas le solucionaron los problemas?’ A la semana nos tomaron la empresa.
Las líneas rojas para nosotros eran la definición del área social. Allende había planteado que en su programa el Estado tenía que hacerse cargo de algunas actividades estratégicas, cuyo número sería muy limitado. No había definición del número.
Discutir y negociar eso, yo lo creía posible. No diré que tuviera gran fe, pero sí concedía el beneficio a la duda: este señor va a intentar definir el área social y negociar cuáles son esos sectores, conforme a las leyes.
El Consejo Nacional de Desarrollo
Llegó el día del Consejo, tomé la palabra y dije ‘Presidente, su gobierno lo que pretende es que no exista la empresa privada en Chile y lo voy a probar con hechos’. Yo había elegido el caso de Eperva. ‘Yo no sé si su ministro de Economía se tomó el trabajo de comprobar que Eperva nunca ha vendido un solo tarro de pescado enlatado en Chile, exporta el 100% de su producción’. Se cortó todo Vuskovic. Me tomó odio de aquí en adelante. El famoso Consejo de Desarrollo nunca más existió. Devolvieron todas las pesqueras.
Cónclave en Viña del Mar, en septiembre de 1971
Llegado septiembre, concluí que ya tenía un juicio fundado. Pedí la organización de un encuentro empresarial en Viña del Mar. Quería juntar a un grupo de personas, no necesariamente dirigentes de la Sofofa, sino que también a personalidades que yo consideraba muy de peso en el mundo empresarial. El grupo Angelini, Javier Vial, los bancos. Fue en el Hotel O’Higgins.
Las preguntas fueron ‘cómo se puede organizar una guerra contra un gobierno. Y qué objeto tiene una guerra’. Yo les digo: ‘una guerra contra este gobierno es derrocarlo. No hay otro objetivo. Podemos tener recursos económicos. No los tenemos, pero podemos tenerlos.
Y podemos crear algo para saber todo lo que está pasando. Saber es poder. Inteligencia’.
Buscando recursos económicos
Armaba reuniones privadas de empresarios en distintas ciudades europeas, y alguien de nosotros, principalmente yo, iba a hacerles una exposición, en una mesa que ni sabía quiénes eran.
Y luego este señor decía ‘si alguno de ustedes tiene voluntad de colaborar con lo que están haciendo en Chile, recibo sugerencias’. Fueron dos años seguidos. Al final (fueron como) seis o siete millones de dólares. Tuvimos cuatro agentes. Uno en Europa, uno en Nueva York, uno en México y uno menor, pero con alguna relevancia, en Venezuela. Y un caso en Argentina.
Las FFAA y el MAPU
Nos consiguieron el plan de Vuskovic para tomar empresas y ya muy cerca del golpe nos consiguieron antes de las elecciones de marzo del 73, el plan de golpe de Estado del Mapu, que fue publicado en primera página de El Mercurio antes de la elección. Fue determinante para ganar. Una historia tremenda. El coronel me dijo que se trataba de un fulano alto dirigente del MAPU que quería irse, que el régimen está agonizando y pide un pasaje a Suecia y plata. Le dije ‘bueno, páguele’.
Preparar un plan económico y los militares
Entonces, les permitió a los militares mirar lo que realmente estaba pasando desde adentro, ver la situación económica del país desde adentro y, sobre todo, se convirtieron en interlocutores válidos de nosotros. Pude ir al Ministerio del Interior y empecé a conocer militares ahí, porque la oportunidad la creó Allende.
Yo les digo: ‘Nunca está la cosa mejor que ahora’. Entraron en la etapa de planear. Nunca se contactan con civiles cuando están preparando una asonada. Ellos consideran que en la preparación física del movimiento militar, los civiles no sirven para nada.
‘Orlando, ¿ustedes han tomado alguna precaución por si pasa algo en Chile? Si usted ve que se arma una toletole, ¿no tiene preparado nada para esconderse o ponerse a salvo? Usted puede ser un objetivo inmediato de esta gente. Yo que usted formaría un grupo de los seis o siete que son los más importantes de los movimientos gremiales, y acordaría una contraseña y prepararía un dispositivo para desaparecer si empiezan disturbios. Una contraseña cualquiera: La insulina para mi mamá’. Tomé las precauciones. Nos coordinamos con los demás para tener algún tipo de forma de desaparecer, porque podía producirse un autogolpe.
La última reunión con Allende, en Tomás Moro
Ahí se calmó un poco y me dice: ‘usted sabe cómo está esta situación, no es prolongable. Y yo creo que deriva esencialmente de la indefinición del área social. Así que le propongo un trato. Aquí y ahora fijemos el límite del área social, que va a contar con muy pocas empresas. Le hago devolución pública y conjunta de todas las demás. Y un pacto de desarrollo del país con una alianza entre el sector público y privado’.
El día D
Atravesé al Club de la Unión, y estando en un almuerzo me llamó por teléfono Raúl Sahli, mi vicepresidente, y me dice ‘me llamó por teléfono mi amigo, que hace mucho tiempo que no lo veía, el general Vivanco. Para decirme que tenía un mensaje que pasarme y que nos encontráramos en la esquina de Ahumada con Huérfanos’.
Era Raúl y me dice: ‘Orlando, no puedo aguantarme. Me junté con este fulano, y lo único que me dijo fue ‘dile a tu jefe que la insulina para su mamá está lista’’. Yo me pegué una palmada en la frente. Es la contraseña. Volví a la mesa y le dije ‘Jaime, perdóname, Liliana, párate porque nos vamos’.
Yo no pude salir de la casa hasta ese sábado (15 de septiembre) en que me recogió la patrulla militar para llevarme al Ministerio de Defensa, y me clavé con hacerme cargo del caos económico. No quise dejar la presidencia de la Sofofa, y eso me impedía tomar un título de ministro. Quedé de asesor económico de la Junta. Y después en el Ministerio de Relaciones Exteriores, porque la emergencia era reponer créditos externos.
¿Había otra salida?
Pinochet y su golpe interno
‘Tengo que hacer este viaje. las cosas están llegando a un punto en que en cualquier momento puede haber un estallido. Entonces yo quiero que si usted prevé que en un momento dado la situación llega a ser de ruptura, me llame y me avise en mi viaje para yo poder volver de inmediato’. Le discutí, ‘no se vaya’. Porque él me había confesado que ya no tenía confianza en retener a las Fuerzas Armadas.
"Yo aceptaría que me dijeran golpista si el golpe hubiera sido lo que yo quería. Pero si me dicen golpista en relación a lo que realmente ocurrió, no lo soy en absoluto. Jamás habría aceptado un golpe con las consecuencias que realmente tuvo”.
Por ejemplo, el paro de octubre, que era una oportunidad en que Allende estaba desesperado por tener una salida. Llamó a las Fuerzas Armadas porque no le quedó otra.
Violaciones a los Derechos Humanos
Él me llamó cuando yo presenté mi renuncia a quien era mi superior directo, Merino, que estaba a cargo de los ministerios del área económica. Me llamó Pinochet a una reunión y ahí me dijo que él no quería que yo me fuera. Creía que yo me iba por desacuerdo con el manejo económico. Le dije ‘general, el problema económico es lo de menos. Son otras cosas las peores, los crímenes que se están cometiendo’. Me dijo ‘no se meta en eso. Ustedes los civiles no entienden lo que son las guerras’. Entonces yo le dije ‘general, yo no entenderé lo que son las guerras, pero entiendo lo que son los crímenes’.
El relato del 11
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