Una mirada bastante crítica del primer proceso constituyente tiene el gerente de estudios de Gemines, Alejandro Fernández. El economista advierte de los daños que podrían haber generado aprobar el texto redactado por la Convención Constitucional.
- ¿Qué implicancias tuvo que fuera tan categórico el rechazo?
- Cambió radicalmente la percepción desde estar a un paso del abismo, a fijar un horizonte, con riesgos, pero más razonable hacia el futuro. De hecho, el rechazo categórico del 4S obligó al Gobierno a desechar su programa rupturista y conformarse con promover cambios menores y, en lo esencial, mantener la estructura institucional del país. No cabe duda de que la trayectoria que siguió el país desde el 4S es muy diferente a la que habría seguido de ganar el proyecto refundacional. La economía estaría sustancialmente peor, no se puede descartar que se produjera un quiebre institucional y el nivel de conflicto social y político habría sido muy grande.
- ¿Tuvo algún efecto relevante en lo económico?
- Desde luego. Permitió estabilizar las expectativas y, con dificultades, sentar las bases para lo que ha sucedido en estos tres años. Un crecimiento modesto, pero acorde con nuestra capacidad y la economía está, esencialmente, estabilizada. Con todo, hay un daño permanente o que perdurará por mucho tiempo y que se refleja en la composición de las carteras de inversión que han privilegiado la inversión en el resto del mundo.
- ¿Fue una señal positiva para el mundo internacional?
- Por supuesto. Después de que ejerciéramos nuestro derecho a ser estúpidos como dijera Niall Ferguson, decidimos que era suficiente y volvimos a ser relativamente razonables.
- ¿Hasta qué punto siente que el Gobierno moderó su plan de Gobierno?
- No tuvo otra opción. Aparte del categórico rechazo al proyecto constitucional el Gobierno estaba y está en minoría en el Congreso, de manera que la única forma de lograr algunos objetivos era a través de la negociación con la oposición, que fue lo que hizo.