A fines de septiembre, First Brands se acogió al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, tras revelar pasivos por más de US$ 11 mil millones. La caída del fabricante de autopartes encendió las alarmas en Wall Street y en el mercado del crédito privado, su principal fuente de financiamiento, que ahora enfrenta su mayor prueba de confianza en años.
La causa se tramita en el Tribunal de Quiebras de Delaware, y First Brands cuenta con el asesoramiento de compañías legales como Weil, Gotshal & Manges y Alvarez & Marsal, mientras que Lazard actúa como asesor financiero.
Informes judiciales indicaron que la compañía reconoció más de US$ 11 mil millones en pasivos, cifra que incluye sus obligaciones financieras, como préstamos con fondos de crédito privado, compromisos con proveedores, líneas de factoring y otros instrumentos de deuda.
Por otro lado, los activos declarados se ubicaron en un rango mucho menor, estimado entre US$ 1.000 millones y US$ 10 mil millones, lo que revela una brecha considerable entre lo que la empresa posee y lo que debe. Esta diferencia confirmó que la compañía se encontraba en una situación de alto apalancamiento.
La solicitud de quiebra respondió a una crisis de liquidez inmediata y a la pérdida de confianza de sus acreedores, luego de que se detectaran irregularidades en su sistema de financiamiento de facturas.
La quiebra de First Brands ocurre en un momento en que el crédito privado se ha convertido en la fuente de financiamiento alternativa más dinámica del mundo, con más de US$ 2,5 billones (millones de millones) en activos.
Este lunes, Patrick James, fundador de First Brands Group, dimitó de su cargo como director ejecutivo de la empresa. La compañía dijo que Charles Moore, un ejecutivo de la firma de asesoramiento en reestructuración Alvarez & Marsal, había aceptado ocupar el lugar de James como "director ejecutivo interino".
Moore dijo que la prioridad es "garantizar la estabilidad y confiabilidad" del negocio, y agregó que el grupo en expansión tenía una "base sólida de marcas reconocidas mundialmente y una posición resiliente en la industria automotriz del mercado de accesorios".
El gigante del aftermarket
First Brands Group —ex Trico Group— era uno de los principales proveedores de autopartes del sector automotriz estadounidense, fabricante de frenos, filtros, limpiaparabrisas y otros componentes, consolidándose como un gigante de la postventa —o “aftermarket”—. Se estima que su facturación anual rondaba los US$ 5 mil millones.
Su rápido crecimiento se financió casi por completo con deuda privada, proveniente de fondos de inversión y factoring. Esto le permitió expandirse sin recurrir a la banca tradicional.
En julio de 2020 adquirió Brake Parts (BPI), empresa reconocida por la marca Raybestos (frenos), y Champion Laboratories (Champ Labs), fabricante de filtros bajo la marca LuberFiner.
Otras de las marcas que tiene en su portafolio son TRICO (limpiaparabrisas), FRAM (filtros), Carter (bombas de combustible y agua), ANCO (limpiaparabrisas), Autolite (bujías / componentes eléctricos) y StrongArm (soportes de elevación).
Para financiar su crecimiento, la compañía apostó fuertemente al endeudamiento. Según estimaciones de Fitch Ratings, en junio de 2025 su deuda reconocida en los balances alcanzaba unos US$ 6 mil millones, de los cuales US$ 4.900 millones correspondían a préstamos garantizados.
Facturas duplicadas
Uno de los puntos más importantes de la caída de First Brands fueron las acusaciones por double factoring, es decir, la compañía usó las mismas cuentas por cobrar como garantía frente a distintos prestamistas.
En sus documentos de bancarrota, la empresa admitió que enfrentaba un desfase cercano a los US$ 2.300 millones relacionado con acuerdos de factoring de terceros que no estaban totalmente contabilizados.
El acreedor Raistone Capital demandó que se nombre un examinador independiente para investigar el vacío contable y criticó al comité especial de la empresa por considerarlo insuficiente para esclarecer lo sucedido. La magnitud de esos pasivos ocultos alimentó el quiebre de la confianza entre los prestamistas, al cuestionar hasta qué punto los informes financieros eran creíbles.
