La mañana comienza en el gimnasio. José Antonio Kast (59) hace abdominales, levanta pesas, suda y anota en su plan de ejercicios la tarea cumplida. Desde hace meses adoptó una rutina de entrenamiento, alimentación y sueño que, según su entorno, lo tiene “más flaco, más ágil y más contento”. Un video suyo en medio de estos ejercicios circuló en redes sociales, como prueba de un “nuevo Kast” que se prepara para la tercera (¿y última?) carrera presidencial. Condensa la imagen que él busca: un candidato disciplinado, pero cercano, que se cuida y proyecta con energía para gobernar.
Junto a María Pía Adriasola tienen nueve hijos. Viven todos en Buin. La casa familiar es grande y está emplazada en el mismo sector del Colegio Campanario, establecimiento schoenstattiano, movimiento religioso en el cual participan. Sus vecinos los definen como una familia unida. Ya hace años el candidato del Partido Republicano contó de “los martes de pololeo” con su esposa. “Los cumpleaños son alegres y todos ayudan, lo mismo en otras reuniones familiares. Una de las últimas fue el matrimonio de su hijo Matías, donde José Antonio leyó una emotiva carta sobre la importancia del matrimonio y el amor. Fue muy emocionante”, relata una invitada.
Su hijo mayor parece seguir al padre: el abogado José Antonio Kast Adriasola irá como candidato a diputado por Republicanos en el distrito 10, el mismo por el que fue electo Johannes Kaiser en 2021.
Quienes conocen a JAK repiten como mantra: “La política para él es valórica y sus ideales la razón principal para dedicarse a ella”. Lo aseguran quienes lo vieron en los ‘80 politiqueando en los patios de la Casa Central de la UC, quienes coincidieron con él durante los 20 años que militó en la UDI y quienes lo escoltan hoy en su férreo círculo republicano. Ha construido una trayectoria bajo la premisa de defender principios conservadores y la patria, aunque en los últimos años ha optado por cierto pragmatismo (algunos dirán que estratégico), más preocupado de la seguridad y la economía que de la moral privada. Su entorno lo resume así: “En 2025 lo urgente es instalar los temas que preocupan a la mayoría”.
Ha construido una trayectoria bajo la premisa de defender principios conservadores y la patria, aunque en los últimos años ha optado por cierto pragmatismo (algunos dirán que estratégico), más preocupado de la seguridad y la economía que de la moral privada
CoJak
El corazón del comando de José Antonio Kast tiene nombre: CoJak, y se pronuncia como el caramelo. Un centro de operaciones instalado en la sede del Partido Republicano en Las Condes. La habitación es amplia, pintada de azul oscuro, con luces de estudio, pantallas y estética de productora audiovisual.
Ahí se discuten ideas, se graban stories, reels y lives que alimentan la estrategia de sorprender todas las semanas con un plan nuevo. No hay un eslogan único, sino una serie de propuestas: “Patines para Chile” en educación; “Plan M&M” para fomentar más y mejor empleo; “Contribuciones cero” para la primera vivienda o el amenazante “Plan Cancerbero” contra el crimen organizado. Algunos alcanzan millones de reproducciones y cientos de miles de likes en TikTok e Instagram.
El objetivo es refrescar, pero sin alterar su coherencia. “Kast es Kast”, apuntan, pero ahora con capacidad de sorprender.
Idas y vueltas
Kast es el hijo menor de padres alemanes que llegaron en 1950 a Chile e hicieron hogar en Buin. Egresó del Colegio Alemán en 1984 y estudió Derecho en la UC, donde abrazó el gremialismo y se acercó a Jaime Guzmán, líder del movimiento y que luego fundó la UDI.
“Era buen alumno, pero no brillante. Su foco estaba en la política. Austero y frío, no se inmutaba ante las críticas y recuerdo haberlo visto impávido mientras otro estudiante le reprochaba con vehemencia su adherencia al gremialismo. No se le movió un pelo”, recuerda un compañero en la UC. Participó en el Centro de Alumnos de Derecho. Perdió la carrera para presidir la FEUC en 1987. Y aún universitario, intervino en la franja del Sí para el plebiscito de 1988. La imagen circula hasta hoy por redes sociales.
“Era buen alumno, pero no brillante. Su foco estaba en la política. Austero y frío, no se inmutaba ante las críticas y recuerdo haberlo visto impávido mientras otro estudiante le reprochaba con vehemencia su adherencia al gremialismo. No se le movió un pelo”, recuerda un compañero en la UC.
Su primera aventura política profesional fue fallida: en 1996 como candidato a alcalde por Buin. Entre 2002 y 2018 fue diputado. Sus detractores dicen que su estadía en Valparaíso fue mediocre, con altas tasas de inasistencia en comisiones y pocos proyectos de ley propios presentados, alrededor de 45 en cuatro periodos. Un exdiputado matiza: “Tuvo casi un 90% de participación en las votaciones de sala y fue actor relevante en temas de Educación y Familia. Fue jefe de bancada en tres oportunidades”. Sus banderas eran las valóricas. Fue tenaz para impedir que el sistema público de Salud entregara sin autorización de los padres la píldora del día después a menores de 16 años. Incluso más: también puso en cuestión la constitucionalidad de otros métodos anticonceptivos.
