La economía de Polonia, dependiente del gas y petróleo ruso,
teme que las represalias de Moscú vayan más allá de la diplomacia, después de
que Varsovia haya desafiado al Kremlin al aceptar ser sede del escudo
antimisiles norteamericano, y apoyase a Georgia en su conflicto con Rusia.
El 95% del petróleo que Polonia consume proviene
de la Federación Rusa,
al igual que la mitad del gas, lo que permite entender la inquietud del sector
energético y del resto del empresariado ante el tremendo enfado del ejecutivo
ruso por los últimos pasos de la diplomacia polaca.
Los medios de comunicación polacos especulan hoy con
posibles represalias y, aunque un corte del suministro de energía parece casi
imposible, si se prevé que puedan aumentar los precios y una dura renegociación
de los acuerdos que rigen la llegada de combustible desde la Federación Rusa.
Mientras, el ejecutivo polaco sigue buscando nuevas
alternativas a su dependencia energética de Rusia, una dependencia que arrastra
desde el periodo de la antigua Unión Soviética y que ha hecho que la
llegada de crudo y gas ruso sea utilizada en algunos casos como instrumento
político por el Kremlin.
También existe preocupación en los exportadores, ya que la Federación Rusa es
uno de los principales clientes para las mercaderías polacas, a pesar del
tradicional embargo a la carne de Polonia que recientemente fue retirado.
En las próximas semanas se conocerán las medidas que
adoptará el ejecutivo ruso ante la "rebelión" de Polonia, Ucrania y
las repúblicas Bálticas, que formaron una coalición para apoyar a Georgia y que
criticaron duramente el reconocimiento ruso de la independencia de Osetia del
Sur y Abjasia.
Por su parte, desde Rusia ya se ha avisado que "las
consecuencias para estos países", todos dependientes del combustible ruso,
"irán más allá de una mera reacción diplomática".