En Rapa Nui, la mayoría de los moai miran hacia el interior de la isla. Se dice que protegían a las familias que vivían en torno a los ahu, las plataformas ceremoniales, porque eran la representación de los ancestros que velaban por la comunidad. Esa misma mirada hoy funciona como símbolo para los miles de visitantes que llegan, semana a semana, al Aeropuerto Internacional Mataveri: una invitación a descubrir el interior de la isla, sus paisajes menos obvios y sus proyectos turísticos que, cada vez más, atraen viajeros de todas partes del mundo.
Esta isla polinésica acaba de cumplir tres años desde que reabrió sus puertas al turismo, tras casi 30 meses de encierro por la pandemia de covid-19. El cierre fue un golpe directo a la principal actividad de Rapa Nui, un islote ubicado a 3.700 kilómetros del Chile continental. Hoy, el flujo de visitantes se acerca a los niveles previos a la crisis sanitaria, impulsado por una estrategia que busca diversificar los atractivos más allá de los moai. Y tanto es así que en marzo se filmó Wild Horse Nine, una superproducción de Hollywood dirigida por Martin McDonagh y con John Malkovich, Steve Buscemi, Parker Posey y Sam Rockwell en el elenco.
No sólo eso. En noviembre la isla será anfitriona de tres campeonatos deportivos con proyección internacional: un Panamericano de canotaje polinésico, un torneo de seven de rugby y una competencia de surf. “Lo deportivo es atractivo para nosotros porque diversifica la oferta turística y nos posiciona como un destino capaz de recibir este tipo de competencias”, dice a ED Elizabeth Arévalo Pakarati, alcaldesa de Rapa Nui.
Kayak, buceo, stargazing y trekkings
Actualmente llegan a Rapa Nui dos vuelos diarios desde Santiago. Durante el invierno predominan los turistas chilenos, y, a partir de octubre, el flujo se concentra en extranjeros. Ese movimiento se nota en los hoteles. En el Nayara Hanga Roa -uno de los más exclusivos de la isla- la ocupación en 2024 más que duplicó la de 2023, considerando que los vuelos recién se normalizaron hacia fines del año pasado. Las reservas también se dispararon: crecieron más de 100% frente a 2023 y proyectan un alza superior al 20% para 2025. En cuanto a la nacionalidad de los pasajeros, este año destacan viajeros de Estados Unidos, China, Europa y Chile.

Jorge Torres, gerente del hotel, dice que hay dos tipos de huésped: el chileno que sigue el tour más tradicional centrado en los moais y el recorrido cultural -“lo que nos enseñaron en el colegio”, ejemplifica-, y los extranjeros que planean desde antes sus actividades fuera de lo común, asociadas a un estilo más outdoor y deportivo. “En el momento en que hacen la reserva, muchos incluyen lo que quieren hacer en la isla. Entonces nosotros, en base a eso, vamos definiendo el itinerario de acuerdo a los días y el clima”.
Por eso, explica el ejecutivo, es cada vez más común que los huéspedes lleguen con planes más allá de los moai. Menciona kayak, buceo, stargazing y trekkings vinculados a la astronomía, como el que sube al volcán Maʻunga Terevaka para ver, en un mismo instante, la salida de la luna y la puesta del sol. El hotel ofrece programas que van desde recorridos culturales clásicos hasta actividades con costo adicional, como cabalgatas. Todo se coordina con operadores locales y se ajusta según las condiciones climáticas de cada día.

Las cuevas, la quinta maravilla de la isla
Uno de los circuitos que más atención está generando son los recorridos por las cuevas volcánicas, formadas hace miles de años por la lava que recorrió hasta el borde del acantilado y repartidas en distintos puntos del territorio.
Una de las más conocidas son las Ana Kakenga, con imponentes vistas al mar y que implican un trekking de unos cuatro kilómetros con paradas en varias cavidades.

“Está dentro de los cinco highlights de la isla”, describe Hangarau Ika, guía turístico de la isla. “Como es una excursión de medio día, suele ser la opción para quienes se van en la tarde o al día siguiente”. Añade que son los estadounidenses quienes más buscan estas experiencias: “Son los turistas que más gastan en la isla y los que más interés muestran en conocer las cuevas, incluso aquellas rutas menos visitadas, fuera del circuito tradicional”.