Fue un reconocimiento implícito de que el Banco Central Europeo se había equivocado cuando en abril y julio de este año subió la tasa de interés en un cuarto de punto, cada vez, preocupado por la inflación. Hoy, el deterioro de la crisis de deuda soberana ha vuelto evidente que la principal amenaza para la economía está en el débil crecimiento, y la máxima autoridad monetaria de la región sorprendió a los observadores al recortar los tipos en 25 puntos base.
El nuevo presidente de entidad, Mario Draghi, atribuyó al riesgo de que la zona euro sufra una “recesión moderada” en el último tramo del año, manteniendo su primera reunión como presidente del Banco Central Europeo en medio de un caos político en Grecia y de temores a que su propio país se vea arrastrado por la crisis.
Sin embargo, no se comprometió a intensificar el programa de compra de bonos para apuntalar a economías como la española o la italiana. “Nuestro programa tiene tres características: es temporal, es limitado y se justifica en la necesidad de restaurar el funcionamiento de los canales de transmisión monetaria”, afirmó Draghi tras el encuentro mensual del BCE en Frankfurt.
Inflación sobre la meta del banco
La decisión de recortar la tasa se produjo pese a que la inflación de la eurozona se ubicó en 3,0% en octubre, por encima de la meta de 2% del BCE; Draghi dijo que la inflación caería bajo esa meta el próximo año.
Draghi asumió la presidencia del BCE el martes, el mismo día en que los rendimientos de los bonos españoles e italianos se dispararon pese a que el banco compró papeles de ambos países.
El italiano deberá hacer frente a la renuencia alemana a aumentar la intervención del BCE en la crisis. El ex presidente del instituto emisor, Jean-Claude Trichet, había dicho que el programa de bonos se eliminaría una vez que el fondo de rescate de la eurozona obtuviera las atribuciones para intervenir en el mercado.