En el marco del Encuentro de Relacionamiento Comunitario, organizado por la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio (AmCham Chile), Milton Funes director of Program Impact and Learning de Global Communities -ONG que trabaja a nivel mundial para mediar entre empresas y comunidades-, aborda los desafíos de la implementación de políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), entre ellos, lograr impactos positivos, pero sobre todo, medibles. - ¿Qué cambios ha experimentado la RSE en los últimos años?
-En sus inicios se hablaba de filantropía, que es dar donaciones desinteresadas, pero de ninguna forma los empresarios de hoy deberían estar allí. Si eres filantrópico no llegarás lejos. Debe predominar el valor compartido que significa un ganar-ganar para las partes involucradas. Todo empresario invierte con la intención de ganar y si quien gana también es el pescador artesanal, por ejemplo, estamos haciendo las cosas bien.
- ¿Cuáles son los sectores o rubros que deben preocuparse por mantener una mejor relación con sus grupos de interés?
- El retail, los grandes supermercados que entran al sector y empiezan a tener un efecto en los comerciantes de una localidad. Un ejemplo es Walmart, que se expandió a muchos países, pero preservando la identidad nacional y eso les ha traído éxito. Cambian los ecosistemas, pero siguen apoyando al proveedor local.
- ¿Qué incentivos tienen las empresas para ello?
- El mejor incentivo que tienen es vivir y trabajar en una comunidad en paz, donde hay entendimiento. Eso no tiene ningún precio y es lo que en definitiva atrae inversión extranjera y genera bien común.
-¿Independiente de lo que se puede hacer a nivel legislativo?
- Lo mejor es que salga del compromiso de querer dar a la comunidad un entorno saludable. Y eso no lo va a lograr ninguna regulación, debe generarse una consciencia empresarial y una apertura de parte de la comunidad, establecer sinergias y alianzas entre ambas, para llegar a una paz social.
- ¿Hay voluntad para organizarse y trabajar con las empresas desde la comunidad?
- Lo vemos en nuestro trabajo,
tenemos una metodología llamada acción participativa para el compromiso comunitario. Somos los mediadores, hablamos con los vecinos y les preguntamos cómo les gustaría ver a su comunidad en cinco años. Entonces comienzan a soñar y generamos con ellos una lista de proyectos y los priorizamos. Todo eso se integra en un plan de desarrollo que es un instrumento válido para ir a las compañías a tocar las puertas para que participen como contribuyentes, pero no necesariamente como ejecutores de todo el plan.
En muchos lugares existe el empoderamiento comunitario, pero por más pobre que sea un lugar, debes fomentar el orgullo propio y la pertenencia, sin regalar nada, de lo contrario, no es sostenible. Hay que aprovechar eso y trabajar con el liderazgo local.
- ¿Existe una nueva generación de empresas preocupadas del valor compartido?
- Más allá de empresas puntuales hay una consciencia en los jóvenes que salen hoy de las universidades, pues son más conscientes que los que nos formamos hace 15 años. Conocen las problemáticas sociales y quieren hacer algo al respecto.
La producción es buena, ganar es bueno, y tener un negocio también, pero algo de ello lo tienes que retornar, sobre todo donde vives, y más aún si se trata de un entorno donde hay desigualdad e injusticia.
Los nuevos gerentes ya incorporan esta forma de pensar y la transmiten a sus trabajadores. No hay que quedarse con dar un día de voluntariado una vez cada tres meses, hay que hacer seguimiento.
No obstante, esto es un modelo nuevo, hay empresas muy grandes y globales aprendiéndolo. En Chile sería irrespetuoso decir si lo están haciendo o no, pero estoy seguro que hay iniciativas encaminadas igual que en países como Perú, Argentina y Brasil.
- ¿Cuáles son los desafíos?
- Es muy importante ver indicadores, qué lograste con pintar una escuela o con donar un libro. La RSE se ha confundido con hacer solo aquello que se ve y colocarle un logo. Como profesional consciente se debe saber si el dinero se pudo invertir de mejor manera o tener mayor impacto. Desde Global Communities buscamos transformación, para que los proyectos continúen cuando nos vayamos. Después de tres a cinco años que has trabajado con una comunidad hay que regresar y medir el impacto. No sólo durante el proyecto, sino también después.
-¿Cuáles son las variables que deben estudiarse?
- Los indicadores de éxito deben ser intrínsecos al grado de satisfacción, de felicidad, a las libertades, accesos a servicios públicos, de salud, educación, infraestructura en carretera, seguridad ciudadana y contaminación. Si en ese marco la gente está satisfecha, has logrado tu objetivo: tener una relación en paz y armónica en la comunidad donde te insertas. Desde un principio, la empresa debe ponerse el objetivo de no perturbar el status quo, sino mejorarlo.