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Las dudas sobre la impronta del mensaje de Bachelet

Existe coincidencia en que, en línea con lo que postulan sus principales ministros, le dará prioridad al crecimiento, pero eso no implicaría que renuncie al sello reformista que plantean sus asesores del segundo piso. L

Por: Blanca Arthur | Publicado: Viernes 20 de mayo de 2016 a las 04:00 hrs.
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Cuando mañana la presidenta Michelle Bachelet entregue su mensaje al país, las miradas estarán puestas, más que en los anuncios - que se presume que serán pocos- en el sello que le impondrá al discurso que marcará la recta final de su mandato.

Como el texto se trabaja con especial hermetismo, es poco o nada lo que se sabe, lo que alimenta aún más la incertidumbre acerca tanto del tono, como del contenido de la cuenta que la mandataria entregará ante el Congreso Pleno.

Un indicio de los énfasis que podría tener dio esta semana el ministro del Interior, Jorge Burgos, cuando afirmó estar seguro de que el mensaje dará cuenta de la necesidad de priorizar el crecimiento económico, añadiendo que tenía claro que el tema era de interés para la propia Presidenta.

La posibilidad de que ése sea el foco, lo que es acorde con la postura que ha instalado el titular de Hacienda, Rodrigo Valdés, fue también ratificada por los dirigentes de la Nueva Mayoría después de participar en el comité político del lunes, en el que incluso pidieron que el discurso se centrara en enfrentar los problemas que está teniendo la economía.

Pero a pesar de que pareciera existir consenso en cuanto a que la prioridad en este 21 de mayo debe estar puesta en la agenda para fortalecer el crecimiento, nadie se arriesga a afirmar con algún grado de certeza que ése será el sello más destacado del mensaje presidencial.

Es que aun cuando tanto entre los ministros, como en el mundo político, parten de la base que será un tema destacado, apuntan a que no puede desestimarse que detrás del discurso está la mano de los asesores del segundo piso, en particular del director de políticas públicas, Pedro Güell, para quien lo importante es que el gobierno marque, por sobre todo, su impronta reformista.

Tema ineludible

Como sea, nadie desconoce que para la Presidenta será imposible eludir el problema de la desaceleración económica, considerando que todas las estimaciones de crecimiento están bajo del 2%, a lo que se suma la fuerte caída en la inversión, más el alza en el desempleo que en el Gran Santiago se empinó a un 9,4%.

Hacerse cargo de esta situación sería, además, coherente con la inquietud que la propia mandataria asumió desde comienzos de este año, que se expresó, por ejemplo, cuando citó los primeros días de marzo al comité económico de ministros, al que urgió a concretar propuestas para dinamizar la economía.

La frase del titular de Hacienda tras dicho encuentro, cuando afirmó que lo más importante “es ir cambiando el foco y poner en la discusión política el crecimiento”, reflejó que su preocupación por el panorama económico había permeado al gobierno.

Esa inquietud, que en lo concreto se tradujo en las 22 medidas dadas a conocer a fines de ese mes que apuntaban a enfrentar la desaceleración, ha sido además tema de todos los consejos de gabinete, tal como lo admitió recientemente el vocero de La Moneda, Marcelo Díaz.

Con tales indicios, más otros como la decisión de Bachelet de asistir personalmente a Chile Day, con la expectativa de que su presencia pudiera ser una factor importante para atraer inversiones, todo indicaría que el tema económico debería ser lo prioritario en el mensaje de mañana, especialmente si además se considera que es la postura que comparte de manera unánime el oficialismo.

En este punto, si bien es cierto que no sorprende que personeros como el presidente del Senado, Ricardo Lagos Weber, o el senador Andrés Zaldívar planteen con fuerza que el discurso debe centrarse en el crecimiento, es distinto cuando el consenso llega hasta el presidente del PC, Guillermo Teillier, quien también apuntó a la importancia de que la Presidenta se refiera a dicho tema, especialmente por lo que implica para el desempleo.

