Economía y Política

Carolina Schmidt: “Los liderazgos femeninos están siendo hoy mucho más valorados”

La secretaria de Estado reconoce algunas falencias en la forma de entregar los mensajes por parte del gobierno y es categórica ante eventuales ambiciones políticas: “No las tuve en el pasado ni tampoco ahora”.

Por: | Publicado: Sábado 19 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Patricia Arancibia Clavel



Carolina Schmidt Zaldívar (44) se ha catapultado como la ministra mejor evaluada del gabinete. Si bien ello coincidió con la promulgación del post natal, nadie puede desconocer que posee una serie de cualidades personales que han reforzado la alta aprobación ciudadana. Más allá de su juventud y capacidades profesionales -es ingeniera comercial de la Católica- atrae por su autenticidad, empatía y fuerte compromiso con el trabajo que realiza en Sernam. Sencilla y siempre dispuesta al diálogo, en esta entrevista muestra su lado más desconocido: el político.

- La popularidad de Camila Vallejo y el 78% de aprobación a tu gestión son indicadores que están surgiendo nuevos liderazgos femeninos. ¿A qué se debe?

- Creo que cada vez se reconoce más en nuestra sociedad la relevancia de la mujer en todo tipo de actividades, incluyendo la política. En general, nosotras nos movemos por afectos, somos más sensibles a la realidad y no nos quedamos sólo en el discurso. A diferencia del liderazgo masculino, somos más inclusivas, más participativas y muchas veces, más convocantes, características que no eran consideradas importantes para un líder. Antes, el liderazgo se asociaba a lo autoritario, a lo jerárquico, algo más propio de los hombres. Hoy la ciudadanía busca y quiere más cercanía, comprensión y una actitud más llana y abierta y lo encuentra en mayor grado en las mujeres.

- Un ejemplo claro es el de Michelle Bachelet...
- Sin duda, ella ha sido un tremendo aporte en este plano. Recuerdo que en un comienzo se le ninguneó y los partidos no querían llevarla de candidata. La gente la fue aprobando en las encuestas y los dirigentes tuvieron que tragarse su popularidad. Decían que, claro, la gente le tenía cariño pero que nunca votarían por ella por ser mujer. Pasó lo contrario. Después le achacaron que no tenía liderazgo, que le faltaba autoridad, que llamaba a muchas comisiones, eso, simplemente, es no entender lo que es el liderazgo femenino. El gran mérito de Bachelet fue justamente cambiar el concepto de liderazgo, tan masculinizado en Chile.

- ¿Te sorprendió el apoyo recibido en la última encuesta que te convierte en figura política? 

- No me lo esperaba. Estar en este cargo de ministra no fue algo que estuviera en mis expectativas, ni en mis sueños, metas, ni ambiciones. Fue algo que apareció, sentí que me la tenía que jugar y tratar de ser un aporte para una mayor valoración de la mujer en todos los ámbitos. Este tema me importa mucho y creo que el país tiene todavía mucho que avanzar. Me molesta el hecho que todavía tengamos que tomar actitudes de hombres para ser admitidas y valoradas en las tomas de decisiones importantes para el país y por eso estoy feliz trabajando en esa área.

- ¿Cómo explicas tu buena evaluación?

- Creo que tiene que ver con el post natal. Honestamente, pienso que esta ley tocó una fibra profunda en las familias de nuestro país. Se reconoció algo que muchas veces se olvida y que tiene que ver con el concepto de que los afectos son los que nos mueven la vida. Lamentablemente, la política dejó por mucho tiempo de lado esta dimensión. El proyecto valora y da importancia al tiempo que debemos entregar a quienes más queremos, nuestros hijos, que, a mi juicio, es a veces un recurso mucho más escaso que el dinero. Ni el más millonario tiene más de 24 horas al día.

- Y, ¿qué pasa con tu ego?

