La descarnada competencia por la Casa Blanca que protagonizaron Hillary Clinton y Bernie Sanders en 2016 se trasladó este año a las librerías: ambos excandidatos derrotados publicaron libros que refrescaron los traumas que dejó en el Partido Demócrata la sorpresiva derrota ante el magnate y exestrella de televisión Donald Trump, hoy presidente de Estados Unidos.
Pero los libros no son la única arena de división del partido. Ad portas de que se cumpla un año de las elecciones que remecieron al mundo, la oposición no ha terminado de lamerse las heridas que sufrió al quedarse sin la presidencia y en posición de minoría legislativa.
Recién la semana pasada, la expresidenta del comité nacional del partido, Donna Brazile, acusó prácticas “poco éticas” de la dirigencia en las primarias, que habrían favorecido a la exprimera dama.
Según publicó en su propio libro, personeros de la campaña de Clinton y del comité acordaron dejar en manos de la entonces candidata las finanzas, estrategia y recursos recaudados por la colectividad a cambio de invertir en él, para reparar las deudas que aún sufría por la carrera de Barack Obama en 2012.
“Si la lucha hubiera sido justa, un equipo no tendría el control del partido antes de que los votantes decidieran”, señaló Brazile”. “No fue un acto criminal, pero comprometió la integridad del partido”.
El escándalo remeció a los demócratas justo cuando buscan financiamiento para las campañas de 2018 y 2020. La influyente Elizabeth Warren, una posible precandidata en las próximas presidenciales, señaló que había “un problema real” en la colectividad.
El propio Trump buscó aprovechar el tenso momento de la oposición. En una serie de tuits, pidió al FBI investigar a Hillary Clinton y aumentó la presión para que su fiscal general, Jeff Sessions, haga lo mismo. Su intervención buscaba desviar la atención que se enfocaba en las indagatorias sobre los vínculos de autoridades rusas con su propia campaña presidencial.
Un paseo por el bosque
En septiembre, el libro Lo que pasó (What happened) sacó a Clinton de un largo retiro en el que se sumió tras la derrota. Su retorno a la esfera pública la llevó a una gira por diversos programas de conversación en la televisión estadounidense. Además de hacer una evaluación de su fracaso, utilizó la instancia para criticar a Trump, entre otras cosas por su política exterior, especialmente su “ambigüedad” sobre Rusia.
Su actividad se ha intensificado durante las últimas semanas. Con las campañas de gobernadores y legisladores para noviembre de 2018 ya iniciadas, la exprimera dama se ha sumado a su esposo y expresidente Bill Clinton y a Barack Obama en los actos públicos de los candidatos demócratas.
También ha dejado en claro que su período de introspección se acabó. En The Daily Show, el conductor Trevor Noah le preguntó la semana pasada qué le diría a las personas que quieren que “simplemente se vaya” de la política.
“Escribir un libro explicando qué ocurrió”, contestó. “Apoyar a candidatos que están comenzando y quieren oponerse a lo que está ocurriendo. Yo ya di mi paseo por el bosque. Eso se acabó y ahora estoy de vuelta”, aseguró.
Fuera de campaña
Con su propio libro, Guía para la Revolución Política, Sanders también tuvo su gira por la televisión. Aunque su movimiento, Nuestra Revolución, no ha entrado en la carrera por los gobernadores, Sanders ha mantenido su actividad política como senador por Vermont.
Su último proyecto legislativo es una reforma al sistema de salud que garantizaría la entrega del servicio de manera gratuita a todos los estadounidenses. La propuesta, llamada Medicare for All y que cuenta con el respaldo de un cuarto de los demócratas en el Senado, se inspira en Canadá, donde realizó una gira la semana pasada y fue recibido como una celebridad.
En un Congreso dominado por el Partido Republicano, es poco probable que la iniciativa se convierta en ley, pero muchos quieren volver a ver a Bernie Sanders como candidato presidencial. Una encuesta reciente de Public Policy Polling señaló que el senador y el exvicepresidente Joe Biden serían las cartas más competitivas para oponerse a Donald Trump en 2020.
Aunque no milita en el partido demócrata, insistentemente ha sido consultado sobre si volvería a competir bajo esa bandera en 2020. Su respuesta, siempre esquiva, es que los estadounidenses no quieren que los políticos se dediquen sólo a estar en campaña.
Pero no es seguro que él sepa qué es lo que quieren los estadounidenses. Con los demócratas divididos y los escándalos de Trump nuevamente en las portadas, muchos ven un escenario estremecedoramente similar al de hace un año, días antes de que la victoria de Trump sorprendiera al mundo.