Diez startups de Inteligencia Artificial con pérdidas han ganado cerca de 1 billón de dólares en valoración en los últimos 12 meses. Es un aumento sin precedentes que se suma a los temores sobre una burbuja inflada en los mercados privados que podría extenderse a la economía en general.
OpenAI, Anthropic y xAI, de Elon Musk, han visto cómo su valor se revalorizaba repetidamente durante el último año, en medio de una carrera por respaldar a las jóvenes empresas de IA. También han surgido grupos más pequeños que desarrollan aplicaciones de IA, mientras que startups consolidadas, como Databricks, se han disparado tras adoptar esta tecnología.
Los inversionistas de capital riesgo estadounidenses han invertido 161.000 millones de dólares en lo que va del año en una tecnología cuya promesa aún no se ha visto acompañada de importantes beneficios económicos. Eso equivale a dos tercios de su gasto total, según PitchBook.
La mayor parte de la inversión se ha canalizado hacia 10 grupos de IA: Perplexity, Anysphere, Scale AI, Safe Superintelligence, Thinking Machines Lab, Figure AI, Databricks, así como OpenAI, Anthropic y xAI. Eso ha elevado su valoración combinada en casi un billón de dólares, según los cálculos del Financial Times.
“Por supuesto que hay una burbuja”, afirma Hemant Taneja, director ejecutivo de la empresa de capital riesgo General Catalyst, que recaudó 8.000 millones de dólares el año pasado y ha respaldado a Anthropic y Mistral. “Las burbujas son buenas. Las burbujas alinean el capital y el talento en una nueva tendencia, y eso crea cierta carnicería, pero también crea nuevos negocios duraderos que cambian el mundo”.
La tecnología ha soportado ciclos de auge y caída. La crisis de las puntocom en los años 2000 diezmó a toda una generación de empresas de Internet, y las empresas de capital riesgo siguen rebuscando entre los escombros que quedaron después de que el frenesí de inversión en software, alimentado por los bajos tipos de interés, se detuviera bruscamente en 2022.
Pero la escala actual de inversión es de una magnitud diferente. Las empresas de capital riesgo invirtieron 10.500 millones de dólares en empresas de Internet en 2000, lo que supone aproximadamente 20.000 millones de dólares ajustados a la inflación. En todo 2021, invirtieron 135.000 millones de dólares en empresas emergentes de software como servicio, según PitchBook. Las empresas de capital riesgo están en camino de gastar más de 200.000 millones de dólares en empresas de Inteligencia Artificial este año.
“Hemos pasado del estancamiento al optimismo en pocos meses”, afirma un ejecutivo de una empresa de inversión estadounidense. “Es el síndrome FOMO”.
Los inversionistas están convencidos de que la tecnología abrirá múltiples nuevos mercados
valorados en billones de dólares, desde la ingeniería de software automatizada hasta compañías con IA. La IA es una tecnología que “añade un cero a todo”, señala
Sameer Dholakia, inversor de Bessemer Venture Partners.Pero existe la preocupación de que el gasto indiscriminado haya hecho que las valoraciones sean poco realistas. Las empresas emergentes con unos ingresos recurrentes anuales de
5 millones de dólares, una métrica utilizada por las empresas jóvenes de rápido crecimiento para ofrecer una instantánea de sus ganancias, buscan valoraciones de más de 500 millones de dólares, según un importante inversor de capital riesgo de Silicon Valley.
Valorar las empresas incipientes en 100 veces sus ganancias, o incluso más, eclipsa los excesos de 2021, añade: “Incluso durante el peak de las políticas de tipos de interés cero (Zirp), estas valoraciones habrían sido de entre 250 y 300 millones de dólares”.
“El mercado está invirtiendo como si todas estas empresas fueran casos excepcionales. Por lo general, no es así como funciona”, afirma. Los inversionistas de capital riesgo suelen esperar perder dinero en la mayoría de sus apuestas, pero ven cómo una o dos les compensan con creces.
“Habrá bajas. Como siempre las ha habido y siempre las hay en la industria tecnológica”, dice Marc Benioff, cofundador y director ejecutivo de Salesforce, que ha realizado importantes inversiones en IA.
Benioff estima que podrían perderse un billón de dólares de inversión en IA, pero que, en última instancia, la tecnología generará 10 veces más. “La única forma que conocemos de crear una gran tecnología es probar todo lo posible, ver qué funciona y luego centrarnos en los ganadores”, agrega.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, también ha defendido que su esfuerzo por crear Inteligencia Artificial general, o AGI, capaz de igualar a los humanos en todas las tareas de valor económico, generará enormes beneficios, incluso si se malgasta algo de capital en el camino.
“Podría ser análogo a Internet 1.0”, apunta Lucas Swisher, socio de Coatue que ha respaldado a OpenAI, Databricks y SpaceX. “Entonces, unas pocas empresas como Google y Meta crecieron muy rápidamente y acabaron poseyendo la gran mayoría de sus mercados”. Añade: “En esta ola estamos viendo que sólo unas pocas empresas importan, son agujeros negros, todo lo demás es absorbido. Pero esta vez podrían ser 15 empresas en lugar de cinco”.
Mientras tanto, la
creciente influencia que tienen las empresas emergentes privadas como OpenAI en los mercados públicos ha creado un mayor riesgo de contagio en caso de que sus apuestas fracasen.
Las acciones de AMD, Nvidia, Broadcom y Oracle ganaron cientos de miles de millones después de que las empresas llegaran a acuerdos para proporcionar potencia informática a OpenAI en las últimas semanas. Si no se resuelven las dudas sobre la capacidad de pago de esta startup deficitaria
, esas ganancias podrían revertirse, arrastrando al mercado a la baja.Tres años después del lanzamiento de ChatGPT, los ingresos de OpenAI ascienden a 13.000 millones de dólares anuales, una tasa de crecimiento sin precedentes para una startup.
Pero
OpenAI y sus competidores están compitiendo con
Meta, Google y otros en una carrera que requiere una enorme inversión de capital para entrenar modelos cada vez mejores, lo que significa que el camino hacia la rentabilidad también será probablemente más largo que para las generaciones anteriores de empresas emergentes.
Los acuerdos con los fabricantes de chips, al igual que
la inversión de capital riesgo, son una apuesta por que la demanda de IA continuará su crecimiento estratosférico, ayudada por los avances en la investigación y los nuevos productos.
Sebastian Mallaby, autor de The Power Law, sobre la historia del sector del capital riesgo, resumió el pensamiento de los inversionistas de la siguiente manera: “Si conseguimos la IGA, todo esto habrá valido la pena; si no, no”. Y concluye: “Todo se reduce a la fe sobre la capacidad de Sam (Altman) para resolverlo”.