Negocios grises en el sector privado, por decirlo de alguna manera, rendiciones de gastos inolvidables al Servel -calzoncillos incluidos-, pensión alimenticia al debe durante años, acusaciones de acoso sexual a una alumna, campaña presidencial online, son algunas de las polémicas que han rodeado a Franco Parisi desde que apareció en la esfera pública. Cualquiera de ellas por separado es capaz de dinamitar las esperanzas políticas de cualquier ser humano normal, pero ahí está Parisi incombustible y de pie con su sonrisa de Pepe Cortisona. Un buen uso de redes sociales y el talento de hablar en fácil -o en facilísimo- le permiten hoy día aparecer en las encuestas por sobre una candidata como Evelyn Matthei, quien pareciera haber nadado toda la vida hacia la presidencia para terminar muriendo en la orilla.
Como el show business no es nunca suficiente, Parisi aparece aliado de última hora con Pamela Jiles y su marido-mochila. La de los espectáculos vergonzosos en el hemiciclo y, por supuesto, la principal instigadora de los retiros de las AFP -que destruyeron el mercado de capitales y de paso generaron una inflación de dos dígitos- encuentra una forma de volver a escena luego de mucho tiempo en la oscuridad del anonimato, de la mano del candidato Parisi. Pamela, quien dijo las cosas más aberrantes del Presidente Piñera, pasó, sin ningún tipo de transición, a decir una sarta de cosas horrendas del Presidente Boric. Pamela sólo es hincha de Jiles Fútbol Club y en ese juego caen con candor los opositores al gobierno de turno alentándole su maledicencia buscando traer agua a un molino que sólo mueve las aspas frente a un guiño de ojo de Pamela.
Son las mediocridades y debilidades de nuestra democracia las que permiten que esta pareja gótica se cuele por los intersticios buscando sacar réditos electorales, patrimoniales y lo que esté a su alcance. Estas no son la derecha y la izquierda unidas de Nicanor Parra, es la unión de la falta de escrúpulos y el pudor que encuentra una lamentable recepción en una parte no despreciable del electorado. Buscan decir exactamente lo que el ciudadano desinformado quiere escuchar, sin ningún temor si ayer o antes de ayer sostuvieron lo contrario. Pocas veces el fin había justificado tanto los medios como en el proceder de este tándem.
La elite los mira con sorna y desprecio -“no conozco a nadie que vote por Parisi” es una frase habitual en muchos de nosotros-, pero no ha encontrado el antídoto para hacerlos salir del sistema. Parece haber vasos comunicantes entre el apoyo a Kaiser y a Parisi, una especie de anarco capitalismo donde no existe ni mucho Dios ni mucha ley. Buena parte de la bajada de Kaiser en las encuestas ha sido capturada por el candidato-galán de sonrisa pep. Hoy, al menos, parece no alcanzarle para más que para estar en posición de humillar a la derecha tradicional chilena, pero si siguen paveando llegará el día en que conozcamos gente que vota por Parisi, y ahí los (nos) quiero ver.