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Tensión en la derecha esconde pugna por liderazgos presidenciales

Mientras Piñera ha estado detrás de la postura de marginarse que adoptó oficialmente Chile Vamos, quienes también tienen pretensiones de ser candidatos, como el senador Ossandón y el diputado Felipe Kast, lideran la posición contraria.

Por: Blanca Arthur | Publicado: Viernes 13 de mayo de 2016 a las 04:00 hrs.
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Cuando el lunes en la noche el consejo político de Chile Vamos acordó marginarse de manera institucional del proceso constituyente, los promotores de esa postura consideraron que habían ganado el punto, planteando incluso que al fin se había terminado con la ambigüedad respecto a si se debía participar o no en los encuentros que impulsa el gobierno.


Es lo que deducían tras haber logrado que se aprobara por la inmensa mayoría, que dicho conglomerado decidiera restarse, luego de concordar en que no se podía avalar un proceso que no da las mínimas garantías de que sea legítimo.


Lo cierto es que se equivocaron. Porque la decisión adoptada, lejos de zanjar las diferencias, atizó aún más el debate, al punto que de inmediato surgieron con fuerza los cuestionamientos de quienes estiman que es un error la marginación, al dejarle el terreno despejado al oficialismo.


Pero la polémica que comenzó a subir de tono, no sólo da cuenta de la disparidad de criterios que ha habido al interior del bloque opositor para enfrentar el tema, sino también esconde una pugna entre los liderazgos presidenciales, dado que mientras detrás de la decisión que se tomó está la mano de Sebastián Piñera, sus principales detractores son quienes también tienen aspiraciones de disputar una candidatura, como el senador RN, Manuel José Ossandón y el presidente de Evópoli, Felipe Kast.

Participación de Piñera


Es un hecho que cuando la presidenta Michelle Bachelet dio a conocer en octubre del año pasado las etapas del proceso tendiente a culminar con un cambio de la actual Constitución, los dirigentes opositores no supieron cómo lo enfrentarían.


Inicialmente, el anuncio presidencial despertó inquietud, generando entre otras críticas, que podía ser utilizado políticamente, en gran parte por la coincidencia de las etapas de participación con los procesos electorales.


Uno de los principales cuestionamientos apuntó a que, al no haber un debate sobre contenidos, éste se podría centrar básicamente en que la ciudadanía se pronunciara entre ser partidarios de la Constitución de Pinochet o de otra democrática, lo que les parecía irreal e incluso tramposo, al partir de la base de que se les trataría de identificar con la primera opción.


Fue en medio de la incertidumbre que generaba la forma que adoptaría el proceso, que Piñera marcó la primera línea al pedirles a los partidos que integran Chile Vamos que estudiaran un proyecto de cambio a la actual Constitución, con el fin de que al menos no se les enrostrara que su intención es que ésta permaneciera tal cual.


Esa primera participación del ex mandatario en el tema encontró acogida, al punto que se formó una comisión con representantes de todos los partidos, que elaboró la propuesta que se entregó este jueves.
Pero su inquietud frente al proceso en marcha no quedó ahí, porque posteriormente, cuando se daba inicio a la etapa de participación, intentó asumir su liderazgo para alinear a los partidos en torno a una posición única respecto a qué hacer, frente a lo cual él tenía un sombrío diagnóstico por la falta de garantías que percibía que daba el proceso.

Afanes protagónicos


Cuando todo indicaba que la intención de Piñera era adquirir protagonismo en el tema, con la idea de que los partidos se inclinaran por su postura que daba indicios de que era preferible marginarse, su propósito comenzó a topar con la posición de aquellos que se mostraban partidarios de participar, con el argumento de que era la mejor fórmula, tanto para plantear las ideas propias, como para fiscalizar desde dentro.
Fue entonces cuando quienes también bregan por tener un liderazgo, comenzaron a marcar la diferencia, manifestando abiertamente su intención de sumarse al proceso que impulsa el gobierno.


El primero en hacerlo fue el presidente de Evópoli, Felipe Kast, quien no ha escondido su aspiración de forjarse como un líder que represente a una derecha más abierta y moderna, que no se identifique con tesis como las del desalojo, ni que tampoco cargue con el estigma de aparecer atada a la Constitución de Pinochet.


