Economía y Política
Un camino no exento de obstáculos
POR BLANCA ARTHUR
Por: Equipo DF
Publicado: Jueves 28 de marzo de 2013 a las 05:00 hrs.
Con una puesta en escena acorde tanto con lo que es ella, como lo que se supone que será su impronta, Michelle Bachelet aterrizó finalmente en el país para asumir el inmenso desafío que le espera.
Es un hecho que ni su regreso, ni el marco en que anunció su decisión, ni tampoco los planteamientos que hizo como el énfasis en la lucha contra la desigualdad, fueron una sorpresa.
Pero eso no le restó impacto. Porque aun cuando no se tratara de algo inesperado, la sola confirmación de que está dispuesta a competir, marca el inicio de la contienda presidencial.
Considerando la distancia con que parte respecto al resto, la determinación de entrar en la carrera no le pone fácil el camino a ninguno de sus competidores que saben que cuenta con las máximas opciones para ganar.
Eso no significa que el camino que ella emprende esté completamente libre de obstáculos.
En primer lugar, porque más allá de esa espontánea adhesión que genera -en parte con la calidez o empatía que mostró en sus salidas de libreto- el hecho de bajar del pedestal en que estaba como directora de la ONU-Mujeres para transformarse en candidata, la expone a que desde todos los sectores puedan dispararle.
Es cierto que, al menos hasta ahora, la realidad ha demostrado que no se trata de una estrategia eficaz para restarle adhesión, al punto que atacarla a ella no forma parte del diseño de ninguna de las otras postulaciones presidenciales.
Pero distinto puede ser el escenario, si es que sin apuntar directamente en su contra, se intente poner en la agenda algunas de las principales debilidades de su candidatura.
Es por lo menos la apuesta ideada en La Moneda con su arremetida para cuestionar distintos aspectos de su gestión, al comparar la situación en que está el país actualmente con la de cuatro años atrás, en temas especialmente sensibles como el empleo. Una estrategia a la que todo indica que se sumarán los candidatos del oficialismo, sobre todo si asumen que colgarse de los logros del gobierno podría ser la mejor opción.
El principal escollo en el camino que emprende Bachelet estará, en todo caso, en su propia base de respaldo. Un riesgo serio que podría enfrentar es que, si aun a pesar de sus esfuerzos -como el que se intentó con el plan ideado para su llegada- no logre desprenderse de la imagen que la identifica como la candidata de las cúpulas de la Concertación.
Es que además de la imagen de desgaste que éstas tienen, no han mostrado en el último tiempo la capacidad suficiente para no generarle problemas con discrepancias internas, como ocurrió con la acusación constitucional en contra del ministro de Educación, Harald Beyer.
En ese contexto, todo apunta a que los enunciados que hizo en el discurso con que aceptó su candidatura, en el que planteó la necesidad de hacer reformas importantes en las más diferentes áreas, podrían ser el germen de para que desde la oposición comience la lucha en torno a los contenidos que debería tener su programa o de las definiciones que creen que debería adoptar.
En un escenario en que su alta adhesión genera grandes expectativas, el gran desafío que enfrenta Bachelet es no frustrarlas, tarea que no parece tan fácil si es que se desatan tironeos entre quienes consideran que debe proponer reformas profundas o aquellos que apuestan por acotarlas a las que sean posibles.
En sus manos está impedir que la guerra por apoderarse de su campaña atente en contra de mantener intactas las opciones que la impulsaron a tomar la decisión.