Ayer fue el segundo día de buenas noticias económicas desde la Unión Europea: la inflación en toda la zona se aceleró en enero, llegando a una tasa interanual de 1,8% y cumpliendo con el objetivo de “justo por debajo de 2%” del Banco Central Europeo (BCE).
A su vez, el desempleo marcó las menores cifras desde mayo de 2009, bajando de 9,7% en noviembre a 9,6% en diciembre.
La economía del bloque se expandió a una tasa de 0,5% en el último trimestre de 2016, por encima de los dos períodos anteriores, terminando el año con crecimiento sólido de 1,7%.
Respaldo de Alemania y Francia
Tras los datos de inflación revelados el lunes –que llegó a un récord de 1,9% en enero– Alemania muestra nuevas señales de repunte de su economía: la tasa de desempleo bajó en enero a un mínimo histórico de 5,9%, el nivel más bajo desde la reunificación del país en 1990. En cifras absolutas, hubo 26.000 personas desempleadas menos, comparado con 5.000 pronosticados.
La recuperación de la zona euro está respaldada también por datos de la segunda economía del bloque. En Francia, la inflación marcó su mayor cifra en más de cuatro años, ubicándose en 1,6% a tasa interanual en enero. El alza de precios fue alimentada por un incremento de 10% en el valor del petróleo y de 8,7% en el de los alimentos.
La economía se expandió 0,4% en el último trimestre de 2016, llevando la cifra para el año a 1,1%. El crecimiento fue impulsado por sólidos gastos de los consumidores y un aumento de 1,3% en inversiones, aliviando los temores de que las próximas elecciones pongan la demanda en un “modo de espera”.
Presión al BCE
Los últimos datos aumentan las presiones al Banco Central Europeo de terminar con su programa masivo de compra de bonos de 2,3 billones (millones de millones) de euros mensuales. “El BCE mirará al conjunto de datos con una mezcla de alegría y preocupación, ya que muestran que la economía está en la dirección correcta, pero probablemente alertará a los halcones demasiado temprano”, señaló Bert Colijn, economista de ING.
Sin embargo, desde la institución ya dejaron entrever que la decisión no vendrá pronto. Ewald Nowotny, miembro del consejo de directores del BCE, había señalado el lunes que la autoridad no revisará su programa de estímulos antes de julio. Ayer Francois Villeroy de Galhau, el gobernador del banco central de Francia, agregó que “las preocupaciones sobre el retorno de la inflación son muy exageradas”.
A su vez, la inflación subyacente –que excluye energía y alimentos– marcó 0,9% en enero, sin avance respecto al mes anterior. “Con la inflación subyacente todavía débil, parece muy poco probable que los datos provoquen un cambio de dirección del BCE” , dijo Colijn. “Sin la inflación subyacente, el BCE no va a moverse”, confirmó, a su vez, Michael Schubert, economista de Commerzbank.
Además, se espera que la inflación general –impulsada en gran parte por los precios de la energía– se desacelere en el segundo semestre.
Como gran factor de riesgo para el año en curso se suma la incertidumbre política. “Sospechamos que la zona euro puede encontrar difícil de sostener su impulso tras las incertidumbres políticas apreciables durante 2017 y el poder adquisitivo de los consumidores que probablemente se reducirá por la mayor inflación”,dijo Howard Archer, economista de IHS Global Insight.
La mayoría de los economistas apuesta a que el cambio de política monetaria no se hará efectivo antes de septiembre y algunos citan como posible fecha a junio.
España toma medidas
Mientras tanto, España –donde los precios llegaron a crecer 3% a tasa interanual en enero- empieza a preocuparse y tomar medidas al respecto.
Así, según dijo ayer el ministro de Economía del país, Luis de Guindos, el gobierno aprobará esa semana el Real Decreto de Desindexación –que desvincula los precios de servicios públicos del IPC– para que el repunte “preocupante” de la inflación “no dañe la competitividad de la economía” y no se haga estructural, agregando que para el segundo trimestre el aumento de precios se desacelerará hasta 1%.
Allanan oficina de candidato francés
La policía francesa registró ayer la oficina parlamentaria del candidato presidencial Francois Fillon por el caso de supuesto trabajo falso de su esposa, Penelope.
Los fiscales están investigando si la cónyuge de Fillon recibió 500.000 euros de los fondos públicos en pagos por trabajar como asesora parlamentaria de su marido, un cargo que nunca habría desempeñado, según reportó el diario satírico galo Le Canard Enchaine.
El caso dañó fuertemente a Fillon, el aspirante del partido de centro derecha Los Republicanos, que hasta hace una semana era un favorito casi indiscutible para ser presidente de la segunda economía europea. "Tal como van las cosas, creo que tenemos que armar rápidamente un plan B", dijo una fuente del partido. Fillon ha insistido en negar todas las acusaciones, diciendo que el trabajo de su esposa era real. Sin embargo, el político prometió bajarse de la campaña presidencial en caso de que se abra una investigación formal en su contra.
