En su Reunión de Política Monetaria (RPM) de septiembre, el Consejo del Banco Central acordó mantener su tasa de interés rectora en 4,75%, por unanimidad de sus miembros.
De hecho, según reveló la minuta de la cita -publicada este viernes-, hubo acuerdo en que la “única opción plausible” era una mantención.
“Todos los consejeros concordaron en que lo prudente era pausar el proceso de reducción de la Tasa de Política Monetaria (TPM) hacia su rango de valores neutrales y monitorear de cerca la evolución de la inflación subyacente y sus fundamentos”, se lee en el documento.
Por su parte, la minuta también revela que los miembros del Consejo del instituto emisor “coincidieron en que el hecho de que la TPM estuviera más cerca de su rango de valores neutrales hacía más necesario un análisis pausado de sus movimientos”.
“Concordaron también que era necesario acumular más antecedentes antes de revisar el rango de valores para la TPM neutral, el que seguía estimándose entre 3,5% y 4,5%”, continúa la minuta.
Eso sí, se reveló que “varios consejeros señalaron que, a su juicio, era más probable que la TPM neutral se ubicará en la mitad superior de dicho rango”.
Más detalles de la decisión
De acuerdo con el documento publicado este viernes, todos los consejeros coincidieron en que los antecedentes disponibles llevaban a concluir que la estrategia de política monetaria no debía tener cambios significativos respecto de lo delineado previamente.
Esto implicaba que la TPM debía seguir convergiendo hacia su rango de valores neutrales, dice el ente autónomo.
“No obstante, varios consejeros añadieron que los riesgos para la inflación habían aumentado. Si bien el escenario central de proyecciones continuaba anticipando una convergencia de la inflación durante 2026, existían riesgos que no debían ser ignorados ni minimizados, sobre todo en un contexto donde la inflación había sido mayor a la meta por un tiempo prolongado”, revela la minuta.
Hubo acuerdo entre los consejeros que el escenario externo seguía representando un riesgo importante en diferentes dimensiones y era necesario mantener “una economía sana y balanceada para enfrentarlo de manera adecuada”.
De este modo, el escenario local era “donde afloraban los principales elementos a observar”.
Para el Banco Central, por un lado, no era descartable un consumo más dinámico, donde los factores detrás del mayor gasto de los hogares en el segundo trimestre pudieran ser algo más persistentes. Por otro lado, las presiones de costo eran elevadas y había que mirar con atención su traspaso a precios.
“Se sumaba que en los últimos años la inflación había sido afectada por un conjunto inédito de shocks en la misma dirección, por lo que la política monetaria debía considerar los riesgos de una persistencia mayor. En todo caso, estos no se observaban, toda vez que las expectativas de inflación seguían alineadas con la meta de 3% a dos años plazo”, sumó el Consejo.