“Vamos a ganarle a los cuicos y a los comunistas”, grita el héroe de la gente, bajando de una camioneta, alzando un brazo, riendo sin que hubiese allí un chiste. La multitud, la gente, 200 miembros del partido, lo corean con un slogan directo: ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
El héroe los mira, emocionado, y se lleva las manos a la cara, captando de reojo una cámara.
-Sin ustedes yo…- y el clic del fotógrafo inmortaliza su momentánea fragilidad.
-¡Arriba Presidente!- lo auxilia un entusiasta. Y todos aplauden.
El héroe ahora se ve en óptimas condiciones. Hombros anchos, carcajada pulida en la consulta dental, una corbata sobria, color azul patria, los dos pies entubados en los mocasines lustrados. Le cubre el tórax una camisa blanca y, por dentro, con seguridad debe estar luciendo un íntimo short Hugo Boss.
Estamos frente a un gurú con bíceps. Estamos frente a un profesor de un metro 84 centímetros, hechura italiana, herencia paterna de Antonino Segundo, un capitán del Ejército que suspiraba ante el fusil. Y, bueno, ahora el héroe acelera el paso porque, en realidad, además de hacerse presente aquí en el Servel para que lo encuadren en una portada, ha venido a inscribir su tercera candidatura presidencial.
-Te amo- le grita una adherente.
-¡Y yo a ti!- responde el héroe, sin demora, como si hubiera ensayado elogios ante el espejo.
-¡Rico!- aúlla otra.
-¡Anda a votar!- le aconseja.
El héroe, claro, se llama Franco Parisi y trae consigo una ideología y un guardaespaldas. La ideología la puso en su programa de gobierno y busca proteger a la clase media; el guardaespaldas es un rapado que únicamente lo protege a él.
-Le da onda- afirma un feligrés.
-¿Quién?
-El pelado que acompaña a Franco.
Aquí hay 200 fans de Parisi que se apodan Los Parisinos aunque no provienen de París. Son fans de clase media enojada, chilenos con estrés bancario, oficinistas con ideas, mujeres con tacos y un montón de quejas.
-¡Derecha… izquierda… son la misma mierda!- vocifera la gente, los del partido.
Y este Parisi, para ser exactos, este mesías con doctorado, es uno de ellos. Este Parisi proviene de Las Rejas, fue criado con una pelota en el pasaje y Sábados Gigantes en el living. El economista aprendió a multiplicar en la Escuela Experimental Salvador Sanfuentes, adquirió humanismo en el Instituto Nacional, potenció su hombría con sus dos años en la Escuela Militar, se codeó con buenos apellidos en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile. Y terminó ajustando su acento inglés en la Universidad de Georgia.
-Amigos…- el héroe carraspea, la multitud calla.
Silencio absoluto, el líder continúa.
-Nos han querido bajar… y no lo van a lograr… ¡Aquí estamos!... ¡Ya estamos en el 18%... y vamos a pasar a la segunda vuelta!- los parisinos estallan. Y el héroe de la gente comprime su pensamiento en una sola frase: ¡La clase media se hará fuerte!
Y apunta con un puño hacia el cielo. Como si quisiera que Dios milite en su partido. Uno de los asesores del héroe se llama Pablo Maltés y lo llaman El Abuelo. Tuvo un pasado en la farándula, fue protagonista de la televisión a gritos y es el marido de Pamela Jiles, quien ahora va de candidata parlamentaria por el Partido de la Gente. Hoy Maltés tiene aspecto de banquero.
-¿Usted no era de izquierda?
-¿Yo?- Maltés alza las cejas.
Y el asesor, lúcido, revela que admira al líder porque, esencialmente, es un luchador, un valiente sin extremismos, un economista centrado y de centro y, además, un buen ser humano. Lo revela con una paradoja: Franco nunca miente.
-¿Y ese tema de la pensión de alimentos?
Maltés sonríe y una línea de sudor le circula por el parietal.
-Ese tema ya está zanjado. Los documentos son públicos.
Fue militar y economista, es la mixtura entre el sable y la planilla Excel. Y hoy, sea como sea, se ha transformado en el gurú del endeudado. Franco es el voto Dicom.
El entorno Parisi, el grupo, el círculo de hierro del mesías, sabe que los errores de otras campañas no volverán a ocurrir. El año 2013 se supo que Franco Parisi vestía calzoncillos Hugo Boss: su elegancia interna quedó al descubierto luego que rindiera algunas zungas ante el Servel. Este año el camino es distinto. Los calzoncillos, desliza Maltés, se quedarán bajo el pantalón. Y este año los postulados del parisismo no se sintonizarán por Zoom. Franco le hablará a la gente en persona.
-¿Franco Parisi es de clase media?
-Tengo entendido que sí- titubea Maltés.
Y, un poco después, su jefe de campaña, Giancarlo Barbagelata, da claridad: “Franco es una persona común y corriente”.
Franco ve series, come liviano, adora el mote con huesillo, festeja los goles de la U. También ha tenido un Mercedes, le gustan los autos, el perfume, es un dandy tostado en medio del pueblo.
-Es el candidato que se ve más atlético y varonil- dictamina Nelson Beltrán, estilista apodado El Colombiano-, no le haría ningún cambio.
-¿Conquista el voto femenino?
-Tiene todos los méritos para obtener el voto hormonal.
Aparece Maltés otra vez: -Franco tiene la media pintacha.
La duda que persiste es de dónde obtiene el sustento: “Asesora empresas internacionales que no invierten en Chile”, zanja, impávido, Barbagelata. La otra duda que persiste es dónde vive: “En Chile. Tengo el placer de comunicar que Franco habita nuestro país desde hace cinco meses”, confiesa su asesor. Todos opinan.
“Franco es el candidato de la impugnación”, acota Maltés. “La Pamela siempre ha tenido sintonía con Franco”, confiesa el Abuelo. Otros, en las sombras, aportan desde el instinto, desde el dato obtenido en un asado, y dicen que es un galán italianizado. Otros dudan de sus postulados, es un Franco sin honestidad, un Franco únicamente dotado de persistencia.
-Pero ahí lo tenemos. Es un candidato espectacular- avisa Maltés, entre suspiros.
Y el héroe, en fin, tras entregar los documentos en el Servel, enfila hacia la masa. Una mujer le palpa el omóplato, el omóplato de la gente, el héroe le hace un chiste. La secta entiende que el héroe domina el lenguaje espontáneo, tiene una retórica que se dirige al peatón. Fue militar y economista, es la mixtura entre el sable y la planilla Excel. Y hoy, sea como sea, se ha transformado en el gurú del endeudado.
Franco es el voto Dicom.
-No más cuicos, no más comunachos…¡Voy a gobernar por ustedes!- exclama el candidato.
-¡Rico!- le grita otra vez la feligresa.
Y este héroe, Franco Parisi, 57 años, candidato por tercera vez, alza el brazo, mira la hora, se sube una van, y dice:
-Los quiero a todos.
Luego se pone serio, da al chofer la instrucción de acelerar, y se pierde ante los aplausos de la gente.