Con una diferencia de 13 días, tanto el cobre como el oro tocaron durante octubre sus máximos valores en los mercados internacionales. A su turno, como una “copper player” mundial, Antofagasta Plc, la controladora de Antofagasta Minerals (Amsa) -el brazo minero del grupo Luksic, que comanda Jean Paul Luksic-, anotó este miércoles un récord histórico en su cotización en la bolsa de metales de Londres que, en el equivalente en dólares, arrojó un market cap de unos US$ 38.270 millones. En 10 años su valor ha subido 428% y en cinco, 170%.
Por supuesto que esta escalada en valor ha estado cimentada en Chile, donde la compañía está además con planes que le incrementarán en 30% su producción. No obstante, una asignatura pendiente para la compañía era su internacionalización. Luego de su frustrada aventura en Pakistán con el proyecto Reko Diq, de la también no materializada explotación productiva en Minnesota, Estados Unidos, al menos hasta ahora (ver recuadro), y después de llevar años desarrollando exploraciones en Perú propias y con terceros, en zonas como Junín y Pasco -que aún no arrojan resultados como para desarrollar un depósito de gran minería-, hace justo dos años el grupo vio concretado un primer pie internacional, al margen de estas exploraciones.
El 15 de diciembre de 2023 Antofagasta Plc anunciaba acuerdos que le permitirían adquirir un acumulado del 19% de las acciones de la Compañía de Minas Buenaventura, sorprendiendo a los accionistas de referencia de la firma peruana, la familia Benavides.
Fundada por Alberto Benavides de La Quintana (ya fallecido) y presidida por Roque Benavides Ganoza, Buenaventura partió con una mina de plata en Huancavelica, en 1953, pero hoy es una compañía diversificada en dos grandes negocios: metales preciosos, que le aportan del orden del 55% de sus ingresos (oro y plata), mientras otros 45% proviene de metales base (cobre, mayoritariamente).
Y por donde se le mire, para Amsa esta inversión ha sido más que satisfactoria. El estar en Buenaventura les ha aportado conocimiento, redes internas, diversificación, internacionalización y buenos dividendos, en un momento de máximos en precio de estos metales. Y por supuesto, una presencia, aunque sea de manera indirecta, en Sociedad Minera Cerro Verde, una de las joyas de la corona de Perú en minería del cobre -responsable por sí sola del 16% de la producción de este metal rojo en Perú-, controlada por Freeport McMoran y donde Buenaventura participa con el 19,58%.
Esta participación le ha aportado a Buenaventura una escalada de dividendos, que han ido de US$ 78,3 millones en 2022, US$ 146,9 millones en 2023 y US$ 166,5 millones en 2024.
Más de US$ 700 millones
Los números para Amsa hablan por sí mismos. Hoy la capitalización de mercado de Buenaventura suma unos US$ 6.560 millones, con lo que el 19% que Amsa tiene allí equivale a un valor de unos U$$ 1.246 millones. Cuando entró hace dos años, la firma peruana valía US$ 2.817 millones, por lo que el 19% que adquirió la chilena equivalía a unos US$ 535 millones. O sea, el valor de la inversión de Amsa -su ganancia no realizada- subió en US$ 711 millones en solo dos años. Y durante el semestre finalizado el 30 de junio de 2025, Amsa recibió dividendos de Buenaventura por US$ 14,5 millones, los que se comparan con US$ 3,5 millones al semestre finalizado el 30 de junio de 2024.
Y sin duda, el negocio les seguirá sonriendo, pues Buenaventura se apresta ahora inaugurar en noviembre un nuevo proyecto aurífero, San Gabriel, la primera mina subterránea ubicada en Moquegua, de la que proyectan sacar la primera barra de oro a fines de este año. Se trata de una iniciativa que contempló una inversión de unos US$ 750 millones y para la que las proyecciones entregadas por la propia compañía peruana hablan de una producción en régimen de entre 120 mil a 140 mil onzas de oro anual en San Gabriel, aunque hay estimaciones que apuntan incluso más arriba, hasta las 160 mil onzas anuales.
Para todo este año Buenaventura tiene proyectado producir entre 126 mil y 144 mil onzas de oro, según un reciente reporte de la compañía, fechado el 16 de octubre, con lo que esta nueva iniciativa, en régimen operativo, les duplicará la producción aurífera.
A la inauguración, cuya fecha exacta aún la compañía peruana no oficializa, piensan ir los dos directores de Amsa en Buenaventura, Iván Arriagada, el CEO de Antofagasta, y Andrónico Luksic Lederer, el vicepresidente de Desarrollo.
No más del 25%
Con este telón de fondo, cercanos a Amsa apuntan a que esta inversión ha sido, en los hechos, una cabeza de playa fuera de Chile que les ha rendido frutos y que les ha abierto el apetito por impulsar transformaciones que optimicen los negocios de Buenaventura.
Varios testigos explican que una línea de trabajo importante para Amsa y su hoja de ruta en Buenaventura es, en el mediano plazo, impulsar y convencer al grupo Benavides de ir hacia la división de Buenaventura en dos compañías, de modo de optimizar sus negocios de metales preciosos (oro y plata) y metales base (cobre y otros), por separado. ¿Por qué? Porque los metales preciosos y los metales base son negocios distintos y esa separación maximizaría los valores de las compañías resultantes, sus veces Ebitda en cada una. Y le permitiría a Amsa potenciar en especial el negocio del cobre.
