Para la socia de Sarmiento, Walker y García, Elisa Walker, una de las principales lecciones que dejaron los rechazos a la Convención y al Consejo Constitucional fue la importancia de la transversalidad y de los acuerdos, incluso la disposición a ceder en favor del bien común, para asegurar la proyección de las propuestas y el futuro del país.
“Las propuestas de ambos fracasaron, ya que ninguno ofreció un texto que tuviera una mirada transversal y pluralista, que le diera espacio a diversas políticas públicas. Cada propuesta pretendió imponer una forma muy específica de vida y de diseño institucional y eso fue rechazado por la ciudadanía. Esto nos permite concluir que no entendieron el sentido del mandato ciudadano, que era establecer las bases institucionales para el desarrollo del país, no imponer un programa de Gobierno”, dice.
- ¿Eso le da la razón a quienes decían que no era necesario un proceso constitucional?
- El proceso constitucional no logró crear una nueva Constitución, pero eso no significa que todo lo vivido no tuviera relevancia. A modo de ejemplo, el artículo 154 de la Constitución estableció que la propuesta de nueva Constitución debía contener un mínimo de bases institucionales, que no forman parte hoy. Tenemos el ejemplo de que Chile es un Estado social y democrático de derecho; que la Constitución reconoce a los pueblos indígenas como parte de la nación chilena, que es una e indivisible; y que debe existir un compromiso constitucional del cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad (...) Es de esperar que en el futuro se incorporen mediante una reforma constitucional.
- ¿Cree que el proceso está cerrado o podría abrirse?
- El ejercicio de un proceso constitucional se agotó mediante las labores de la Convención y del Consejo. Eso no quiere decir que no puedan hacerse reformas constitucionales que incorporen nuevos elementos de bases de la institucionalidad con una mirada transversal y de futuro.
Los temas antes mencionados siguen pendientes y ya generaron un apoyo transversal.