Abe retrasa aumento de impuesto y apuesta a nuevo impulso
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por Robin Harding
Shinzo Abe redobló su apuesta por el estímulo económico, aplazando un esperado incremento al impuesto al consumo, luego de que se viera obligado a admitir que el fantasma de la deflación aún se cierne sobre la economía de Japón.
El retraso es vergonzoso para el primer ministro, pues muestra que más de tres años después de su llegada al poder, la economía aún no es lo suficientemente fuerte para superar los déficit presupuestarios crónicos.
Pero en vez de abandonar sus “tres flechas” originales de flexibilización monetaria, estímulo fiscal y reforma estructural, Abe está haciendo que el paquete de estímulo más grande del mundo sea incluso mayor.
El primer ministro advirtió ayer que la debilidad económica en China y la desaceleración en los mercados emergentes podrían sumir a la nación nipona en la deflación.
“Debemos retrasar un aumento en el impuesto al consumo que podría generar una recaída en la demanda doméstica”, dijo, en referencia al aumento programado para abril de 8% a 10% hasta octubre de 2019.
Dese 2010, la mayoría de los países han evitado recurrir a la política fiscal para reparar las finanzas públicas, pero, mientras Abe también prepara un paquete de gasto adicional de entre US$ 45 mil millones y US$ 54 mil millones, Japón se sumerge de vuelta en el estímulo presupuestario directo.
El retraso del alza evitaría repetir lo que ocurrió a inicios de 2014, cuando Abe aumentó el impuesto a las ventas de 5% a 8%. La medida llevó a la economía a la recesión.
El retraso podría ayudar al oficialismo en las elecciones de la cámara alta, aunque es poco probable que llegue a los dos tercios necesarios para una revisión constitucional.
Hiroshi Shirashi, un economista senior en BNP Paribas en Tokio, dijo que el retraso impositivo era una vuelta al estímulo fiscal tras tres años en que la política monetaria era la principal herramienta de las ‘Abenomics’. “Es otra señal de que la disciplina fiscal del gobierno decae y de debe en gran parte a la flexibilización agresiva del Banco de Japón (BoJ)”, dijo Shirashi.
Argumentó que, en el largo plazo, la política económica de Japón estaba “transformándose en un lanzamiento de dinero desde un helicóptero”, con las compras de bonos del BoJ financiando el gasto del déficit del gobierno.
Akio Mimura, el presidente de la Cámara de Comercio de Japón, dijo que el retraso es “desafortunado” y llamó a Abe a comprometerse a subir el impuesto en 2019, sin importar las condiciones económicas. Dijo que es “necesario para asegurar los ingresos para una serie de políticas”.
Otros fueron más positivos. Para Daiju Aoki, de UBS en Tokio, el retraso tendrá poco impacto en las finanzas de Japón y removerá el riesgo negativo en la economía. Para él, el retraso bajará las expectativas de expansión para el año que termina en marzo de 2017, pero las aumentará para el siguiente.