”Si queremos que el modelo funcione, es preciso ver sus consecuencias sociales”

En medio de las demandas que han marcado la agenda de los últimos meses en el país, la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC), abordó en la octava jornada del “Café con 2012” el título “¿Crisis del modelo o crisis de valores? Un desafío para las nuevas generaciones” con el director de IdeaPaís, Diego Schalper.

Frente a esta interrogante, Schalper destacó dos visiones reduccionistas: la primera ofrece una mirada apocalíptica de la situación actual, respecto del descontento imperante; el otro sector que percibe el modelo de forma positiva, ya que los indicadores respaldan el desarrollo y el crecimiento que hemos vivido durante los últimos años.

Sin embargo, a juicio del director de IdeaPaís, ni lo uno ni lo otro refleja la verdad absoluta, ya que presenta algunos dilemas no resueltos. La desigualdad es una de ellas, debido a las insuficiencias que hay a nivel de recursos y la falta de oportunidades que existen a nivel laboral, social y económico. “Las personas ya no creen en la meritocracia, donde con el esfuerzo personal se pueda salir adelante”, aseguró Schalper.



Crisis de valores


Por otro lado, los valores también parecen haberse visto trastocados a nivel familiar como social. “La crisis de valores tiene que ver con la representación que hemos hecho, consciente o inconsciente, de factores que culturalmente nos inciden como los medios y sus contenidos, el mercado y la publicidad, la educación y los temas abordados pedagógicamente y la familia junto a la estructura que significa”, afirmó Schalper.

Además, sostuvo que para mantener el modelo en pie, éste se debe nutrir de relaciones humanas y de valores debido a su carácter progresista. “Si queremos que el modelo funcione es importante determinar sus consecuencias, ya que afectan en los valores sociales, por lo que urge una reflexión política, desapasionada y diversa respecto del tema empresarial. Hay que mirar más allá de la consecuencia práctica o material en que incide el mercado (...) pero más que reformar las estructuras hay que reformar conciencias”, concluyó.