Hoy muchos lo acusan de “renuncia táctica” a estos temas para evitar situaciones incómodas y que suman pocos votos. Cuando lo interpelan sobre derechos reproductivos o libertades personales, asegura que no son la prioridad de la gente y que su enfoque apunta a seguridad, migración y economía. De ahí no hay quien lo mueva.
En su comando aseguran que esto no es renuncia, sino madurez política. “No es una respuesta estratégica, es convicción: el mayor atributo de Kast es su conocimiento del país. Ha recorrido 344 comunas de Chile (sólo le falta Juan Fernández), conoce los problemas reales de los chilenos”, definen.
Este discurso, agregan, no tiene que ver sólo con ganar la elección. Es el estilo que va a imperar si Kast llega a ser Presidente y lleva a cabo su promesa de realizar un gobierno de emergencia. “Si en las tres primeras semanas de gobierno no somos capaces de responder en los temas de seguridad, migración, economía y de recorte de la burocracia, vamos a fracasar”, explica un reconocido miembro de la campaña.
Llanero (no tan) solitario
En la UDI destacó como parte de la segunda camada, junto a Marcela Cubillos, Rodrigo Álvarez y Darío Paya. Después encabezó a un grupo de jóvenes, algunos reclutados por él, como Jaime Bellolio, Javier Macaya y Arturo Squella, bautizados “Los iluminados”. Intentó dos veces quedarse con la presidencia del partido frente a Juan Antonio Coloma, pero perdió en ambas. En 2016, cuando la directiva decidió respaldar a Sebastián Piñera sin abrir espacio para una primaria, renunció. Pocos lo siguieron, aunque muchos lo apoyaban.
En la presidencial de 2017, como independiente, sorprendió con casi el 8%. Formó primero Acción Republicana; luego el Partido Republicano, inscrito en 2019. Desde ahí levantó su propia orgánica disciplinada, de minutas diarias, vocerías coordinadas y relato coherente. Un verdadero líder espiritual y omnipresente, lo definen. Siempre opinando, revisando papeles, anotando en libretas.
En 2021, ganó la primera vuelta presidencial, pero perdió el balotaje con Gabriel Boric. “No estábamos preparados para una segunda vuelta”, reconocen en Republicanos.
El gran triunfo de 2023 en el Consejo Constitucional (23 de 51 escaños) consolidó su influencia, pero según muchos se transformó en un boomerang tras el fracaso del plebiscito. Kast absorbió personalmente casi la totalidad de la derrota. Cayó estrepitosamente en las encuestas para una nueva contienda presidencial, superado primero por Evelyn Matthei y luego por Johannes Kaiser. La mochila de ese proceso, con las consiguientes críticas sobre su efectivo poder de entregar gobernabilidad al país, acompaña hasta hoy al candidato.
¿El ave Fénix?
La gran ausente de la actual campaña ha sido María Pía Adriasola. En las aventuras presidenciales anteriores era común verla a su lado, incluso, protagonizando ella actividades campañeras. Ahora, sin embargo, ha asistido a contados eventos: la proclamación de JAK en enero y el lanzamiento de la campaña, la semana pasada en Antofagasta. Tampoco se ha divisado a sus hijos, que en 2021 cantaban juntos en televisión.
En el comando dicen que todo eso responde a una definición estratégica: “Decidimos no explotar el lado familiar ni el más humano. Ahora queremos darle al candidato un tono serio, acorde con el difícil momento que vive el país. Por lo mismo, ha declinado hasta ahora invitaciones de matinales, programas de farándula o podcast más humorísticos”.
La gran ausente de la actual campaña ha sido María Pía Adriasola. Tampoco se ha divisado a sus hijos, que en 2021 cantaban juntos en televisión. En el comando dicen que todo eso responde a una definición estratégica.
A diferencia de sus referentes internacionales -Trump, Milei, Bolsonaro, Orbán o Bukele-, Kast cultiva un estilo sobrio. “Más encantador, educado y menos estridente”, dicen en su círculo. El episodio del candidato abriéndole gentilmente una botella de agua a su contrincante comunista, Jeannette Jara, es muestra de aquello, comentan. Pero también tiene arranques más autoritarios: en un seminario en la Araucanía, protagonizó un incidente con una periodista luego de que se extendiera largamente en una respuesta. La comunicadora le pidió que acotara su intervención. Kast, visiblemente molesto, igual prosiguió.
Días atrás, en un foro económico, Kast soltó una frase que dio que hablar: “El Congreso es importante, pero no es tan relevante como imaginan”. Sus palabras encendieron críticas desde Chile Vamos hasta el PC. Lo acusaron de cruzar la línea democrática y acercarse al autoritarismo. En su entorno desdramatizan: “José Antonio dijo algo obvio: no se necesitan más leyes para hacer cumplir lo que dice la ley. No hay desprecio por el Congreso, como insinúan, sino que una posición sobre cómo se debe gobernar”.
Lo cierto es que la declaración tuvo efecto nulo en las encuestas. Un experto en opinión pública explica: “El Congreso es de las instituciones con más bajo apoyo en la ciudadanía. Pegarle puede incluso sumar. Kast sabía bien lo que hacía cuando decidió decir lo que dijo”.
Hoy las encuestas lo muestran compitiendo cabeza a cabeza con la candidata Jara en primera vuelta. Y con amplias posibilidades de ganar el balotaje. Mientras entrena en el gimnasio y anota en sus libretas, busca convencer de que está preparado para el salto definitivo a La Moneda.