Minera Paicaví y su apuesta por el oro del Maule
Tras adquirir el Complejo Minero Chépica al italiano Giancarlo Bordoni, los socios de la empresa de capitales 100% chilenos alistan sondajes en El Chivato y el inicio de su faena en Las Palmas. “El Maule está lleno de recursos que no han sido explotados: hay oro a rabiar”, dicen.
Por: Patricia Marchetti
Publicado: Domingo 9 de noviembre de 2025 a las 21:15 hrs.
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Que la historia de la minería se escriba desde el norte es casi un dogma en Chile y la imagen de una faena rodeada de árboles y plantaciones agrícolas algo impensado. Pero desde hace una década, dos socios demuestran lo contrario: Fernando Gattas y Gustavo Olivares apostaron por Pencahue, en la Región del Maule, una zona poco explotada y que otros abandonaron en el pasado, pero donde estaban seguros que había más oro del que se pensaba.
“El oro en Chile partió en el Maule, pero como antes llovía mucho, los mineros se fueron al norte. Entonces, cuando nosotros llegamos, nos dijeron que estábamos locos, que aquí no había, pero es al revés: la mayor cantidad del oro chileno se encuentra hacia el sur, hasta Magallanes”, cuenta Gattas en conversación con DF, hoy gerente general de Minera Paicaví, controladora del Complejo Minero Chépica.
El ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile confiesa que antes de entrar a la minería su expertise eran las pomáceas y que si veía una piedra pómez fácilmente lo podían convencer de que era un metal precioso.
Un amigo supo que andaba buscando entrar a la industria y le presentó en 2017 a Olivares, un histórico minero de la zona, que por décadas trabajó con el empresario Francisco Javier Errázuriz y cuya escuela fueron los mismos cerros, los que recorría con su padre, fundador de la icónica área aurífera de Chancón, en Rancagua.

Fernando Gattas y Gustavo Olivares, socios dueños de Minera Paicaví.
Así, fue en febrero de 2018 que arrendaron el Complejo Chépica, que desde inicios de los 2000 pertenecía al italiano Giancarlo Bordoni, el mismo que FIAT envió a Chile en 1957 para traer la marca de Turín.
“Ese mismo año, en diciembre, don Giancarlo nos llama y dice: ‘¿Saben qué? Quédense con la mina, se las vendo. Le dijimos que por supuesto, pero no teníamos recursos y nos dejó pagarla en cuotas”, rememoró Gattas y reveló que en diciembre les toca el último pago.
No fue fácil. La operación había estado prácticamente detenida desde que la canadiense Polar Star Mining puso fin a su contrato de arriendo con opción de compra en 2016: “Fue un caos, la planta estaba a muy a mal traer, había deudas por todos lados, embargos y líos con el sindicato. Fueron meses muy complejos, pero de a poquito fuimos reparando, mejorando y haciendo camino hacia lo que tenemos hoy día, que es un lujo asiático”.
Gattas sostuvo que el complejo está valorizado en US$ 299 millones y tienen para trabajar al menos otros 50 años. Cuentan con una planta de flotación, 1.690 hectáreas de pertenencias mineras en el lugar, una serie de túneles subterráneos y sus minas insignia son Colín y Chépica, que el año pasado aportaron con 250 kilos de oro.
Próximamente ingresarán una Declaración de Impacto Ambiental para ampliar su capacidad de procesamiento de 5 mil a 10 mil toneladas por mes. La operación vende cerca de US$ 2 millones mensuales y emplea a 100 personas, donde un 60% son de Pencahue.
La historia con Errázuriz
Para Olivares, llegar a Chépica fue más bien un regreso. Las pertenencias mineras de toda el área las había trabajado hace años bajo la dirección de su dueño, Francisco Javier Errázuriz Talavera.
Pero en 1998, con el oro promediando US$ 220 la onza y teniendo que mover toneladas para sacar unos cuantos gramos, el negocio distaba de ser rentable.
“Ahí él decide dejar sus pertenencias e irse del Maule para ir a trabajar el yodo y las minas del norte, pero aparece Gustavo, que le tenía muchísimo respeto y confianza, y le dice que a él le interesan, que está convencido de que hay mucho más”, relató Gattas.
En el 2000, Olivares empezó a trabajar en Chépica, pero necesitó un socio financista y es cuando Bordoni entra en escena. Por desavenencias, Olivares salió de la operación en 2003, pero volvió con Gattas en 2017, retomando la relación con el italiano y, finalmente, poniéndose a la cabeza junto a su socio de la empresa maulina desarrollada 100% con capitales chilenos.
El Chivato, Las Palmas y más
“Del Maule al sur, pero sobre todo en el Maule, está lleno de recursos que no han sido explotados, está totalmente inexplorado en cuanto a recursos mineros: hay oro a rabiar”, enfatizó Gattas, quien también es presidente de la Asociación Minera del Maule.
Además de Chépica, compraron en 2022 la histórica mina del siglo XVIII El Chivato, donde anticipan exitosos sondajes auríferos y el inicio de su funcionamiento para el próximo año.
La dupla no se detiene ahí. A 15 kilómetros al norte de Paicaví son dueños de las pertenencias mineras de Las Palmas -que operan bajo SCM Las Palmas-, área que fue explotada por los jesuitas en el siglo XVI y cuya faena proyectan inciar en los próximos meses.
Y mientras estos dos proyectos arrancan, “haremos campañas de sondaje dentro de las 3.500 hectáreas que tenemos en la cordillera, a la altura de Curicó. Estamos seguros que hay un pórfido gigante de cobre y molibdeno por el lado norte de la Laguna Teno”.
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