Jorge Olivares Meneses tiene 74 años y trabajó 35 como mecánico de mantención en la planta CCU de Limache. Antes de él, su padre y también su hermano. Lo acompaña Agustina, su nieta de 13 años: “Mi Tata me contaba que trabajó en una cervecería gigante. Yo le pedí que me trajera a conocerla y vinimos por primera vez hace tres años para un Día del Patrimonio. Me enamoré de la fábrica y de su historia. He vuelto cada vez que he podido, como hoy”.
Jorge Olivares y su nieta Agustina
Son las 10 am de un miércoles y hace frío en Limache, pero una decena de extrabajadores entra en calor con café y kuchen en las oficinas de la planta ubicada en calle San Martín 111, junto a la Población CCU. Están listos para dar un recorrido al inmenso edificio donde ellos mismos y muchos de sus parientes trabajaron en el pasado. La ocasión es presentar cómo parte del inmueble se transformará en museo, proyecto que contempla una inversión de más de US$ 7 millones.
Del siglo antepasado
En 1883 Carlos Hoffmann fundó una cervecería en Limache, posteriormente denominada Hoffmann y Ribbeck y que entre 1889 y 1891 se fusionó con la cervecería Plagemann y Cía. de Valparaíso para formar la Fábrica Nacional de Cerveza. La fusión, que se abrió a la bolsa en 1902 con el nombre de Compañía de Cervecerías Unidas, se tradujo en la construcción de la edificación que albergaría a la fábrica cervecera.
“Hoy este edificio es testimonio del progreso del país. Cuesta explicarse cómo se construyó a fines del siglo XIX una fábrica con máquinas de estas características, fue totalmente innovador para la época”, afirma Felipe Wielandt, gerente de gestión de personas de la empresa y quien lidera el proyecto de reconversión de la ex fábrica CCU en Limache, antes de comenzar el recorrido.
Felipe Wielandt junto a una de las antiguas ollas de cobre de la fábricaÉl lleva 25 años en la empresa y se ha desempeñado en distintas áreas, como planificación estratégica y marketing. Desde que cesó sus operaciones en 1993, parte de la fábrica se ha utilizado como bodega de marketing, por lo que el ejecutivo que se ha mantenido vinculado a la planta conocía el anhelo de la comunidad limachina por ver al edificio cobrar nueva vida y no abandonarse al deterioro del tiempo.
“En 2020, curiosamente el año en que nos encerramos todos, el entonces alcalde de Limache, Daniel Morales, nos anunció que estaban terminando de discutir el Plan Regulador Comunal y eso reavivó la discusión sobre el cambio de uso de suelo industrial para desarrollar un plan distinto en el edificio”, cuenta Felipe. La planta, de casi 15 mil metros de construcción en siete hectáreas, es inmueble de conservación histórica y representa un reservorio del patrimonio industrial del país. “Son pocas las fábricas que pueden mostrar cómo se producía desde el año 1880”, apunta Wielandt.
Los pasos y el diseño
El proyecto fue aprobado en el directorio de CCU. La idea -en una primera etapa- es reacondicionar 2.400 metros del edificio para convertirlo en museo.
Tras conversar con el municipio y con la comunidad, construyeron un plan maestro con estudios de planificación territorial, desarrollaron las bases de concurso y abrieron una convocatoria abierta a equipos de arquitectura, museografía y paisajismo. Recibieron 65 carpetas de equipos que presentaron sus propuestas, de las cuales seleccionaron 20, a quienes les entregaron un brief y los invitaron a una visita a terreno.
Armaron un jurado, presidido por Teodoro Fernández, Premio Nacional de Arquitectura, Pablo Altikes, director de la AOA y especialista en patrimonio industrial, además de integrantes de CCU. El equipo ganador fue Mathias Klotz y SML arquitectos, Pedro Silva a cargo de la museografía y Francisca Saelzer en paisajismo.
Presentaron el proyecto a la Ley de Donaciones Culturales, el cual fue aprobado a fines del 2022. El 3 de enero de 2023, 30 años después de que cerrara la planta por razones de eficiencia en los procesos productivos, realizaron una ceremonia para darle el vamos a la etapa de diseño.
Se creó también una mesa de relacionamiento comunitario en la que participan vecinos, extrabajadores, representantes del municipio que encabeza el actual edil y ex Dideco, Luciano Valenzuela. Se reúnen cada dos meses, aproximadamente, y en las etapas previas tuvieron sesiones con los arquitectos y las paisajistas. Varios de los ellos se encuentran en las dependencias de la fábrica esa helada mañana de fines de agosto, listos para recordar historias de trabajo y de familia.