Crisis de liquidez
De acuerdo con documentos judiciales, la empresa dejó de realizar pagos regulares a sus prestamistas en agosto de 2025, semanas antes de la solicitud de bancarrota presentada el 29 de septiembre.
La solicitud de quiebra fue la respuesta a la pérdida del flujo de caja que excedió los límites de financiamiento de la compañía. Según Reuters, First Brands intentó refinanciar su deuda durante 2025, pero esas gestiones colapsaron cuando los inversionistas solicitaron una auditoría más rigurosa de sus cuentas.
Al desatarse las dudas sobre sus finanzas, los prestamistas y acreedores comenzaron a bloquear nuevas líneas de crédito y retener pagos que hasta entonces habían sido regulares.
Fue la imposibilidad de cubrir obligaciones inmediatas lo que llevo a la empresa a solicitar acogerse ante el Capítulo 11. En paralelo, obtuvo US$ 500 millones de financiamiento de emergencia aprobado por un juez de bancarrota como parte de un paquete mayor de US$ 1.100 millones para mantener operaciones críticas.
Golpe al mercado
El banco de inversión estadounidense Jefferies es uno de los más afectados: su fondo Point Bonita Capital tiene cerca de US$ 715 millones invertidos en cuentas por cobrar de First Brands. La gestora indicó que la compañía dejó de reenviar flujos de cobranzas a tiempo y que evalúa los escenarios de recuperación en la corte de quiebras. En lo que va del mes, las acciones de la empresa han caído 20%.
El banco más grande de Suiza tampoco se queda fuera de la caída de First Brands: O’Connor, un fondo de UBS, afirmó tener 30% de su cartera vinculada a la compañía de autopartes. En total, el banco tiene más de US$ 500 millones de exposición a la deuda y al financiamiento vinculado a facturas de la empresa de autopartes en varias partes de su división de inversión, según las presentaciones de quiebra.
Algunos de los nombres más importantes de Wall Street, como Blackstone, tenían vínculos a la deuda de First Brands, mientras que firmas financieras menos conocidas, como Onset Financial, especialista en leasing con sede en Utah, también están profundamente envueltas en la trama.
El impacto se extiende a Asia: un joint venture de Norinchukin Bank y Mitsui & Co. figura con US$ 1.750 millones de exposición al fabricante estadounidesne, de acuerdo con documentos citados por Bloomberg.
Entre los acreedores de First Brands figuran más de 500 Vehículos de Deuda Garantizada (CLO, sigla en inglés), además de la división de crédito privado de Cantor Fitzgerald y firmas de financiamiento comercial como Raistone Capital, que, según Bloomberg, desvinculó a decenas de empleados tras reconocer pérdidas por su exposición a la compañía.
Un análisis de Reuters Breakingviews (con datos de Fitch Solutions) estima que la quiebra no ha frenado el mercado de deuda privada en general, ya que la exposición promedio de estos fondos es relativamente baja. Las cifras detallan que los 379 CLO estadounidenses con deuda de First Brands mantienen una exposición media de apenas 0,51% de sus activos, mientras que los 138 fondos europeos poseen un nivel levemente superior, de 0,71%.
Los reguladores
Desde que estalló la crisis, entidades reguladoras han desplegado reacciones inmediatas: en Reino Unido, la Financial Conduct Authority (FCA) declaró que está monitoreando el caso y advirtió que las quiebras de empresas apoyadas en crédito privado podrían resultar en “lecciones útiles” si se definen estándares de supervisión.
En Estados Unidos, el Departamento de Justicia (DOJ, sigla en inglés) abrió una investigación preliminar sobre posibles irregularidades de First Brands en sus operaciones con acreedores, en particular sobre sus prácticas de facturación y financiamiento fuera de balance.
Además, organismos como la SEC y los supervisores bancarios evalúan si es necesario imponer mayores requisitos de transparencia contable para fondos de crédito privado, obligando a revelar colaterales, valuaciones y exposición a deuda oculta.