Por sexta vez consecutiva, el consejo del Banco Central de Chile -ahora presidido por Rodrigo Vergara- acordó el martes mantener la tasa de interés de política monetaria en 5,25% anual.
En ningún caso se trató de una decisión sorpresiva. Si bien había un sector del mercado proclive a la idea de que la autoridad retomara las bajas del tipo rector, otro grupo entendía que era la oportunidad también para que primara cierta prudencia. ¿La razón? Especialmente porque la variación del Indice de Precios al Consumidor (IPC) -preocupación esencial instituto emisor- fue algo mayor a lo esperado en los últimos meses debido a la incidencia de combustibles y alimentos.
De hecho, el mismo banco aludió a este punto en el comunicado que emitió después de la reunión, aunque agregó que los registros de inflación subyacente permanecen acotados y que las expectativas inflacionarias se ubican en torno a la meta.
De cierta forma, la autoridad monetaria guardó municiones, y con eso ganó tiempo, para actuar sobre seguro en los próximos meses, cuando ya sea ineludible recurrir a políticas de estímulo como consecuencia del el shock externo.
Y esto último cobra cada vez más forma, en el entendido que las economías desarrolladas dan cuenta de un bajo ritmo de crecimiento y los problemas en Europa no dan luces de solucionarse de fondo.
Por ende, la incertidumbre domina hoy el panorama de 2012 y lo razonable es pensar que la autoridad económica del país -más temprano que tarde- deberá tomar los resguardos necesarios para evitar que Chile sucumba a un cuadro macroeconómico que se deteriora en demasía.