“Nosotros alcanzamos a ser cuatro generaciones trabajando aquí. Calculo que 104 años de la familia vinculada a este lugar”, dicen Hernán (86) y Daniel Fernández (64), padre e hijo. “Cuando yo era niño venía a dejarle la vianda a mi papá a la hora de almuerzo. Él trabajaba en ese sector, en la maltería, entonces me llevaba de la mano y me dejaba andar en el montacargas. También le llevaba la vianda a mi abuelo materno que trabajaba en la sala de máquinas. Y cada vez me regalaban una bebida”, rememora Daniel riendo.
Daniel y Hernán Fernández en la entrada de la antigua maltería.
Sus recuerdos se sitúan en la década de los ‘60. Años más tarde él mismo entró a trabajar a la planta. Se abrió una vacante de empleo y postuló. Como hijo de trabajador tenía más oportunidades de ganar y como su padre el 82 había sido escogido el mejor trabajador de maltería, su nombre corrió con ventaja. “Uno lo lleva en el ADN porque yo crecí aquí. Cuando visito la fábrica se me vienen a la mente todos esos recuerdos de infancia que son espectaculares”, dice.
Pasado y futuro unidos
El edificio está casi intacto; mientras el grupo avanza por las distintas salas, sacando fotografías y recordando anécdotas personales, señalan cómo era el proceso productivo de la cerveza y la función de cada máquina.
Felipe Wielandt parte explicando que despejarán algunos de los actuales galpones aledaños para darle relevancia al edificio principal. Respecto del recorrido museográfico, algunas de las antiguas salas serán reacondicionadas de manera de exhibir al público la historia de la fábrica de CCU a través de imágenes, maquinaria, objetos como las distintas botellas de cerveza producida ahí y los personajes que fueron fundamentales.
También un sector moderno que ofrecerá una experiencia inmersiva donde se podrá interactuar con olores y sabores. Otro espacio acogerá distintas expresiones artísticas y posiblemente estará alineado con el programa CCU en el Arte, que tiene su propia sala de exposiciones en el edificio corporativo de la compañía. Además puede ser sitio para realizar eventos y conferencias.
La “joya de la corona” será la sala de cocina, donde se pueden apreciar las inmensas ollas de cobre. En lo alto del molino, donde se trituraba la malta, habrá un bar cervecero con una vista 360° al valle, otro de los highlights para los visitantes. “Esperamos atraer a muchos turistas y también que vengan todos los limachinos”, dice el representante de CCU.

En un futuro, se podría habilitar otro sector del inmueble para albergar distintos programas como un hub de innovación, espacios de educación y eventualmente un hotel. “Este puede ser un polo de negocio de actividad económica para Limache. La fábrica está a 10 minutos caminando de la estación del metrotren a Valparaíso”, agrega Wielandt.
Menciona otras experiencias locales de turismo gastronómico como la Cervecería Kunstmann en Valdivia o las viñas del Valle de Colchagua. También le ha tocado conocer referentes internacionales como Heineken Experience de Amsterdam, top tres dentro de las atracciones turísticas visitadas en esa ciudad, Guinness y Jameson en Dublín Irlanda, De Halve Maan en Bélgica, la Escuela de Hostelería Cruzcampo en Sevilla y otros museos cerveceros.
A nivel de diseño ya está todo prácticamente listo, sólo falta ultimar detalles. El 8 de mayo se confirmó el cambio de suelo en el Plan Regulador Comunal, tras lo cual pudieron ingresar los permisos para comenzar la obra. También están realizando una consulta de pertinencia medioambiental y un estudio para controlar el impacto vial que puede producir el proyecto. Todo avanza de acuerdo con los ritmos habituales, de manera que calculan que la fase de permisología debiese terminar este año y arrancar la construcción a principios de 2026. El plazo proyectado para cortar la cinta y abrirlo a la comunidad es el primer trimestre de 2028.
“Existen un sinnúmero de usos alternativos en los que seguir trabajando. Este proyecto está naciendo hoy, pero tiene largos años y mucho potencial por delante. Estamos muy orgullosos de poder regalárselo a la comunidad de Limache, pero principalmente al país completo”, cierra Wielandt.