- Para ser sincera, más que el salto de ahora, me sorprendió más la aprobación que tuve al comienzo. Hubo mucho prejuicio, que yo era “cuica”, que no representaba a la mujer promedio y por tanto, se decía que yo generaría una antipatía espantosa. De nuevo, el slogan fácil, el machismo típico, la miopía total. ¿Una mujer tiene que ser fea para ser inteligente? Ya antes del post natal me evaluaron bien y fue raro y sorprendente, lo que me dio la pauta que aquí lo que vale es la autenticidad, la empatía personal y el trabajo bien hecho.

- ¿Por qué algunos ministros son mejor evaluados que el propio Presidente?

- Pasan varias cosas, pero una de las principales es que el Presidente, dada su personalidad de querer participar en cada uno de los temas, recibe los embates de los problemas no resueltos. No creo que él vaya a tener una aprobación más alta mientras no se solucione el conflicto en educación, los problemas post-terremoto u otros. Finalmente, la gente culpa al Presidente por los temas sin resolver, centrando en él, más que en los ministros las posibles fallas.

- ¿No hay también una falla en el ámbito comunicacional, mucho discurso y falta de empatía?

- Claramente hay algo de eso. Nuevamente, creo que las personas nos movemos primero por los afectos y después viene la valoración de los argumentos. Si no hay sintonía, los argumentos cuesta que entren. Pero hay varios ministros que tienen esa capacidad. Golborne, por ejemplo, es una persona que derriba barreras. Uno lo escucha y está más dispuesta a aceptar su planteamiento porque comunica de una manera más cercana. Los ministros que venían de la academia tuvieron más dificultad porque en política, no basta razonar de manera perfecta y argumentar técnicamente, hay que tener la capacidad de convocar, de aunar, lograr apoyos donde si no se tocan las fibras del afecto, es muy difícil avanzar. En eso, las mujeres tenemos una ventaja competitiva, se nos da más fácilmente y de manera natural y creo que por eso, los liderazgos femeninos están siendo hoy mucho más valorados.

- ¿Tienes ambiciones como para aprovechar tu liderazgo y entrar más adelante en una carrera política?

- No las tuve en el pasado ni tampoco ahora. No tengo un camino definido ni me he planificado para esos cargos. La aprobación de ahora me motiva para trabajar más y mejor en lo que estoy: cómo ayudar a generar cambios en la sociedad para darle más oportunidades a las mujeres. Lo hice desde Comunidad Mujer y en otras instancias. Me gusta y me mueve muchísimo lo que estoy haciendo. Además, siento que tengo que mantener un equilibrio con mi familia. Tengo tres niños, un marido súper presente y no quiero desaparecer durante cuatro o seis años.

- Se ha rumoreado que si hay cambio de gabinete eres candidata a vocera. ¿Dejarías el Sernam para asumir esa responsabilidad?

- Estoy en un proyecto en el cual creo profundamente y me gusta jugarme a concho por las cosas que hago. Me siento responsable de avanzar en las tareas que se ha propuesto el Sernam y no me veo en otro ministerio.

- No militas ni en RN ni en la UDI, pero si tuvieras que definirte, ¿hacia dónde tira tu corazón?

- Soy en muchos aspectos bastante liberal y no me interpreta la cosa muy rígida. Desde ese punto de vista, RN tiene un historial de mayor amplitud al respecto y podría ser más convocante, pero, por otro lado, la UDI tiene algo que me gusta mucho y debe ser por mi gen alemán: son tremendamente ordenados y sistemáticos por lo que es más fácil y cómodo trabajar con ellos. Con todo, donde me siento mejor es siendo independiente y en muchas cosas soy más de centro que ambos partidos. La independencia me acomoda, sobre todo si no tengo más ambiciones políticas que las de participar en un gobierno de centroderecha que quiere hacer avances y cambios relevantes para mejorar las condiciones del país y de la mujer.

- Muchos están criticando nuestro sistema de representatividad política y abogan por un cambio del sistema binominal. ¿Estás de acuerdo?

