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Fantasma de Pinochet pende sobre la votación de la derecha en elecciones

El edificio es estilizado y luminoso, pero todo dentro del nuevo Museo de la Memoria en Chile es un doloroso recordatorio del lado oscuro de los 17 años de gobierno militar.

Por: | Publicado: Viernes 15 de enero de 2010 a las 05:00 hrs.
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El edificio es estilizado y luminoso, pero todo dentro del nuevo Museo de la Memoria en Chile es un doloroso recordatorio del lado oscuro de los 17 años de gobierno militar.

Víctimas como la mujer de 88 años a quien la guardia de Pinochet arrancó las pestañas tras cubrirle la vista con cinta adhesiva, familias que aún lloran por sus parientes desaparecidos y niños que aprenden del pasado, han recorrido el museo desde que abrió esta semana, días antes de la elección presidencial en la que la derecha está a punto de volver al poder.

Si Sebastián Piñera, un empresario millonario, repite el triunfo de la primera vuelta sobre Eduardo Frei, un ex presidente, pondrá fin a 20 años de gobierno de la coalición izquierdista que ha tenido el poder desde que Chile regresó a la democracia. Sería el primer triunfo de la derecha en las urnas desde 1958.

El canoso magnate de aerolíneas y servicios financieros de 60 años, está a años luz del general cuyo gobierno dejó más de 30 mil muertos. El candidato ha insistido en que votó “No” en el referéndum de 1988 sobre la extensión del período de Pinochet.

De todas maneras, muchos votantes temen que algunos asesores de Piñera que tuvieron puestos públicos durante la dictadura pudieran presionarlo a tomar una línea más dura. Algunos de sus partidarios, como el hombre que agitaba una bandera con la cara de Pinochet en una concentración esta semana, siguen defendiendo al fallecido general.

Eso podría explicar por qué el hombre más rico de Chile ha tenido que esforzarse para expandir la base de poder de la derecha. Aunque Piñera se ubicó cómodamente a la cabeza en la primera vuelta de la elección en diciembre, ganando 44% contra el 29% de Frei, ahora enfrenta una estrecha votación el domingo contra un contendor que ha protagonizado un repunte.

“Cuando dicen que si llegamos al gobierno será el fin de los programas sociales y de empleo, la muerte de la cultura, que el mar se secará y el sol se apagará, esas son mentiras que de tanto repetirlas se las han terminado creyendo porque algunos viven asustados con eso”, reconoció Piñera esta semana.

Una nueva encuesta Mori predice una elección estrechísima, con Piñera obteniendo 50,9% y Frei un 49%.

Roberto Ossandón, uno de los dirigentes de la campaña de Piñera en 2005, dice que el empresario y ex senador se volvió complaciente tras su éxito en la primera vuelta. “Piñera puede perder, y él no ha querido verlo”, dice Ossandón.

Pero cree que si Piñera es elegido, los votantes no debieran subestimar su capacidad de concretar las ambiciosas promesas de campaña, incluyendo la creación de un millón de nuevos empleos y alcanzar 6,0% de crecimiento económico al año. “Es absolutamente inagotable y persevera para obtener lo que quiere”, dice Ossandón.

Piñera se llama a sí mismo directo, y dijo en una nota biográfica para El Mercurio el mes pasado que rápidamente aprendió con sus cinco hermanos que “esconder mis emociones y ser duro podría ser una buena estrategia de sobrevivencia. Creo que explica buena parte de mi carácter”.

Aunque Piñera tiene un patrimonio que se estima en US$ 1.200 millones, no es ostentoso. Viste un colorido reloj de plástico, vive en una casa elegante pero no un palacio, tiene un helicóptero pero no el modelo más llamativo, y sus colegas dicen que es cauteloso con el dinero hasta el punto de ser tacaño.

“Lo que lo impulsa no es el dinero, sino ganar, hacer las cosas bien, ser exitoso, ser el primero”, dice José Miguel Barros, director en LarraínVial, el mayor banco de inversión de Chile, quien ha compartido un directorio con Piñera.

Con su doctorado en Economía, ha construido un imperio empresarial que incluye el equipo de fútbol más popular de Chile, Colo-Colo. Esto, además de una supuesta cirugía estética en los ojos, ha generado comparaciones con el premier italiano Sivio Berlusconi, aunque Piñera aceptó poner sus inversiones bajo fideicomiso ciego.

Sonriendo en coloridos avisos de campaña, su promesa central es el cambio tras dos décadas de gobiernos de la Concertación, ahora dividida por luchas internas y percibida en general como estancada.

Pero la historia de la derecha podría ser una carga. Muchos chilenos temen que sus promesas de empleo sean vacías y que Piñera sea malo para escuchar y para delegar.

De todas maneras, algunos chilenos están dispuestos a arriesgarse. “Voy a votar por Piñera a pesar de que siempre he votado por la izquierda”, dice Jorge Ruiz, de visita en el museo de la Memoria. “Creo que Piñera tiene una gran oportunidad de mostrar que la derecha ha cambiado”.

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