A ojos del espectador, la ceremonia de los Óscar que se celebra el domingo parece reducirse a un juego de sobres, vestidos de alta costura y estatuillas doradas.
Pero, detrás de esa puesta en escena, la gala de la Academia de Hollywood activa una maquinaria económica que cada año bate récords y que abarca desde floristerías hasta empresas de cátering, pasando por las fiestas, conductores de limusinas, cuidadores de coches, peluqueros o proveedores de material de papelería.
Un negocio que, en total, mueve cerca de US$ 37 millones (27 millones de euros), según el estudio que acaba de publicar la consultora SourceHOV Company.
Si a esa cantidad se le sumaran los beneficios indirectos para la ciudad de Los Ángeles en términos, por ejemplo, de gasto turístico, la factura casi se duplicaría hasta alcanzar los US$ 68 millones.
Gota a gota
El mayor capítulo de ese gasto corresponde a la Academia de Hollywood, que gasta anualmente unos US$ 30 millones en organizar la gala de los Óscar.
Para ello contrata a unas 2.700 personas que trabajan tras el escenario para que todo esté listo el domingo. Esto es, para que la orquesta, a la que se paga un millón de dólares, entre en escena en el momento exacto. O para que el personal de seguridad, retribuido con un cuarto de millón de dólares, ocupe sus posiciones y evite sustos durante la ceremonia.
Para llegar a ella y pisar la alfombra roja de US$ 30.000, se alquilan unas 2.000 limusinas a un costo de
US$ 110 por hora cada una, lo que deja una cuenta total de casi US$ 2 millones.
Similar es el gasto en estilistas, vestuario y puesta a punto de las cerca de 1.400 mujeres que asisten cada año a la gala. Por ejemplo, tan sólo en zapatos se gastan
US$ 350.000.
Son los tacones que llevan luego a las fiestas posteriores a los Óscar, que cuestan otros US$ 6 millones y que aplauden a los ganadores de las estatuillas de oro que, en total, se cotizan a US$ 50.000.