Vacío en la ley de quiebras complica a acreedores en China
En China son los tribunales los que deciden cómo repartir lo recaudado por la venta de los activos de una compañía.
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Por Enoch Yiu
China registra sólo unos pocos casos de quiebras cada año, pero las cifras no cuentan la verdadera historia de los innumerables inversionistas extranjeros que salen golpeados de sus alianzas en el país. “El problema de China es que sólo unas pocas compañías realizan procesos formales de quiebras. En la mayoría de los casos, los dueños simplemente desaparecen de la noche a la mañana”, explica Alan Tang Chung-wah, socio de la auditora ShineWing. “Algunas fábricas pueden abrir normalmente un día y al siguiente repentinamente han cerrado, dejando a un grupo de acreedores y accionistas extranjeros que luego tendrán que atravesar un largo y doloroso proceso para recuperar sus activos”, dice Tang.
Según Beijing Siyuan Consultants, hubo 1.973 quiebras en China el año pasado, por debajo de las 2.434 de 2009. La cifra ha caído en forma continua desde el peak de 8.939 alcanzado en 2001. Los datos del año pasado son similares a los niveles de 1994.
Pero, como explica Tang, la aparente mejoría se debe mayormente a la falta de un sistema sólido para “implementar las leyes o procedimientos de quiebra para cerrar ordenadamente una compañía”.
A diferencia de Reino Unidos, donde las leyes de quiebra existen desde 1542, y EEUU, desde 1800, China implementó su primera ley de bancarrotas en 1906. Luego de que el Partido Comunista tomó el poder en 1949, la ley fue eliminada. En 1986, una nueva ley de quiebras fue introducida en forma tentativa. Fue actualizada, en 2006, pero todavía no considera reglas amplias sobre cómo debe aplicarse.
Como resultado, mientras en los países de Occidente existen procedimientos claros para el cierre de una empresa y normas para vender los activos y repartir lo recaudado entre empleados, acreedores y accionistas, Tang dice que China carece de un marco legal claro o un sistema que proteja adecuadamente los intereses de los accionistas y acreedores. Son los tribunales los que deciden cómo deben repartirse lo recaudado por la venta de los activos de la compañía y no hay forma de apelar a lo que resuelva el juez.
Las quiebras en China han estado en el foco de atención desde que diversas compañías chinas de alto perfil transadas en la bolsa de Hong Kong colapsaron. Y más recientemente, cientos de dueños de empresas en la provincia de Zhejiang, considerada la cuna del emprendimiento en China, han huido este año porque no pudieron pagar sus deudas.