Hace cinco meses que Felipe Kast dejó de ser parte del gobierno de Sebastián Piñera, desde entonces ha estado abocado a Evolución Política -el movimiento independiente que busca convertirse en el nuevo referente de centro derecha, del cual es fundador-, y en los últimos días a su precandidatura a diputado por Santiago Centro.
Desde esa plataforma comparte una mirada respecto de los últimos casos de abusos a clientes y particularmente lo ocurrido con BancoEstado: “Acá ha pasado algo un poquito colado, y es que buena parte de la crisis de confianza que estamos viviendo, lo que ocurrió tanto en Cencosud como BancoEstado, nacen de la falta de claridad de la normativa en el área”, y de la falta de “un ente regulador más activo” en alusión a la actuación del Sernac durante las pasadas administraciones.
Con todo, Kast está convencido que la crisis de confianza está originando un nuevo paradigma que es actuar de buena fe.
- ¿Cuál es el rol que les compete a las empresas?
- Primero, con lo que ocurrió en BancoEstado, creo que decaen los cantos de sirena de los que creen que una AFP estatal o con un productor estatal de algún servicio se garantiza una conducta distinta. Se derrumba un poco ese mito de que el proveer servicios por parte del Estado es la forma más eficiente de hacerlo. Porque una empresa del Estado, probablemente tiene los mismos incentivos y está sujeta a los mismos desafíos de sustentabilidad en el tiempo. Entonces, si hay algo positivo que queda, es la lección de que la idea de un Estado proveedor de servicios, que era la antigua visión de la izquierda, no resuelve mucho.
- ¿Eso sólo en el caso de BancoEstado que es autónomo y que compite en el mercado, qué pasa en los otros casos?
- Supongo que una AFP estatal o un canal público funcionan de manera autónoma, de lo contrario es bastante difícil poder protegerlos de que sean capturados por los políticos. No creo que el hecho que se le exija sustentabilidad sea algo negativo. Lo que digo es que toda esta idea de que tener un proveedor estatal resuelve algo, se ha despejado.
- ¿La regulación es fundamental, entonces?
- Acá ha pasado algo un poquito colado, y es que buena parte de la crisis de confianza que estamos viviendo, lo que ocurrió tanto en Cencosud como BancoEstado, nacen de la falta de claridad de la normativa en el área. Hubo algunas visiones que dio en su minuto la Superintendencia de Bancos donde finalmente el sistema judicial opinó distinto. Por lo tanto, las reglas del juego tampoco han sido suficientemente claras. Creo que se ha hablado poco del rol del ente regulador por no haber definido las materias a regular ex ante, sino que finalmente tener que depender de un fallo de la Corte Suprema para que esto pudiese zanjarse.
- ¿Si ha fallado el rol del ente regulador, a quién le corresponde fiscalizar?
- Por lo pronto le corresponde al Sernac cumplir su rol y estamos viendo que eso efectivamente comenzó a ocurrir con más fuerza en el último tiempo. Pero también la normativa, y se ha dicho con mucha fuerza, era discutible. Eso no exculpa a otro fenómeno importante y que tiene que ver con el cambio en las relaciones al interior de los mercados.
- ¿Cómo es eso?
- Hoy existe una mayor horizontalidad en las relaciones, existe una exigencia a quienes operan en los mercados a tener extremo cuidado, para que ninguna de las decisiones que tomen puedan ser interpretadas como arbitrarias, unilaterales o de alguna forma abusiva. Esa discusión sobre el nuevo estilo de operar en los mercados, no es del todo negativa, en el sentido que de alguna forma vuelve la ética a cumplir un rol. Al parecer, no podemos descansar sólo en la normativa. Entonces habría que recurrir a esto que muchos no quisieran o que por lo menos le cuesta más, que es el sentido común, la ética. Surge un paradigma: para que un mercado sea libre realmente tiene que ser simple, tiene que actuarse de buena fe y si no es así, finalmente ese mercado no está legitimado.
- Golborne explicó el alza en las comisiones de las tarjetas como un acto de buena fe…
- Aquí no hay que confundir algo que es importante, pensar que no se pueden subir los precios. Vivimos en un modelo donde la libertad de precios es fundamental. Parte de la dificultad que se enfrentó en estos casos es que no había un consenso sobre qué era una práctica correcta.
- Si se trata de responsabilidades compartidas, las empresas algo tienen que decir...
- Sin un ente regulador activo, que facilite el intercambio de buena fe, es muy difícil para los actores dentro del mercado poder actuar con prontitud y hacerlo bien. Dicho eso, otra lección importante para las empresas es entender que en el paradigma de las relaciones al interior de esos mercados, la legal puede ser una condición necesaria pero no suficiente. Y dada la evolución del país, vale la pena hacerse siempre un segundo test de blancura que tiene que ver con la ética y el sentido común.