La implementación del conjunto de normativas y reformas que componen Basilea III en Chile ha llevado a cambios relevantes en la industria bancaria y ha contribuido a la estabilidad financiera local, exigiendo a la banca mayor capital.
Frente al proceso de puesta en marcha que comenzó hace cinco años, “hay que destacar la capacidad tanto de la industria como de los reguladores involucrados de ir implementando el nuevo marco de capital muy desafiante”, comentó el socio de riesgo y regulación financiera de PwC, Luis Figueroa.
Lo que está listo
Hasta el momento, el enfoque estandarizado para el Pilar I se ha desplegado en su totalidad. Esto implicó la medición de activos ponderados por riesgo de crédito, mercado y operacional, las nuevas formas de contabilización del capital y las normas que regulan el capital asociado al cargo sistémico, contracíclico y al colchón de conservación.
Asimismo, se emitió la normativa que regula el proceso supervisor en el Pilar II, donde “los bancos requieren autoevaluar su gestión y definir sus requerimientos de capital para su modelo de negocios” comentó el socio adjunto en consultoría de EY Chile, Christian Concha.
Sin embargo, todavía queda trabajo por recorrer de cara a la total implementación de este Pilar, “de modo de darle un marco conceptual más claro y funcional a la realidad local”, explicó el socio líder de asuntos regulatorios y riesgo financiero en Deloitte, Jorge Cayazzo.
Lo que falta
Sobre los puntos faltantes de la reforma, Figueroa resaltó la “implementación de modelos internos, tanto de provisiones como de capital, los cuales deben ser presentados por los bancos y autorizados por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF)”.
Mientras eso no ocurra, “la banca corre con desventaja, al quedar sometida a un estándar regulatorio oneroso sin posibilidad de aprovechar los espacios de optimización del capital que ofrece Basilea para los bancos capaces de modelar y gestionar sus riesgos en forma adecuada”, afirmó Cayazzo.
En tanto, el desafío que se viene para la implementación “es transitar desde la etapa regulatoria de Basilea, ya en su fase final, a la de supervisión del proceso, tanto de los supervisores como de los propios bancos y que se orienten a aspectos centrales asociados a la estabilidad financiera”, agregó el ejecutivo.
Adaptación de la banca
Para los bancos, Basilea III ha significado un proyecto de transformación, que a juicio de Cayazzo, “ha impactado en forma transversal toda la estructura organizacional”.
Además, Concha explicó que ha sido una adaptación progresiva para las instituciones, “relacionando la estrategia de negocios con la relación de riesgo. Esto llevó a las entidades a revisar sus clientes y portafolios, con el objetivo de rentabilizar el capital”.
Asimismo, Figueroa manifestó que estas instituciones “han demostrado gran capacidad de adaptación y resiliencia, logrando cumplir adecuadamente con los nuevos estándares requeridos por la normativa, en particular con los niveles de capital y liquidez”.