En el marco del Investor Conference 2025 de Credicorp Capital, el economista jefe para Chile de la firma, Samuel Carrasco, hizo un extenso repaso de la macroeconomía local. Y aunque tiene una visión positiva del escenario, también advierte riesgos.
De partida, ve que la inflación cerrará el año entre 3,8% y 4% y que hacia fines de 2026 estará de vuelta en la meta de 3%; y una economía relativamente dinámica por el lado del consumo y la inversión.
Lo anterior, se condice con una tasa de interés estabilizada en torno a 4,5% o 4,25% durante prácticamente todo el resto del próximo año.
“Salvo un escenario internacional muy tensionado, podríamos ver un tipo de cambio volviendo a los $ 1.000, pero por el momento no es parte de nuestro escenario”.
- ¿Cómo evalúa el desempeño de la actividad en lo que va de año y qué se espera hacia adelante?
- Las proyecciones han estado relativamente en línea con lo que hemos visto. Durante el primer trimestre, vimos varios efectos transitorios relacionados con exportaciones, turismo; y después, en el resto del año, lo que ha venido sorprendiendo al alza ha sido tanto el consumo como la inversión. Seguimos con una proyección de crecimiento en torno a 2,4% o 2,5%, con un segundo semestre que será un poco más lento respecto al primero.
- ¿Y 2026?
- Para 2026 el principal mensaje es que son números que estamos trabajando y todavía no son definitivos, pero creemos que es bien posible que la economía crezca entre 2,5% y 3%. Y aquí tenemos tres o cuatro elementos que nos gustan. Primero, el próximo año vamos a seguir viendo inversión en minería y en energía.
Segundo, podríamos ver algo más de inversión en construcción. El proyecto de ley de subsidio a la tasa de interés se espera que logre incentivar ventas por al menos 50 mil viviendas y eso podría -de cierta forma- liberar un poco de stock disponible que hay. En la medida en que se libere ese stock, podría dar un puntapié a que se inicien nuevos proyectos de inversión.
El tercer elemento, también apalancado si es que se da este escenario de un mayor dinamismo en el sector construcción, es que podríamos ver cierta recuperación en el empleo. Y, por último, el que viene por el canal de las expectativas. Hemos estado viendo que las expectativas tanto de consumidores como empresarios están mejorando.
- En este repunte de la inversión, ¿qué tanto ayuda el escenario electoral?
- En el caso de minería y energía, es un repunte que viene antes de la elección, pero que se ha ido intensificando en la medida que candidatos más promercado están liderando las encuestas.
Si se llega a generar un giro político tanto en la presidencial como en el Congreso hacia candidatos más promercado, podríamos ver que los proyectos no mineros y energéticos puedan ganar tracción en los próximos trimestres y tener un repunte adicional en la inversión.
- ¿Cuáles son los riesgos que delinean?
- Primero, el escenario internacional. Segundo, el mercado laboral, que puede ser el principal riesgo a nivel local, porque al generarse este descontento social, puede abrirse ese tema por dos ramas. Una, la conformación de un Congreso nuevo puede presionar a nuevos retiros de fondos de pensiones si vemos tasas de desempleo muy altas persistentes. Y, segundo, si vemos una oposición política muy dura y también una sociedad muy encrispada con un nuevo gobierno producto de un desempleo muy alto, eso puede hacer generar un resurgimiento de una crisis social, quizás no con la misma intensidad de la vista en 2019, pero sí tener con una cierta intensidad algo mayor de la vista en lo reciente.
El lado fiscal es otro de los riesgos locales que estamos viendo. Estamos justo en el periodo de elaboración del Presupuesto, creemos que el gasto no debería crecer más de entre 1% y 1,5% en términos reales, que creemos debería ser un nivel razonable, un nivel prudente, para un futuro gobierno. Pero, claramente, las perspectivas para el próximo gobierno van a ser súper desafiantes.
- ¿Qué escenario ven para el tipo de cambio?
- Estamos con una proyección puntual de $ 940 a fin de año, pero con un sesgo a la baja. Pensando en el próximo (año), tenemos $ 900. Aquí hay varios temas que creemos que pueden empezar a generar una presión apreciativa en el tipo de cambio. Primero, los términos de intercambio siguen bastante favorables: un precio del cobre en torno a US$4,5 o US$ 4,6 y precios de los combustibles en torno a US$ 65.
Segundo, el diferencial de tasa ha sido claramente uno de los principales drivers que ha movido sobre todo a inversionistas extranjeros que han hecho apuestas especulativas en contra del peso.
Dado este nuevo tono del Banco Central, de una postura quizás un poquito más cauta, podríamos ver mantención en las próximas reuniones, quizás un recorte de la reunión de diciembre, pero con una velocidad de ajuste que al parecer será más lenta que la que vamos a ver en la Fed. Y, en ese sentido, ese diferencial de tasa que estaba algo más ajustado, podría estarlo menos en los próximos trimestres, y eso podría ser constructivo para el tipo de cambio.
Y el último factor que por un momento puede ser positivo, pero quizás más transitorio, es el tema de las elecciones. El mercado local podría volcarse hacia activos locales una vez que tengamos resuelto este escenario incierto respecto a la presidencial y el Congreso. Entonces, podríamos ver cierta revalorización en activos locales pensando principalmente en el IPSA y en el tipo de cambio.
- ¿Sigue habiendo riesgos de llegar a los $ 1.000?
- Ahora no. Salvo un escenario internacional muy tensionado, podríamos ver un tipo de cambio volviendo a los $ 1.000, pero por el momento no es parte de nuestro escenario base y creemos que esas probabilidades han ido disminuyendo.