- Estoy por una apertura política en términos de generar un sistema más integral y participativo. Es algo que tenemos que discutir como país, porque si bien el binominal nos ha dado una estabilidad que hay que agradecer, claramente también es bastante poco representativo y muchos grupos que no son minoritarios, como somos las mujeres, hemos tenido muchas dificultades para entrar. Ahí tiene las de ganar el que ya es conocido, el que tiene una historia, y ese pasa a ser el candidato fuerte que termina siendo básicamente competidor en tu misma alianza, sin dar mayor espacio a los que también quieren una representación mayor.

- ¿Cómo ha enfrentado la Concertación su rol opositor?

- A la Concertación le dolió mucho perder y aceptar la derrota y el hecho que ganara un candidato de la centroderecha los desarticuló completamente, sobre todo después de tener una presidenta tan exitosa en los afectos ciudadanos. Han tenido un quiebre grande y hasta ahora no han sido capaces de rearticularse. Cada partido hace lo que puede y lo que cree y dentro de ellos también existen cuestionamientos y diferencias. La consecuencia es que no se ve unidad, no se ve un claro liderazgo, lo que no es bueno tampoco para el gobierno porque es muy difícil llegar a acuerdos cuando no hay interlocutor. Pero hay personas que han cumplido un importante papel a la hora de avanzar en las leyes que Chile necesita.

- Muchos te ven como una posible articuladora de acuerdos…

- Me llevo muy bien con la gente de la Concertación y hay espacios para conversar y lograr acuerdos. Con toda esta crisis de representatividad y mala evaluación de los políticos en general, no nos damos cuenta que, comparando con otros países, tenemos, en verdad una clase política privilegiada desde una perspectiva cultural y humana: gente profesional, comprometida, de buen nivel. Se trabaja mucho en el Congreso, mucho más de lo que se cree, lo que me impactó positivamente cuando llegué al gobierno. Ahora, como en todo, hay excepciones, pero frente a tanta crítica pareciera que todo fuera un desastre y no es así.

- ¿A quiénes destacarías?

- Son muchos con los que te puedes entender muy bien. Se me pueden ir varios nombres pero con Osvaldo Andrade es posible tratar y conversar, igual con Patricio Walker, Ricardo Lagos Weber, Carolina Goic y Alejandra Sepúlveda. Los veo poniéndole empeño para poder articular acuerdos.

“¡No somos 100% iguales! y en la diferencia hay un gran valor”

- ¿Cuál fue el primer desafío al llegar al Sernam?
- Romper con los prejuicios existentes. Al comienzo, la idea era que íbamos a generar políticas para que las mujeres volvieran a sus casas a tener más hijos, porque se suponía que la derecha  pensaba que donde mejor estaríamos era cumpliendo funciones en el hogar. Se supuso que no nos jugaríamos por luchar contra la violencia intrafamiliar, en el entendido que preferíamos mantener bajo el colchón el maltrato a la mujer para cuidar la unidad familiar. Así como éstos, había una cantidad de prejuicios gigantescos que hemos ido logrando despejar.
- ¿Qué diferencia hay entre el Sernam de Soledad Alvear con el de Carola Schmidt?
- Hay que reconocer la labor realizada por Soledad Alvear. Tuvo el mérito extraordinario de crear esta instancia cuando a nadie le interesaba. La ley que se aprobó, matizada por la DC, es muy buena y busca generar igualdad de oportunidades, promover la familia, respetar la maternidad y la individualidad de sus miembros. En el camino se dio más énfasis a los temas de igualdad hombre-mujer por sobre cualquier otro. Hoy, buscamos reconocer a la mujer en su integralidad,  que tenemos las mismas capacidades, derechos y oportunidades, pero respetando nuestra individualidad. ¡No somos 100% iguales! Y en la diferencia hay un gran valor.
- ¿Estás por la discriminación positiva?
- Hay ciertos círculos viciosos que romper, pues impiden la participación de la mujer en muchos ámbitos con la pérdida de valor que ello significa. A pesar de los avances, se sigue manteniendo la exclusión de las mujeres en los cargos de mayor responsabilidad. Hay que generar incentivos, aunque sean transitorios.

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