Pero aun así, ni siquiera los propios ministros, ni menos los políticos, tienen certeza de hasta dónde efectivamente el mensaje se enfocará en la agenda económica, como una impronta para el período final del actual gobierno.

La incierta opción

Para sostener la tesis que ha impulsado con fuerza el ministro Valdés, quienes la comparten como su par de Interior, han apuntado también a aspectos más políticos, como que el crecimiento es necesario para cumplir el plan del gobierno. Es lo que se desprende de la afirmación de Burgos al señalar que “para seguir siendo un país equitativo, necesitamos crecer”.

Más directo aún en esa misma línea fue el senador Lagos Weber cuando expresó, también a propósito del contenido del mensaje, que si la Nueva Mayoría quería proyectarse y legitimar las reformas, “debemos recuperar el crecimiento y que se palpe”.

Es la postura que da cuenta, en términos generales, de la idea impulsada por los ministros, que comparten amplios sectores del oficialismo, de que el ciclo reformista debe dar paso a una etapa concentrada principalmente en la agenda económica, que permita salir del estancamiento e impedir que el gobierno culmine su mandato con cifras que afecten aun más su popularidad.

En el mensaje esto se traduciría en que no habría anuncios de nuevas reformas porque no existen recursos para ello, pero que no necesariamente implicaría que Bachelet renuncie a darle su impronta reformista, ni menos a asumir que su programa puede haber tenido impacto en la actual situación económica, como lo plantean desde distintos sectores, incluidos personeros del propio bloque de gobierno.

Lejos de lo que han postulado los principales dirigentes de la oposición, en cuanto a que debería pedir perdón por los errores cometidos - lo que algunos recuerdan que hizo el ex presidente Sebastián Piñera en su mensaje del 21 de Mayo de 2012 - todo estaría indicando que la mandataria insistirá en la importancia, e incluso en las bondades, de sus reformas más allá de los tropiezos que éstas han tenido.

Es que no pocos estiman que, a pesar de su preocupación por el cuadro económico, que se manifestaría probablemente en el anuncio de algunas medidas concretas, no por ello se apartará de la línea de defensa de su programa de transformaciones como el sello de su gestión.

La influencia de Güell

Como admiten en el oficialismo, ése es su pensamiento íntimo que comparte con sus asesores más cercanos, especialmente con Pedro Güell, a quien se le adjudica ser el autor el diagnóstico del país que culminó en las propuestas de cambios estructurales, además de haber sido el padre del concepto de “realismo sin renuncia” que acuñó Bachelet cuando la dupla Burgos-Valdés intentaba imponer una dosis de realismo en la aplicación del programa al constatar la falta de recursos.

Es la reconocida la afinidad ideológica que tiene la mandataria con él, a lo que se suma que producto de su cercanía, Güell es el encargado de elaborar el mensaje presidencial, lo que hace que no se descarte que, al final, éste imponga la tesis de que lo realmente importante en el discurso debe ser remarcar la trascendencia de las reformas, porque es el legado de este gobierno.

En ese contexto se especula que, independiente del énfasis que pondrá en la necesidad de fortalecer el crecimiento, la impronta de su mensaje estaría en la necesidad de consolidar el plan reformista, que debería culminar con la propuesta de cambio a la Constitución, como reflejo de las transformaciones que se han impulsado.

Pero en todo caso, nada está dicho aún, porque la duda que persiste es si Bachelet se inclinará por la mirada más ideológica de su poderoso asesor, que en lo esencial es la que comparte, o si dadas las actuales circunstancias, asumirá un postura más pragmática como la que propician sus ministros, que consideran que para enfrentar el mal momento económico se requieren señales potentes que no den cabida a la incertidumbre.

Es probablemente el dilema que debió enfrentar la mandataria para tomar las decisiones de cuál será el eje de su mensaje que se conocer en sólo unas pocas horas más.

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