Ejecutivos londinenses cambian sus Porsches por bicicletas exclusivas

Al igual que miles de trabajadores londinenses...

Por: | Publicado: Lunes 16 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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Al igual que miles de trabajadores londinenses, Simon Bird se mantiene sano yendo en bicicleta a la oficina. Sin embargo, en su caso es un viaje de 70 millas ida y vuelta desde Buckinghamshire.

El ejecutivo de 47 años de City Index, una firma de apuestas, es parte de una ola de entusiasmo por la bicicleta que se toma Londres. El deporte se volvió la opción de los machos y hembras alfa de la ciudad, que disfrutan la combinación de ethos competitivo, salud y la posibilidad de gastar una pequeña fortuna en equipamiento técnico.

“Cuando éramos más jóvenes pasábamos todo nuestro tiempo en nuestras bicicletas”, explica. “Ahora simplemente gastamos un poco más de dinero en ello”.

El uso de la bicicleta ha subido un 81% desde 2000, según cifras oficiales. Grandes entidades como el banco HSBC el año pasado duplicaron sus estacionamientos para bicicletas a 400 en su sede de Canary Wharf.

Un aparato de alta gama de Parlee de EEUU o Pinarello de Italia, diseñado especialmente para el usuario, puede costar fácilmente más de 10.000 libras.

También es atrayente a nivel social. El belga Wim Dejonghe, miembro del bufete Allen & Overy, pasará este verano cinco días pedaleando en la Toscana con otros 15 socios.

“Hace tres o cuatro años éramos 4.000 en la carrera amateur de Flanders. Ahora somos 20.000”, celebra.

Ser un “mamil” -abreviatura en inglés de hombre de mediana edad en lycra- se está convirtiendo rápidamente en fuente de orgullo. “Tal vez sólo sea la crisis de la mediana edad”, bromea Bird.

Mientras tanto, Oliver Hatfield, analista de commodities, está en una sesión de pedaleo de dos horas que incluye marcadores LED en su cuerpo y registros en una cámara de 3D.

Hatfield está en Bespoke, una tienda de la calle londinense de Farringdon Road especializada en bicicletas y equipamiento de alta gama.

Su dueño es Barry Scott, un ex financista corporativo de Morgan Stanley. El primer piso se parece una boutique, con sillones desplegados artísticamente entre todo tipo de material de peso ligero. Los aparatos pueden llegar a costar 13.000 libras.

Scott dice que Londres es un mercado clave. “No tenemos un presupuesto de publicidad, sino que trabajamos con el boca a boca y hacemos muchos negocios con gente de la City. Hemos florecido en Londres, pero nos cuesta en el resto de Gran Bretaña”.

Hatfield, que terminará la sesión con detalles sobre su posicionamiento óptimo, está entrenando para una serie de triatlones. “Mis hijos están creciendo ahora y quiero volver a la bici”, asegura.

La batería de pruebas sugiere que no está dejando nada al azar.

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