Harald Beyer: “El proyecto político de la Nueva Mayoría fracasó y estos casos lo dejaron sin sustento”
Además, afirma que el oficialismo debe reorientar su programa y, en ese proceso, sería útil “la experiencia de la antigua Concertación”.
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En su cabeza registra la seguidilla de cifras que a través del tiempo han ido arrojando las encuestas de opinión respecto de la confianza que tiene la ciudadanía en las instituciones. El economista Harald Beyer, desde su silenciosa oficina en el segundo piso de la sede del CEP, desdramatiza la crisis provocada por los casos Penta-SQM y Caval, pues sostiene que de superarse el escenario actual, la curva de confianza en la política tocaría un máximo que hasta ahora nunca se ha registrado.
-¿Cómo ve el liderazgo de la Presidenta en este escenario?
-Hay un vacío de liderazgo. Al Ejecutivo se lo ve inmóvil, desconcertado, no tiene una estrategia. Y dado el poder que tiene la Presidenta, en un sistema presidencialista, eso no puede ocurrir: Su liderazgo es clave. De hecho, resulta muy difícil saber la posición que tiene la Presidenta y sus ministros en esta situación.
-Pero en concreto, ¿cómo se espera que actúe Michelle Bachelet?
-Tiene que llevar adelante opiniones más precisas, una visión de Estado de cómo se combatirá la corrupción. Pero se escuchan poco esas declaraciones. No me refiero a estos discursos vacíos de "vamos a escuchar a la ciudadanía", sino que acciones mucho más concretas y con contenido. Más allá de estas reformas planteadas en probidad, falta que ella transmita una convicción real de hacia dónde tiene que ir el país.
-¿Y sus ministros no han contribuido en esa dirección?
-Veo al gabinete muy debilitado. Los ministros tienen la función de proteger a la Presidenta, pero ella está recibiendo todo el impacto de la crisis. Uno lo ve en la pérdida de credibilidad que ha tenido la Presidenta, todos sus atributos han caído muy fuerte y su gabinete no la ayuda a amortiguar eso. Es cierto que el caso Caval está directamente relacionado con ella, pero precisamente la estrategia política tiene que ser capaz de neutralizar esa situación. Entonces, si el gabinete no ha tenido la capacidad de levantar una agenda potente que le permita a la población sentir que el gobierno tiene las riendas tomadas, ella, personalmente, debe liderar este proceso.
-¿El ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, es el encargado de eso?
-No quiero culpar a ningún ministro en particular.
-¿Amerita un cambio de gabinete?
-Depende de cómo el gobierno esté pensando su agenda futura, que espero que quede delineada el 21 de mayo. El gobierno tiene que reequilibrar su agenda, porque si bien logró aprobar sus reformas, quedó golpeado y está todavía girando como un trompo sin lograr retomar su camino. En esta condición de trompo que da vuelta, cualquiera que llegue al gobierno tendrá el mismo problema. La experiencia y atributos personales de la Presidenta hacen pensar de que es ella la que tiene que marcar ese rumbo, más que alguien que llegue al gabinete.
-Algunos señalan que es necesario que viejas figuras de la Concertación vuelvan a la primera línea.
-Hoy un 35% de la gente se identifica con el gobierno, eso está por debajo del 40% del voto duro de la Concertación. El proyecto político de la Nueva Mayoría, fracasó. Esto no significa que se tenga que acabar la Nueva Mayoría, sino que tiene que reequilibrar su agenda y en ese escenario ayudarían mucho las experiencias de la antigua Concertación. Eso es un proceso duro, porque es reconocer el fracaso.
-¿Su proyecto político fracasó el año pasado? O sea, ¿no por los casos Caval y SQM?
-Sí, más allá de los últimos casos, aunque evidentemente que lo acentúan. El proyecto de la Nueva Mayoría fracasó porque venía a mal traer y estos casos finalmente lo dejaron sin sustento. Su proyecto significaba cambios sin pausa y la gente quiere cambios con estabilidad. La NM tiene que recomponer su sintonía con la opinión pública.
-Desde el gobierno se ha apuntado a que con la agenda de reformas de Bachelet se recupera la credibilidad.
-Ni una de las reformas originales del gobierno es suficiente hoy día, porque la agenda se ha movido en otra dirección. La demanda no es por gratuidad en la educación superior, sino por mayor probidad y transparencia.
"Crisis transitoria"
-¿Estamos en una crisis institucional?
-No es una crisis profunda. Que hayan explotado estos casos genera una sensación de crisis en el corto plazo, pero el efecto de mediano plazo debería ser la recuperación de confianza, sobre todo si la investigación judicial va acompañada de cambios institucionales que cierren las rendijas que no fuimos capaces de prever. Sería mucho peor, desde el punto de vista de la confianza en las instituciones, que la gente sospeche de que está lleno de irregularidades, pero que nunca se hagan las diligencias para descubrirlo. Las cosas se tienen que saber, y eso tiene un efecto sanador.
-¿Que las cosas se sepan, "caiga quien caiga", como dicen algunos?
-No creo mucho en estas declaraciones rimbombantes de "caiga quien caiga" o "llegar hasta las últimas consecuencias". Además, el "caiga quien caiga" tiene el problema de generar sobre expectativas, porque hay que despejar si estas prácticas de las boletas falsas, más allá del tema tributario de las empresas, son fuente de delito, exceptuando el tema del cohecho, que podría aparecer. Entonces puede que al final la ciudadanía no quede contenta con las sanciones que se establezcan, pese a que se dijo que muchos caerían.
