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El cambio de nuestro sistema tributario necesita maduración

Carolina Fuensalida Fuensalida & Del valle Abogados

Por: | Publicado: Martes 24 de junio de 2014 a las 05:00 hrs.
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El miércoles 18 de junio para mi fue un día memorable. Chile le ganó a España, sellando su clasificación a octavos de final de este mundial, y tuve el tremendo privilegio de exponer en la comisión de Hacienda del Senado sobre mi posición personal respecto del proyecto de reforma tributaria actualmente en trámite. 


Puedo decir con gran orgullo, que ese día expuse a continuación de cuatro ex presidentes del Banco Central, quienes dieron cada uno en su forma y con sus propias características y visiones, verdaderas clases magistrales de sabiduría y preocupación por el país. También pude comprobar con gran orgullo que cada uno de los senadores que estaba presente en la audiencia escuchaba con atención y dedicación las exposiciones y que prácticamente en todos los casos hubo preguntas y desarrollos de gran interés.

Lo anterior, me devuelve la fe y la tranquilidad al constatar que en el Senado se está llevando a cabo un análisis serio y detenido del proyecto de reforma tributaria, que en su radicalidad y estructura, probablemente cambiará el sistema tributario de nuestro país, con consecuencias no sólo jurídicas, legales y administrativas relevantes, sino por sobre todo económicas, que al parecer aún no están del todo claras. 
A estas alturas parecen ser bastante transversales las preocupaciones de diversa índole que genera el nuevo sistema de tributación que se incorpora a nuestra Ley de la Renta, especialmente en cuanto se aparta de ciertos principios que internacionalmente se consideran claves en un adecuado sistema tributario, como lo son la eficiencia y simplicidad y la equidad, tanto horizontal como vertical, unida a la justicia. 
En efecto, el sistema de renta atribuida a nivel de inversionistas finales, pareciera bastante difícil de implementarse tanto a nivel de contribuyente como también de la administración tributaria. El solo hecho que el nuevo sistema de utilidad atribuida exija llevar cinco registros; que en las sociedades en cadena deba proporcionarse infinita información hasta llegar al contribuyente final, que es a quien se busca atribuir para tributar con impuestos personales; que el mismo sistema dé lugar, por su formulación a infinidad de devoluciones de impuestos, son sólo ejemplos que hacen que la operatoria, tanto a nivel del contribuyente como del SII, parezca bastante compleja y lejana de la simpleza y eficiencia que requiere un sistema tributario.

Por su parte, la sola definición de renta atribuida, concepto que no coincide ni con la renta percibida ni con la devengada, que son propias de nuestro sistema tributario, hacen que el buscado principio de equidad, se ponga en tela de juicio cuando choca con el de justicia, que además se encuentra consagrado en nuestro sistema constitucional. Porque si bien, y sin ánimo de introducirme en una arista constitucional, al menos resulta discutible hacer tributar a un socio o accionista por rentas posibles o potenciales que quizá nunca se incorporen a su patrimonio y respecto de las cuales tampoco podrá pedir una devolución de impuestos en caso de no generarse la percepción.

Ahora bien, frente a los innumerables problemas que tiene el sistema atribuido que aún defiende el gobierno, han surgido al menos cinco o más propuesta distintas, todas ellas muy valiosas, interesantes y profundas, y que buscan ser una alternativa de reemplazo del sistema atribuido (hemos escuchado de FUT 3.0, sistema desintegrado, sistema integrado sin FUT). Sin embargo, no nos podemos dar el lujo de mantener el sistema atribuido porque no hubo tiempo para analizar otra posibilidad ni tampoco adoptar en unas pocas semanas un sistema de reemplazo cuyos efectos tampoco se alcancen a dimensionar.

Nos queda, de acuerdo a lo que definieron el Ejecutivo y Legislativo en conjunto, menos de dos meses de discusión en el Congreso y lo cierto es, que en un país serio, consciente y respetado como el nuestro, necesariamente debiera abrirse el espacio de tiempo para que esta discusión en torno al sistema de tributación para Chile, se separe del proyecto de reforma tributaria, de manera tal que el Ejecutivo, en un acto de profunda sabiduría y mesura, convoque a una comisión de expertos que ayude a cimentar el mejor sistema tributaria que dé gobernabilidad al crecimiento de las próximas décadas, en forma legítima, transversal y profunda, sin que ningún sector pueda sacar cálculos políticos frente a una decisión de tanto valor para nuestro país.

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