Donald Trump está equivocado: China no es México
No sería difícil para Beijing compensar la pérdida de demanda en una guerra comercial con EEUU.
Por: Equipo DF
Publicado: Miércoles 3 de octubre de 2018 a las 04:00 hrs.
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“Cuando un país (Estados Unidos) está perdiendo miles de millones de dólares en comercio con virtualmente cada país con el que hace negocios las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar”. Este tuit del 2 de marzo estableció los objetivos y medios de la política comercial de Donald Trump. La victoria aparente sobre Canadá y México y la firma de un nuevo acuerdo comercial lo convencerá de que está en lo cierto. Pero China no es México.

El presidente estadounidense cree que si un país vende más productos a un socio comercial de los que compra, ha “ganado”. También piensa que si compra más bienes a un socio comercial de los que vende, puede “ganar” una guerra proteccionista, porque el otro lado tiene más que perder. Estas dos convicciones -el mercantilismo bilateral y una balanza de dolor asimétrica- son sus guías. Su política es usar la forma en la que EEUU “pierde” para asegurar la victoria. Ya que EEUU es también el país más poderoso en cualquier relación bilateral, debe ganar.
Estrategia absurda
Economistas serios, atrás en el tiempo hasta Adam Smith, insistirían que buscar un superávit con cada socio comercial no es “ganar”. Es absurdo. Este no es siquiera un mercantilismo inteligente, que se enfocaría en la balanza total. Sin embargo, en especial con flujos libres de capital, la balanza total es una meta ingenua y una que la política comercial no puede alcanzar. Es increíble que ideas tan primitivas rijan el país más sofisticado de la Tierra.
Deje el sentido de esto a un lado. ¿Son fáciles de ganar las guerras comerciales para una superpotencia frente a países con grandes superávit comerciales bilaterales? La respuesta es “sí y no”. Las exportaciones de México a EEUU fueron un 28% del Producto Interno Bruto en 2017, mientras que las de Canadá fueron un 19%. Los envíos estadounidenses a México fueron sólo un 1,3% del PIB, mientras que sus exportaciones a Canadá fueron un 1,5%. Cuando los países son tan asimétricamente dependientes como Canadá y México, es probable alguna suerte de victoria. En una negociación bilateral, era probable que EEUU obtuviera buena parte de lo que quería.
China es otra historia. Sus exportaciones a EEUU son una proporción sustancialmente mayor de su PIB que viceversa, en 4,2%, frente a un 0,7%, en 2017. El superávit bilateral de China fue cerca de 3,1% de su PIB, lo que está bastante por debajo del 10,2% en 2006. Imagine que EEUU impusiera aranceles prohibitivos a todas sus exportaciones. Uno podría pensar que el efecto sería bajar el PIB de China a 4,1%. Uno estaría equivocado. Los envíos estadounidenses a China también bajarían, a medida que se siente la represalia china. Más aún, una tercera parte del valor agregado en las exportaciones de China es importado. Los exportadores chinos también podrían vender sus productos en otros lados.
Al final, la caída en el PIB de China en esa guerra comercial sería menos de 2%, con todo lo demás igual. Esto equivale al crecimiento de cuatro meses. Más aún, no sería difícil para China compensar esa pérdida de demanda. Entretanto, la balanza comercial total de EEUU probablemente no cambiaría, ya que está determinada por la oferta y demanda doméstica.
Mientras Beijing prefiere un acuerdo, no pagará un precio alto. A todos los chinos se les enseña sobre el “siglo de humillación”. El presidente chino Xi Jinping está en una posición doméstica fuerte. Pero incluso él podría no sobrevivir denigrarse ante un bravucón.
Errores de Trump
Trump ha cometido dos errores característicos. Primero, se ha extralimitado. China no puede entregar un comercio bilateralmente equilibrado porque es incapaz de obligar a los chinos a comprar productos que no quiere. El punto sobre el intercambio estadounidense con China no es que sus importaciones sean muy altas: relativas al PIB, son similares a las de la Unión Europea. La diferencia es el bajo nivel de sus exportaciones. Eso muestra falta de competitividad. Finalmente, China no abandonará sus esperanzas de una mejora tecnológica. Ninguna potencia lo haría.
Segundo, ha exagerado el poder de EEUU. En otras áreas de política comercial, se podrían lograr acuerdos. Uno podría imaginar cambios en la política china sobre la propiedad intelectual y la exclusión de empresas estadounidenses. Uno podría imaginar un acuerdo en el que China ceda el estatus de país en desarrollo, a cambio de ser tratado como una economía de mercado. Pero para alcanzar estos resultados, o mejores, Trump necesita aliados, especialmente la UE y Japón, a quienes desprecia, quizás porque no son tiranías. Pero no está claro que quiera esos acuerdos: si la propiedad intelectual estuviera mejor protegida, más empresas de EEUU invertirían en China. Eso parece lo contrario de lo que quiere.
Trump nos podría sorprender al proclamar el mayor acuerdo comercial de la historia en el cual obtiene bastante poco. Pero supongamos que en cambio el conflicto escala, poniendo fin a los aranceles bilaterales. ¿Quién gana? La respuesta es nadie: el comercio se ve interrumpido, el sistema comercial regido por reglas queda devastado, las relaciones entre EEUU y China se ven dañadas y el mundo se hace más peligroso.
Sin embargo, ¿qué lado pierde más? Eso es difícil de modelar, porque nadie sabe qué sucederá. Una posibilidad, analizada por el Banco Central Europeo (BCE), es que el conflicto se haga global. Incluso la administración Trump podría darse cuenta de que la distracción comercial les está jugando en contra: digamos que frenan las importaciones desde China y las obtienen de Vietnam. Entonces van por un arancel transversal de 10%. El resto del mundo responde con un arancel de 10% a EEUU. En este caso, argumenta el BCE, EEUU pierde en el corto plazo y China incluso gana. En una guerra comercial, la economía más grande pierde menos, porque el intercambio que pierde es menos importante para ella. La economía del resto del mundo es tres veces mayor que la de EEUU.
EEUU podría obtener un acuerdo sobre propiedad intelectual y liberalización de mercado con China. Pero no puede obtener un acuerdo sobre un comercio bilateral equilibrado o frenar el desarrollo económico de China. Podría obtener ese acuerdo cooperando de forma cercana con sus aliados. Si EEUU persiste sólo con el bilateralismo, no ganará. Pero sí se dañará a si mismo, el comercio, la economía global y las relaciones internacionales. Las guerras comerciales no son buenas. Con grandes potencias, tampoco son fáciles de ganar.
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