Les encargaban entre 30 a 40 almuerzos diarios desde Fintual, cuenta Francisco Salvatierra, arquitecto y uno de los socios fundadores del Centro Leñería y Casino Latriana. Tenían que trasladar los menús unas 10 cuadras, desde las cocinas en calle Triana hasta el Palacio Droguett, en la entrada del barrio Vaticano Chico donde la fintech fundada por Pedro Pineda, Agustín Feuerhake, Omar Larré y Andrés Marinkovic se instaló en 2020.
Resultaba poco práctico y menos sustentable, así que con el pasar del tiempo decidieron habilitar una cocina en las dependencias del edificio de la famosa cúpula de vidrio. Pero a nivel de la calle, con entrada independiente, existía un local que permanecía cerrado desde la pandemia. Ahí mismo abrió hace dos meses, primero en formato pop up de Latriana y ahora con identidad propia, el bar restaurant Los Obispos.
Le arriendan el espacio a Fintual y tienen un trato de exclusividad con ellos: les proporcionan desayuno y menús de almuerzo para su personal, unos 40 comensales diarios promedio. Esta oferta ha incrementado la presencialidad en las oficinas de la plataforma de inversiones, comenta Salvatierra. “En general quienes trabajan aquí son súper jóvenes y varios hacen home office, entonces una manera de incentivar el trabajo presencial es con el gancho de un rico almuerzo o desayuno”, dice.
A partir de las 6 de la tarde, de martes a viernes, y los sábados a la hora de almuerzo, Los Obispos abre a público general. Ofrecen tacos, quesadillas, nachos, choclos, además de cervezas, cocktails, vinos, espumante, destilados y bebidas sin alcohol. Pero, adelanta Francisco, en un par de semanas la carta sumará nuevas alternativas como sándwiches, papas fritas y otros picoteos. Principalmente preparaciones que se coman con la mano, siguiendo el espíritu de bar de barrio, añade.

Socios e historia
La operación actual está a cargo de un grupo de socios que se han ido sumando a una historia de varias etapas. Todo partió en 2012 con dos arquitectos socios de Archibits, Francisco Salvatierra y Jorge Castillo. Ellos compartían oficina en una casa antigua con numerosas piezas en una ex leñería en el sector céntrico de Portugal.
Antes de que el concepto de cowork estuviese tan extendido como hoy, mientras iban restaurando el inmueble, entendieron lo virtuoso que resultaba compartir espacio con personas dedicadas a otros oficios. “Empezó a llegar gente súper interesante: taller de zapatería, diseñadores, pintores, ilustradores, tienda de bicicletas. Nos dimos cuenta de que compartir el día a día tenía un montón de externalidades positivas”, dice Francisco. En la medida que fueron publicando información sobre los proyectos que cohabitaban el espacio, generaban más demanda de arriendos. Se incorporaron como socios José Miguel Quiroga y Zarco Castillo, padre de Jorge, y abrieron una segunda sede en el barrio El Aguilucho.
Cuando tuvieron que dejar la leñería porque les pidieron el edificio, armaron proyectos de cowork en los barrios Franklin, Yungay, e incluso en Puerto Varas y Valparaíso. Hasta que aterrizaron definitivamente en una casona de 1935 ubicada en Triana, una calle pequeña, apenas transitada, a pasos de Eliodoro Yáñez y la esquina con Avenida Providencia.
“A no ser que vayas a Triana, no hay razón para que pases por ahí. Cuando vinimos, fue amor a primera vista. Es que nadie queda indiferente”, describe riendo. Se trata de una especie de tesoro oculto con casas de alto valor patrimonial, algunas de ellas actualmente en desuso. “Al poco tiempo estábamos con 100% de ocupación, lista de espera y taladrando en la cabeza a los ocupantes para poder abrir la azotea”, recuerda Salvatierra.

