El miedo azotó de lleno a los mercados asiáticos y el Nikkei
de la Bolsa de Tokio sufrió la peor parte. El nefasto cierre de Wall Street
provocó un nerviosismo que disparó las ventas de papel, eso sí, a dos días de
que la Bolsa de Tokio experimentara un alza del 14% y viviera la mejor jornada
en sus 58 años de historia. Al final, el principal indicador cayó un 11,4% que
lo ubicó en los 8.458 puntos.
El efecto Wall Street se propagó por toda Asia. El indicador regional MSCI Asia-Pacific cayó un 7,8%. Esta
tendencia a la baja, que la semana pasada dejó su nivel en mínimos de cuatro
años, ha provocado desde el mes de enero pérdidas de 1.500 billones de dólares
en este mercado, o lo que es lo mismo la mitad de su valor bursátil.
El Hang Seng de Hong Kong se hundió un 7,6% arrastrado por
'commodities' como Shenhua, el mayor productor de cobre de China. Corea del Sur
sufrió la tercera mayor caída de su historia, un 9,5%, de la mano de su divisa,
el won, que se desplomó más aún que el índice, un 9,7%, y registró su mayor
descenso desde el crash de 1997.
Las caídas rozaron el 6,7% para Australia, Nueva Zelanda cedió
un 4,8%, China se dejó un 4,8%, Taiwan un 3,25%, Tailandia un 4,7%, India un
6,3%, Singapur un 6,5%, Malasia un 3,8%, Filipinas un 5,2% e Indonesia un 4,9%.
En este último país diversas empresas estatales comprarán acciones del grupo
empresarial privado Bakrie, perteneciente al ministro de Bienestar del país,
para darle la liquidez que precisa para afrontar sus deudas inmediatas, de unos
1.200 millones de dólares.
Los descensos han encontrado un aleciente más en el
desmentido del Banco Mundial (BM), que ha asegurado que no creará fondo con
capital para asegurar la liquidez del sistema financiero asiático, tal y como
anunció en la sesión de ayer la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal.