Economía y Política
Educación: “Todos sabían que se usaba la argucia de ‘sociedades espejo’ para obtener beneficios”
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 6 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
- La discusión entre “autoflagelantes” y “autocomplacientes” los vuelve a dividir…
- Esas definiciones no me gustan. Complaciente me suena a palabra perezosa, indulgente y flagelante me parece que viene de lo peor de la tradición integrista cristiana, del castigo físico. Algunos dicen “no fuimos lo suficientemente de izquierda, ni rápidos” y eso de “rápido” no sé qué significa. Avanzar sin transar me parece una consigna ajena a la vida democrática. La democracia es avanzar transando, negociando, obteniendo consensos, lo que no significa renunciar a tus convicciones. Otros plantean que esa forma de entender porqué se perdió no se tiene en pie: Bachelet terminó con un 84% de apoyo y su gobierno con 60%; además la gente no votó por una coalición a la izquierda de la Concertación, sino por Piñera quien fue el que ganó. Entonces eso de que había que avanzar más radicalmente, resulta muy discutible.
- ¿Y cuál es tu mirada? ¿Apoyas el reciente documento “De cara al futuro” firmado por algunos personeros de la Concertación de la línea más “autocomplaciente”?
- Soy muy celoso de mi autonomía y no entro al debate público de esa forma, pero lo que pienso es que hubo algo en los partidos de la Concertación y no en el gobierno, que dejó de gustarle a la gente. Ello está muy relacionado con malas prácticas, malas costumbres, con amiguismos. Si bien no creo que en Chile haya una corrupción extendida como en otras partes del mundo, inclusive Europa, aquí se fueron acumulando un conjunto de esas situaciones que pesaron a la hora de tomar decisiones tanto en la centro-izquierda como en la centro-derecha, aunque castigando más a la Coalición de gobierno. También pesó la no aplicación de una fórmula muy abierta para elegir el candidato y sus personalidades, en un tiempo en que la política está cada vez más personalizada. Se perdió, pero no por un fracaso de los gobiernos de la Concertación. Eso no significa que no sea válida una autocrítica sobre nuestra propia obra, sus errores y debilidades para impulsar cambios indespensables.
- En el tema educacional, ¿existe esa autocrítica?
- En Educación Superior se avanzó en la cobertura extraordinariamente, pero se generó una situación en la cual todos sabían que se usaba una argucia de “sociedades espejo” para obtener beneficios, cuando había una legislación que prohibía el lucro en las universidades. Todos vivimos con eso; parecía que era parte de la naturaleza de las cosas, que no se podía cambiar. Tal vez la centro-izquierda debió tensionar las cosas mucho más en su debate y haber hecho mucho más esfuerzos. En cuanto a la decadencia de la educación pública, siempre la educación ha sido mixta en Chile y va a seguir siéndolo, pero eso no justifica que se haya desatendido la educación pública. Evidentemente se cometieron errores, cosas que se hicieron mal. En el caso del Transantiago, reforma que era necesaria, mi crítica es sociológica, porque suponiendo que técnicamente todo hubiera funcionado bien, es obvio que no se puede hacer una transformación en una ciudad de 7 millones de personas, donde se les cambia completamente el mapa de todos sus hábitos. Cuando se hizo la reforma procesal penal, se ensayó primero en dos regiones, en la de salud se empezó con 15 enfermedades y después se sumaron otras. Pero aquí se tomó el “Palacio de Invierno”, cometiéndo un error garrafal sociológico-político.