-Aunque no es una crisis profunda, ¿cuánto podría escalar la situación si se conocen nombres de más políticos vinculados al caso SQM?
-La expectativa de la población es que están todos los políticos involucrados, y cuando se satisface la expectativa, no es tan grave. La baja credibilidad que hay en el mundo político tiene que ver con que la población cree que tienen una serie de ventajas y de que cometen irregularidades que pasan impune. El hecho de que existan irregularidades, valida su punto de vista. Pero lo que no valida su punto de vista es que se investigue seriamente y se sancione, eso no necesariamente se lo esperan. En ese sentido, no me preocupa tanto que todos esos nombres que se dice que podrían estar involucrados, salgan a la luz pública.
-Y en este contexto, ¿saldrá fortalecida la Justicia como institución?
-Más allá de las actuaciones de algunos fiscales en particular, que son demasiado mediáticos, creo que saldrá fortalecida. Pero para eso, el Ministerio Público tiene una labor importante: Hacer creíble la investigación y explicar bien qué casos toma y por qué, y que no se trata de formas de satisfacer al circo. Porque también hay una sensación de circo alrededor de todo esto. Siento que este proceso más pedagógico hacia una ciudadanía que esté muy atenta, ha faltado.
-¿Hay riesgos de que desde la clase política se presione al Ministerio Público y que la investigación quede a mitad de camino?
-Las presiones siempre han existido, siempre hay conversaciones privadas, pero no intercederán con la investigación. Ningún acuerdo significará impunidad porque hoy los casos están en sede judicial y eso seguirá siendo así.
-¿Amerita un acuerdo como el que surgió en 2003 a raíz del MOP-Gate?
-No sé si es posible, porque están estos vacíos de liderazgos y tengo la sensación de que es mejor que esto sea a alto nivel. Que, por ejemplo, sea promovido por la Presidenta y secundado por los ex presidentes. Amerita que todos los sectores acuerden en qué dirección moverse, pero que esa dirección sea hacia normas realistas.
-¿En qué sentido realistas? ¿Hasta ahora no ha sido así?
-Hay una hipersensibilidad del mundo político al hecho de que su credibilidad es baja, y esa hipersensibilidad los hace legislar no necesariamente bien en esta materia. Se siguen haciendo trampa en el solitario. Por ejemplo, el gobierno manda un mal proyecto de financiamiento político en que si hoy día el límite de gasto por campaña política es X, el gobierno dice que a futuro ese límite será la mitad de X, cuando en realidad las campañas cuestan 2 X. No hay que buscar normas que uno sabe de antemano que pueden fracasar porque no atienden a la realidad.
-¿Hay riesgo de que surjan medidas populistas?
-Claro, o medidas derechamente mal pensadas. Prefiero reglas e instituciones que estén apegadas a lo que realmente pasa. Además, así tenemos mayor capacidad para sancionar con fuerza si alguien las infringe.
-En esa línea, ¿cómo ve las ideas que han surgido en torno a rebajar la dieta parlamentaria?
-No sé qué problema resuelve eso. Es una medida que puede ser satisfactoria para la población, en el corto plazo, pero puede abrir otra fuente de corrupción, como por ejemplo, que sea más fácil corromper al político si es que gana menos. Hoy hay un sentimiento de culpa del mundo político, y esas son soluciones como para simpatizar con la población.
"La marca Alianza está destruida, ya cambiar el nombre sería útil"
-¿Cómo debiese estructurarse la derecha en la actual crisis?
-La marca Alianza está destruida, ya cambiar el nombre sería útil. Tampoco veo los líderes que se necesitan. En la derecha hay conciencia de un sector desarticulado, pero ni siquiera se ha avanzado en definir tres ideas centrales y básicas de lo que se le quiere ofrecer a la ciudadanía.
-Con el fin de rearticularse, ¿es positivo que lleguen figuras como los coroneles a dirigir la UDI?
-Es que en este contexto nadie sobra. La Alianza está muy deteriorada y falta liderazgo, entonces pensar que uno se puede dar el lujo de cherry picking -como dicen los gringos-, no es real. Lo importante es que esto sea competitivo, la UDI debiera tener una elección muy abierta, que logre capturar todas las sensibilidades de la sociedad. Pero al contrario, veo que quieren generar una cosa consensual, con pocos participantes, eso es un error.
-¿Qué papel debiese jugar Sebastián Piñera en este contexto?
-Tiene que tomar más riesgos para que esto se mueva en esta dirección, sin que ello signifique que se involucre activamente, porque él como ex presidente está calculando, está en otro juego. Él tiene que hacer buenos oficios para que esto ocurra.
-¿Pero qué tipo de riesgos?
-Llamar más, molestar más. Él es un ex presidente entonces tiene otro estatus. Pero también, los partidos tienen que hacer la pega. Las diferencias ideológicas en la Nueva Mayoría son mucho más amplias que las que hay en la derecha y ellos tienen mecanismos institucionales que les permite procesar las diferencias. No creo que tengan el monopolio para hacer eso. Pero el mundo de la derecha confía mucho en liderazgos personales y no en las instituciones en esta materia.