Pero más patente en su intención de establecer un contraste con Piñera fue la decisión de Ossandón, al anunciar desde La Moneda que él participaría activamente en los encuentros o cabildos ciudadanos, probablemente partiendo del supuesto que de esa manera podría sintonizar mejor con la ciudadanía, lo que le podría hacer ganar puntos para su intención de arrebatarle la candidatura al ex presidente.


Como era la posición que también sostenían algunos en RN, sobre todo aquellos partidarios del senador, pero que también era compartida especialmente por las generaciones más jóvenes, tanto de ese partido como de la UDI, se inició un debate que amenazaba claramente el interés de Piñera de que la oposición adoptara una posición única en el tema tendiente a no legitimar el proceso en marcha.

El polémico acuerdo


Fue en ese contexto de desorden e incertidumbre, en que mientras algunos dirigentes insistían en la tesis de no marginarse, otros denunciaban irregularidades en el proceso acudiendo a la Contraloría, que comenzó a gestarse el acuerdo adoptado el lunes.


La idea, que contaba con la anuencia de Piñera, y era impulsada por algunos de sus cercanos como Andrés Chadwick, Andrés Allamand o Nicolás Monckeberg –la que también compartían el presidente de la UDI, Hernán Larraín, el PRI, más parte de RN- era tratar de darle un corte a la discusión, sentenciando que Chile Vamos debía restarse del proceso constituyente.


Para ello, la fórmula que se ideó fue que el consejo político del conglomerado se pronunciara oficialmente, lo que se tradujo en que tras la presentación de algunas propuestas que generaron un intenso debate, finalmente se concordara en aquella que decidió la marginación institucional, la que se aprobó con el rechazo solamente de los dos representantes de Evópoli.


La intención era dar una señal de que no validaban el proceso por considerar que no daba garantías, pero que paralelamente no se restarían del debate constitucional, porque tal como había planteado Piñera públicamente en cuanto al interés de ser parte de la discusión constitucional, parte de la estrategia era anunciar que iniciarían un proceso paralelo, pero que a diferencia del que impulsa el gobierno, se haría sobre la base de ideas, como las contenidas en la propuesta elaborada por el conglomerado.


Con ello pretendían que se no les acusara de no ser partidarios del diálogo, ni tampoco de estar en contra de realizar cambios importantes a la actual Constitución, los que incluso pretenden ingresar al Congreso con las ideas que recojan para que se debata junto al que espera presentar el gobierno.

Estalla la polémica


Pero aun cuando en ese acuerdo hubo algunos que, siendo partidarios de no marginarse, lo aprobaron al entender los argumentos de quienes instaban a hacerlo, como el diputado UDI, Jaime Bellolio, e incluso a pesar de que se tomó el resguardo de aceptar que quienes quisieran participar en el proceso del gobierno lo podían hacer a título personal, la decisión lejos de poner fin a las discrepancias, desató una fuerte polémica en la derecha.


Una disputa que, como era de suponer, la protagonizaron tanto Kast como Ossandón, quienes de inmediato salieron a cuestionar el acuerdo, reiterando su postura de no restarse de las instancias oficiales, junto con desestimar, además, que el consejo político de Chile Vamos tenga facultades para adoptar acuerdos como éste.


Fue así como mientras el primero, con un estilo más moderado, insistió en su propósito de llamar a participar en las instancias oficiales, con el argumento de que debían tomarse los espacios de diálogo, Ossandón fue más frontal en sus críticas, al calificar lo sucedido como un profundo error político.


Pero el senador, que fue secundado en su postura por el secretario general de RN, Mario Desbordes, más algunos diputados que respaldan su posible candidatura, apuntó además, a que el acuerdo se trataba de una operación digitada por el piñerismo, a la que él no se sumaría, marcando de esa manera la intención de enfrentarse al ex mandatario.


Con la disidencia de Ossandón junto a sus seguidores, la disputa se encendió aun más, porque a diferencia de los demás partidos que tienen una posición común, incluso la UDI por el giro de sus diputados que se sumaron al acuerdo, en RN existen distintas posturas, tema que se debatirá el lunes cuando se espera que se adopte una posición oficial.


En este escenario, lo concreto es que el acuerdo de Chile Vamos de marginarse institucionalmente del proceso e iniciar uno paralelo con debate de ideas surgido de la propuesta hecha por todos los partidos, puede terminar sin cumplir sus expectativas por la pugna de liderazgos que ha desatado la forma de enfrentar el desafío que planteó el gobierno con su fórmula para cambiar la Constitución.

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