Centro Leñería -que corresponde a dos casas contiguas completamente restauradas y un programa mixto que incluye espacios de cowork, oficinas privadas, salas de reuniones, sitios de eventos, áreas comunes, terrazas y azotea- actualmente cuenta con mil metros cuadrados. Entonces, como una manera de enriquecer el ecosistema y vincularse al barrio pensaron en un proyecto asociado a la cocina que ocupara el primer piso. Para eso se asociaron con el empresario gastronómico, y también amigo, Fabricio Castellucci, quien contaba con amplia experiencia en el rubro con emprendimientos como el Café Público del GAM y el Café Kant en el edificio Transocéanica. Lo llamaron Casino Latriana.
Justo cuando se decretó la pandemia, en marzo de 2020, estaban abriendo el restaurant en formato casino donde ofrecen desayunos y distintas alternativas de almuerzo con menú del día y también membresías mensuales. Los primeros meses tuvieron que operar en modo delivery, pero pasada la emergencia volvieron al local y en estos cinco años se han consolidado como propuesta gastronómica además de ser punto de encuentro para actividades culturales, música en vivo, ferias de arte, diseño y oficios, y otros eventos como el Día del Patrimonio.
“Pasan un montón de cosas, excusas que hacen que el proyecto esté lleno de vida”, agrega el arquitecto. Salvatierra es además presidente de la Agrupación gremial Barrio Triana. Cuenta que luego de liderar la participación en mesas de trabajo de la Municipalidad con motivo de la octava modificación al plan regulador comunal, están a un mes de obtener la patente de alcohol que les permitirá activar el horario nocturno en Latriana y sumar vida al barrio.
El alter ego
En paralelo, como el intercambio entre Latriana y Fintual estaba consolidado y se abrió la oportunidad de instalarse ahí, se la jugaron por abrir un segundo local. En un principio pensaron que fuera una nueva sede de Latriana, pero finalmente optaron por adoptar el nombre de la nueva locación y bautizarlo Los Obispos, Mesa y Cantina.
Francisco Salvatierra, arquitecto y socio fundador de Centro Leñería, Casino Latriana y Los obispos.
Algunas de las bases de las preparaciones, como el caldo de birria para los tacos, salen de la cocina de Latriana, explica, pero sus identidades funcionan por separado. Un alter ego, declaran en sus redes sociales. La estrategia fue declarar inicialmente que Latriana se tomaba el espacio en formato pop up de manera de atraer a los vecinos que frecuentaban el local de Centro Leñería y que se alegraron de contar con una sede más cercana.
Hace un par de años Jorge Castillo se fue a vivir a Curanipe y allá conoció a Andrés Soffia, socio del ex Bar Loreto. Castillo le comentó que buscaban partners para operar Latriana de noche. “¡Nosotros!”, le respondió el empresario nocturno, refiriéndose también a Álvaro Gómez. Mientras esperan que salga la patente de alcohol para ese local, entraron también como socios a Los Obispos. “Fue un match súper natural, ellos tienen un background importante”, apunta Salvatierra.
Los ex Loreto se ocupan de tener djs en vivo las noches de jueves y viernes, organizan ferias de vinilos y además decoraron musicalmente el interior del local con posters y afiches que pertenecían a su antiguo local de Bellavista. Se sumó además como socio, Matías Puelma, de la hamburguesería Honesto Mike.
El espacio que ocupa hoy Los Obispos tiene capacidad para 68 personas y ya acordaron con Fintual que durante los fines de semana podrán instalar más mesas en el patio de acceso a la fintech. También están en conversaciones con el municipio para ocupar parte de la calle que actualmente se encuentra cerrada. El boca a boca ha sido rápido y están atendiendo mucha clientela.

En la misma dinámica que han probado con éxito en Latriana, Los Obispos busca sorprender al público creando distintas instancias e invitando a chefs amigos a cocinar menús especiales. Ya tuvieron un pop up de la pescadería Con agallas y se vienen más, adelanta Francisco. También les importa ser un local que se inserte amablemente en el barrio y por eso organizaron una inauguración especial para los vecinos, donde Fintual también participó como anfitrión, cuenta Francisco. Invitaron a la Junta de vecinos y ese día aparecieron algunos entusiastas octogenarios, felices de que los hubieran considerado.
“Nos decían que ahora se sentían más cómodos de entrar, aunque hubiera gente más joven. Es fome eso que pasa en Chile que generalmente los públicos no se mezclan”, comenta el socio. El sábado es día de público familiar, llegan más niños y perros a la hora de almuerzo. De momento no abren los domingos, pero no descartan ofrecer desayuno prontamente ese día.