Algo que, no obstante, requiere de acuerdos con los otros accionistas. Según datos reportados por Buenaventura al mercado estadounidense -en el documento 20 F dirigido a la SEC-, hoy Antofagasta Plc es el mayor accionista individual en Buenaventura, con el 18,92% del accionariado, mientras miembros de la familia Benavides en conjunto suman el 16,78%. Raúl Benavides Ganoza y sus hijos suman el 6,53%. Roque Benavides Ganoza -el presidente de la firma-, el 5,48%, incluido su hijo. Y Blanca Benavides de Morales, el 4,77%.
El caso es que, por normas, Amsa solo podría aspirar a un tope del 25% de la propiedad, pues si sobrepasa aquel porcentaje gatillaría instantáneamente una OPA. O sea, Amsa no podría superar ese porcentaje sin caer en una oferta (y hostil). Y, por otro lado, la familia Benavides, en alianza con otros accionistas, ostentan el control. Con esos porcentajes y con 2 representantes en un directorio de 9 en Buenaventura, cualquier pretensión de Amsa en la peruana, requerirá de acuerdos. Habrá que ver.
Cobre y oro desbordados
Valores imparables y rompiendo todas las barreras. Así podría describirse el rally que han protagonizado en las últimas dos semanas las cotizaciones tanto del cobre como del oro en los mercados internacionales. El cobre tocó esta semana sus máximos registros nominales, al anotar el miércoles las US$ 5,02 por libra de cobre. Y el oro, lo propio hizo el 17 de octubre, cuando tocó su mayor cotización histórica, al llegar a los US$ 4.338 la onza. Solo este año, el precio ha creído más de 50% respecto del cierre de 2024.
¿Qué hay detrás de este trayecto imparable? En el caso del cobre, restricciones de oferta y accidentes que han generado déficits en el mercado están entre los drivers de esta trayectoria, describe Álvaro Merino Lacoste, director ejecutivo de Núcleo Minero. Detalla, por ejemplo, el accidente en la mina Grasberg en Indonesia, que es el segundo yacimiento más importante del mundo en producción de cobre después de Escondida, a lo que se agrega el menor suministro, debido a la inundación, en mayo, del complejo Kamoa-Kakula en la República Democrática del Congo, y el accidente en El Teniente, en Chile.
“La producción de Grasberg es del orden de 800 mil toneladas anuales y se estima que el impacto en producción sería de 591 mil toneladas menos entre septiembre de 2025 y fines de 2026, de modo tal que el efecto en el mercado es significativo”, dice el experto. Todo esto, además de las condiciones estructurales del mercado, dada por la demanda que genera el desarrollo de la electromovilidad y de energías limpias.
En cuanto al oro, sus drivers están más vinculados a las tasas de interés a la baja, las expectativas de una política monetaria moderada por parte de la Reserva Federal, así como el hecho de que bancos centrales de países como China, India y Turquía han incrementado sus compras de oro como parte de una estrategia para diversificar sus reservas y reducir su exposición al dólar. Según datos del Consejo Mundial del Oro, las compras netas de oro alcanzaron 248 toneladas en el primer trimestre de 2025 y 166 toneladas en el segundo trimestre, “un nivel que no se veía desde los años 60”, dice Merino.
Datos curiosos: India, con una población cercana a los 1.500 millones de habitantes, es el país más poblado del planeta y consume 803 toneladas de oro, de las cuales, la mayor parte, 503 toneladas las destina a joyería y otras 239 toneladas a inversión. China es el mayor consumidor de oro a nivel mundial, y actualmente demanda el 28% del total, destinando unas 507 toneladas a joyería y 338 toneladas a inversión.
¿Y Twin Metals?
Un tema pendiente para Amsa en su camino internacional es Estados Unidos, donde la firma tiene en vista desarrollar el proyecto Twin Metals, en el estado de Minnesota, que durante la anterior administración del presidente Biden, enfrentó trabas regulatorias, al prohibirse la minería extractiva en la zona de las Boundary Waters.
Sin embargo, con el cambio de gobierno y el interés de la administración Trump de revitalizar la industria interna estadounidense, la posición del gobierno frente al proyecto de los chilenos varió en 180 grados. De hecho, en julio, la Subsecretaria del Interior de Estados Unidos, Kate MacGregor publicó en X (ex Twitter) un mensaje en que aludía directamente al proyecto Twin Metals, con un espaldarazo.
“@Interior retira la interpretación errónea de la ley que la administración Biden hizo de la ley que se utilizó para cancelar los arrendamientos de la mina Twin Metals. Este importante primer paso liberará cantidades significativas de importantes metales vitales para cumplir con los objetivos de Dominio Energético del Potus (President of the United States)”, dijo la autoridad.
Sin embargo, cercanos a Amsa indican que este cambio es, en los hechos, poco lo que puede hacer para revitalizar el proyecto, pues -tal como ocurre en Chile- lo que necesitan para la iniciativa es seguridad jurídica. En este caso, un fallo judicial, más que órdenes ejecutivas, que luego, si llega otro gobierno, puedan volver a revertirse. En otras palabras, si bien se valora la posición, no es suficiente para echar a andar un proyecto minero que es de largo plazo, y que solo en conseguir los permisos puede tardar cinco años.